Tegucigalpa, Honduras
El abogado Roberto Zacapa es conocido por su temple en el manejo del sector transporte en el país, además de haber estado muy cerca del poder en el gobierno de Porfirio Lobo Sosa. Desde pequeño se destacó por ser un extraordinario estudiante, con dotes artísticos para la música, el deporte y hasta la escritura. Zacapa ha acumulado miles de historias, desde su etapa universitaria hasta su paso por la política como fiel colaborador y su estadía en la administración pública.
Un baúl de recuerdos que atesora para sí mismo es lo que muestra y describe para EL HERALDO.
¿Qué recuerda de su infancia?
Nací en Ocotepeque, departamento de Ocotepeque. Mi niñez fue muy feliz, un hogar constituido, fuerte, sólido y ejemplar. Tengo muchos recuerdos de él. Recuerdo mucho que todos los días caminaba como dos kilómetros para llegar a la escuela, donde mi padre era el subdirector. En algunas ocasiones nos mojábamos los pies, porque cerraban el puente que quedaba de paso. Fueron momentos únicos.
Su padre era el subdirector de su escuela. ¿Fue más fácil para usted?
Al contrario, eso me trajo grandes problema porque mi padre Hugo René Zacapa era un hombre que al ser yo su hijo, era al que más le exigía, más me presionaba, me castigó muchas veces, ja, ja, ja.
Y su madre, ¿cómo es?
A mi mamá Gloria Chinchilla le sobraba el amor, por eso mi padre era el que tenía la palabra fuerte. Mi mamá es una mujer dada al amor, amor para su familia, amor para el prójimo. Ella era la voz que acariciaba, pero la verdad a quien más caso le hacíamos era a mi padre.
¿Y usted es el fuerte o el amoroso con sus hijos?
Para este servidor es necesario que exista el equilibrio, en mi casa lo vimos de una manera casi perfecta. En nuestro caso, mis hermanos y yo somos la palabra fuerte.
¿Es usted un apasionado por el estudio?
Me encantaba estudiar y me sigue encantando. La única situación es que la carga de trabajo con la que yo entré a la administración pública me ha impedido continuar estudiando, pero no dudo que en algún momento continuaré haciéndolo.
¿Cómo fue usted como estudiante?
Yo no fui al kínder, no hubo poder que me hiciera ir al kínder. Yo fui a primer grado a la edad de cinco años, porque como mis padres eran maestros a mí me encantaba la primaria. Siempre fui el más pequeño del grupo y quemé ciertas etapas muy temprano.
¿Así que tuvo novia temprano entonces?
También. No lo puedo negar, yo desde los 11 años tuve amigas y novias de mirada y de manitos. A los doce años di mi primer beso.
¿Tuvo algún apodo?
Sí, es que como era el más chiquito me decían “llaverito”, fui un niño que no crecía, mi familia pensaba que yo tenía problemas, pero aún chiquito yo ejercía liderazgos, hasta director de la banda marcial fui.
Usted afirma ser un hombre que ama la excelencia, ¿fue estudiante excelente?
Sí, fui excelencia académica en todos mis años de estudios, en la escuela me desempeñé en varias áreas, en el fútbol, en las artes. Dirigí, siendo el más pequeño, la banda de mi instituto.
¿Por qué decide ser abogado?
Desde los nueve años yo decidí ser abogado, a mi corta edad tenía muy claro cosas que yo quería hacer en la vida, me gustaba defender causas ajenas y tenía tendencias a buscar una profesión que me permitiera cumplir diferentes facetas. Un abogado puede ser muchas cosas y eso me encanta de la abogacía. Otra cosa, la mayoría de mis parientes varones Zacapa son abogados. Yo lo supe cuando empecé a ejercer.
En su vida de abogado, ¿cuántos casos perdió?
No perdí ninguno. Yo le cobraba honorarios justos a las personas cuando el caso estaba ganado y cuando yo le había dado una solución a las personas.
¿Recuerda el primer caso que defendió?
Sí, yo estaba en el Consultorio Jurídico de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Fue el de una señora a la que le querían quitar su herencia. Lo gané.
¿Y cuánto le cobró a la señora?
No le cobré. Eran una familia humilde de apellido Sierra... la señora me pagó con rosquillas de Sabanagrande. Durante muchos años me mandó una bolsita de rosquillas.
¿Quedó satisfecho?
Más y mejor pagado no pude estar. Yo adoro esas rosquillas.
¿Cómo decide orientarse a la administración pública?
En el tercer año, un bufete muy famoso mandó a buscar estudiantes de excelencia, en la primera lista estaba yo, ja, ja, ja... Yo reuní los requisitos y me llamaron. Cuando llegué al bufete me doy cuenta que el dueño era de apellido Zacapa, como yo. Luego me di cuenta que, en efecto, éramos parientes. Ahí manejé casos de muchas empresas y fue así como me formé en esa área. Era un bufete mercantil. Gustavo Zacapa y principalmente César García son mis mentores.
¿Cómo llega a la política?
Empecé como voluntario a desplegar mis poquitas capacidades al servicio de la política. Me ofrecí voluntariamente en el Partido Nacional.
¿Quién es su padrino político?
Nadie. Yo fui voluntariamente y les dije: “Yo no quiero que nadie me apadrine, no necesito padrinazgo de nadie”. La política debe ser para servir, no para servirse, personalmente, es lo que yo creo.
¿Y cómo colaboró?
Me tocó trabajar en la actualización de doctrina del Partido Nacional, luego me dan la posibilidad de trabajar con la parte electoral. Llegué a ser secretario de la Presidencia más adelante.
Usted fue ministro de Cultura, Artes y Deportes. ¿Qué pasó con Orlando Ponce Morazán?
Él es un buen profesional, conoce mucho de deporte, pero hay situaciones que son imperdonables para un gobierno. El mismo lo ha reconocido, es muy explosivo. Tenemos que cuidar nuestro comportamiento, como funcionarios somos ejemplos a seguir. Y me tocó entregarle su cancelación.
¿Tiene alguna afición?
Sí, soy coleccionista de antigüedades y de monedas del mundo. Pero también soy un escritor de casa. Aún no he publicado.
¿Qué antigüedades tiene?
Pues tengo una colección muy grande de monedas de todo el mundo, tienen un valor muy profundo para mí; también tengo botellas, artículos de la guerra con El Salvador en 1969, es parte de mi vida personal que no deja de ser peculiar.
¿Cuántas monedas tiene y cómo las ha conseguido?
Pues creo que hay más de 800 por todas, hay de Japón, de Filipinas, de varios países, de toda Latinoamérica. Es una colección de hace mucho tiempo. Unas las he guardado y debo decir que algunas las he comprado.
¿Quién es su ejemplo a seguir?
Mi padre. Él es el primer pilar de mi vida.
¿Cuál ha sido el día más feliz de su vida?
Creo que cuando nacieron mis hijos, esos momentos son inexplicables.
¿Y el más triste?
Cuando murió mi padre en 2004. Durante seis meses estuve a punto de morir. No lo estaba superando. Solo le pedía a Dios verlo una vez más.
¿Pudo verlo una vez más?
Sí. En un sueño iluminado mi padre me visitó.
¿Y qué le dijo?
Me dijo que me amaba y que sabía que yo lo amaba y que debía seguir adelante. Yo le pedí perdón por no haberle podido dar más de lo que le di.
¿A su esposa cómo la conoció?
La primera vez que nos vimos temblamos los dos en la Alcaldía, ella trabajaba allí. Tres días después la fui a buscar y a los siete meses nos casamos . No la dejé ir.
¿Qué nuevos planes tiene a futuro?
El 20 de mayo de 2016 nació la iniciativa junto con otros profesionales universitarios de formar Brazos Azules, con el fin de ayudar a personas que estén en situación de vulnerabilidad. Ese grupo da ayuda a los más necesitados, tiene un lema que es “Fuerza para servir”.
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