TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Habla con la fortaleza de esa madre que supo soportar la partida de una hija, sonríe con la alegría de esa mujer “que ha amado intensamente” y desnuda su vida con el descomplejo de esa periodista que ha enarbolado la bandera hondureña en las más altas esferas de la televisión internacional.
“Nací un 30 de noviembre de 1957... o sea que ya me está sacando la cuenta, ja, ja, ja”. Así se presenta Mayra Navarro antes de describirse: “Soy sencilla y tengo una vida muy simple, a pesar de lo que pueda parecer”...
Tan locuaz como conocida. Y claro, cómo no serlo con 40 años en el mundo del micrófono, la cámara y la noticia. “No hay que confundir el prestigio con la fama”, aclara la comunicadora que inició en la prensa escrita en 1978 y que saltó a la pantalla para trascender fronteras: CNN en Español, Univisión y Telemundo. Una trayectoria tan brillante como el propio vestido rojo que la engalana.
“Tuve una infancia y adolescencia felices, pero tuve un papá muy estricto. Quizá por eso me casé a los 17 años”, revela en medio de un atardecer que deja ver sus rayos ultravioletas en las aguas de las atractivas piscinas del hotel Honduras Maya...
Mayra, gracias por atender a Tictac. ¿Tan joven se subió al barco del matrimonio?
Ja, ja, ja... Fíjese que no tuve mucha experiencia con novios porque mi primer novio de verdad fue mi esposo y tuve mi primera hija a los 17. De ahí para acá ha sido la vida en serio, ja, ja, ja.
¿Y siente que se casó muy temprano?
No. Quizá yo no resentí que me casé muy joven porque a mí el matrimonio me liberó del yugo de mi papá. Me casé y me convertí en una mujer libre; desde que me casé, adquirí la ciudadanía. Me embaracé a los 16 y nos casamos. él tenía 19 y éramos dos bebés criando bebés. Me casé tres veces: 17, 26 y 32 años.
En términos generales, ¿cómo califica que le ha ido en el amor?
Ja, ja, ja. Me ha ido bien y mal. Me ha ido bien porque he amado intensamente y creo que es más feliz el que ama que el que es amado. Me ha ido mal porque las relaciones no han resultado como yo esperaba. Nadie se casa pensando en divorciarse, un divorcio es una ruptura muy dura.
Hablando de la dureza de la vida, perdió a su hija mayor en 2007. ¿Cómo la marcó ese hecho?
La muerte de un hijo es lo peor que le puede suceder en términos de dolor. (Hace una pausa y sigue)... Me avisaron como a las 6:00 de la mañana (del fallecimiento de Nuria en un accidente automovilístico en EE UU) y me quedé sentada en shock, pero Dios me iluminó y me dijo: “El Señor ha dado y el Señor ha quitado”. Eso fue un bálsamo. Sigo viviendo ese tema en una dimensión espiritual.
Le escribió un libro, me imagino que fue duro cuando tomaba el lápiz...
Por supuesto, fue muy doloroso. “Carta a una hija que duerme” lo escribí en 2011 y lo publiqué en 2016, pero lo que me pasó es que cuando lo releí fue duro porque muchas cosas ya las había borrado y digerido. Lo dejé engavetado por cinco años y cuando lo saqué, ahí fue cuando me impactó. Esa vez que lo releí, yo creo que lloré todo el día.
-El tenue sol empieza a incomodar la charla, es preciso moverse a otro sitio del local para encontrar mayor confort y para hacer un cambio de tema: su carrera periodística.
¿Hubo algo que la catapultó como periodista?
Sí, en 1981 hubo un secuestro de un avión en el que viajábamos siete periodistas. Íbamos de Tegucigalpa a San Pedro y el avión fue desviado para Managua, Nicaragua, y allá sacaron del avión a las mujeres. Fui la primera periodista en reportar el secuestro desde una posición de testigo. Estuve todo el día reportando para HRN y eso sirvió para que todo el país se enterara de quién era yo.
¿Sintió temor?
En el momento de lo único que me percaté fue de que estaba frente a una gran noticia y mi única prioridad era transmitirla, ja, ja. No me percaté de que era una rehén y que podía estar en peligro. Iba con Jonathan Russell en el primer asiento y vimos pasar a dos hombres con capuchas y con sus carabinas o metralletas. Dijeron por el altavoz que nos quedáramos tranquilos porque lo que demandaban del gobierno hondureño era la liberación de Facundo Guardado (guerrillero salvadoreño).
Cinco años en CNN y más de 20 en Univisión, ¿qué coberturas no olvida?
Hay varias, pero me acuerdo mucho de una historia del Mitch con la que gané el premio Emmy con Univisión. Estaba por el estadio haciendo la presentación en cámara, venía un hombre caminando hacia mí, traía algo en el hombro... ya cerca, veo que era una niña muerta que traía boca abajo, los piecitos le colgaban enfrente y la cabeza para atrás.
Me imagino que esa imagen la estremeció...
Me dijo que su hija había muerto en la inundación. Se le veía la frustración y me dijo: “Vengo del Hospital Escuela y en la morgue no me la recibieron porque no hay espacio y lo que voy a hacer es tirarla al río (Choluteca)”. El hombre estaba tan desesperado que no hallaba qué hacer porque no tenía dónde enterrarla. Me quedé impactada y cuando él se fue, me subí al carro y empecé a llorar, llorar y llorar...
Hablando de entrevistas, ¿cuál fue la que más le costó hacer?
Fue la de Alberto Fujimori (expresidente de Perú) porque cuando lo entrevisté era un personaje no solo en su país, sino a nivel continental. No era fácil acceder a él, pero yo trabajaba en CNN y era una cadena con peso. Me dijeron sus asistentes que la única hora en la que me podía atender era a las 3:00 de la mañana, así que a esa hora estaba allí. Hubo que pasar muchos filtros, pero finalmente conseguí la entrevista.
Muchas gracias por compartir sus vivencias. Finalmente, ¿qué es lo que muy pocos saben de Mayra?
Ja, ja, ja, la gente no sabe que soy una excelente cocinera. Yo cocino súper bien y de todo, pero la gente no lo sabe ni lo cree porque me ve en la pantalla y piensa: “Qué va a cocinar”. Me gusta mucho la comida hecha en casa, no soy mucho de andar comiendo en restaurantes; si me pone a escoger, prefiero comer lo elaborado en la casa...