TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Jesús Américo Navarrete da inicio a una carrera contra Jesús Américo Navarrete para demostrarle al país que detrás de esa meticulosa y redonda careta de hierro con un peinado escrupulosamente arreglado hay un hombre que siente, que ríe a veces forzado, que también llora.
- Mi mamá murió en mis brazos hace cinco años y en 2017 también vi morir a mi abuelita… esos dos recuerdos me matan, las amaba demasiado...
Sus ojos negros del tamaño de una moneda de 20 centavos reviven el luto que lleva dentro. No caben más lágrimas y la escena se llena de drama. No cabe duda que es el punto de quiebre para este personaje de cara seria que domina la cámara de televisión de los sábados deportivos en el canal Tsi.
Da la impresión que su vida es una sucesión de hechos escritos en una bitácora. Todo tan organizado. Todo tan justo. Cuando le abre las puertas del mustio y pálido Canal 3 de San Pedro Sula a los enviados de TicTac, su oficina es como encontrar la Casa Blanca en medio de una zona de bombardeos de Siria; ese pequeño salón lo desenmascara sin necesidad de hablar con él: las pelotas de fútbol una tras otra de acuerdo al año en que salieron al mercado, los viejos casetes Hi-8, VHS y Betacam ordenados por campeonato y tres botellas de jugo para los huéspedes.
Muchas gracias por abrirnos las puertas de su trabajo, Jesús Américo. Cuéntenos desde cuándo le llamó la atención esa pelotita de fútbol…
Gracias a ustedes por venir hasta acá. Le cuento que en la Escuela República de Cuba me gustaba mucho el baloncesto, pero definitivamente que mi pasión de niño fue el fútbol. A veces nos llevaban a un campo de béisbol y yo les decía a mis compañeros: “¡No, hombre, mejor armemos la potra de fútbol!”.
¿De qué jugaba?
Volante. Pero ya en las potras de mi barrio Concepción terminé jugando de portero porque en ese tiempo era prohibido jugar en la calle, entonces mejor me ponía cerca de las dos piedras que servían de meta para salir corriendo por si en eso llegaba la Policía… je, je.
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Tiene pinta de olimpista, ¿o estamos mal?
Soy Marathón, pero no fanático. Recuerdo que un tío me llevó al viejo Morazán de madera por primera vez a ver un Marathón-Atlético Portuario y me dijo: “Vos tenés que hacerte Marathón, sino al estadio no volvés”.
Crecí viendo la época dorada del fútbol hondureño, la del espectáculo, la del gol de mediocampo de Salvador el “Pichini” Bernárdez de Motagua, la de los hermanos Chavarría del España, la del argentino Juan Carlos Weber y Arturo el “Pacharaca” Bonilla del Marathón. Y todo el mundo con un radio en la oreja.
¡Ah, bueno! Seguramente ahí le empieza a gustar esto de los medios de comunicación.
Escuchaba a “Maco” Pinto en San Pedro Sula, Diógenes y Servando Cruz en Tegucigalpa. Recuerdo que como no había transmisión por televisión, la final de vuelta de 1979 en el Nacional entre Marathón y la “U” (ganó el equipo de “Mon” Rodríguez) me tocó escucharla por radio, yo acostado en una hamaca.
Entregado a su profesión
Promedio de 80 en el colegio. Este ariano que nació a la 1:55 de la tarde en pleno barrio Guamilito empieza a descubrir su vocación.
“Siempre me han gustado las estadísticas y los datos históricos y ‘Maco’ Pinto tenía un programa deportivo en Emisoras Unidas y yo a cada rato le ganaba premios, hasta que un día él llegó hasta mi casa y me preguntó si estaba interesado en incursionar en la prensa deportiva. ¡Claro que sí!, le respondí. él me abrió las puertas”.
- O sea que comenzó trabajando con un ícono del periodismo deportivo, ¿eh?
- Sí, pero estuve poco con él. Cubría Liga Intermedia, Liga Mayor y en Primera agarré escuela andando detrás de Remberto Jordán Roca y Arnulfo Bobadilla… pero ahí solo había monstruos, entonces a los siete meses le dije a “Maco” Pinto que me iba para Radio Monumental, con Rodimiro el “Metro” Padilla.
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Jesús Américo ya tiene la pelota en su poder. Así es como le gusta. Pone pausa, mide cada respuesta y lanza un balonazo largo. ¡Atrapala si podés! “En 1987 llego a Telediario porque Henry Asterio Rodríguez, el que hacía los deportes del combativo noticiero de Gabriel García Ardón, me pidió hacerle unas vacaciones. Luego me quedé de forma permanente”.
Deportemas era audiencia total y Jesús Américo empieza a comer terreno en la TV. “Aprobado por Annamaría y Rafael Villeda, Acontecer Deportivo nace hace 21 años con el nombre Deportemas Sabatino; comencé con un foro de mucha candela que tuvo a José Yacamán, Nabil Khouri, Luis Fuentes y Alfonso Guzmán Carías. Era tanta la sintonía que a los dos años nos fuimos a nivel nacional y ahí ya me desligo de Telediario y me paso directamente a trabajar con Televicentro”.
¿Qué es lo más raro que le ha pasado en la TV?
Un día que estábamos en pleno programa con Carlos Ramón Tábora y tembló como unos 10 segundos. Nos quedamos viendo con él y las luces del estudio casi se caían. Todo mundo con miedo...
¿Y en la cancha?
Lo más duro fue cuando le quemaron el carro al árbitro Vivian Rodríguez en un Platense-Marathón en el Excélsior (le invalidaron dos goles al “Tiburón”).
Eduardo Coto padre y yo estábamos detrás de un muro y solo veíamos pasar las balas de los policías y las piedras de la gente. Fue increíble estar en medio de ese fuego cruzado.
¿Qué entrevistas son las que más ha disfrutado en su carrera?
Definitivamente que la de Johan Cruyff en 1994, se me erizó la piel cuando me dio la mano. Era técnico del Barcelona campeón de Europa y conseguí ir por medio de unos empresarios de Andorra; me empapé con Chelato Uclés y cuando inicia la entrevista con el “Flaco” me dice el jefe de prensa: “Solo tiene cinco minutos”. Y yo: “¿¡Cómo, solo tengo cinco minutos si vengo desde Honduras!?”.
¿Y qué pasó?
Me atreví a pedirle directamente a él que me diera más minutos y me preguntó: ‘¿De dónde es que vienes?’. Cuando le dije que venía del otro lado del mundo, la entrevista se extendió 25 minutos. Fue de las mejores experiencias de mi vida.
¿Tuvo temor alguna vez?
Un día tuve la muerte enfrente. Andaba en la Planeta buscando una casa donde hacían uniformes pandos de la Liga. Me bajé del carro dos cuadras antes y me gritan: “¡Uf!, vale más que se bajó con la cámara porque ya me lo iban a tirotear los mareros”. Se me fueron los colores y terminé en la iglesia.
¡Oh! Bravo, ¿eh? ¿Qué otro reportaje recuerda?
Uno que le hice a Edgard Álvarez cuando estaba en su apogeo en Italia. Quería hacer algo diferente y nos fuimos mar adentro en su lancha; cuando pasamos en medio de dos cargueros se produjo una ola muy grande que desestabilizó la lancha… ¡Ya se imagina cómo me puse yo que no sé nadar!... ja, ja.
Otra vez con Shirley Perelló me pasó algo igual… cómo rogué a Dios que terminaran esas entrevistas.
Ja, ja... bueno, para terminar cuéntenos qué hay de Jesús Américo Navarrete más allá de la TV.
Mi día libre es el lunes, pero es un descanso entre comillas, porque uno está pensando en lo que va a hacer el día siguiente. Y esto más, a mediodía, cuando estoy almorzando en mi oficina, tengo en la mesa el plato de comida, el periódico y la radio encendida. El que ama su trabajo a veces se siente esclavizado.
¿Pero qué hace en sus tiempos libres?
Soy fanático del cine de acción y de comedia. Pero fíjese que a veces estoy en el cine y miro de reojo un grupo de trabajo de WhatsApp y sigo pendiente de las noticias.
Otras veces apago el celular y en el fondo estoy pensando: “Pucha, ¿y si se da una última hora?”. Pero cuando estoy con la familia sí procuro separar el celular.
¿Olvidamos algo en el tintero, Jesús Américo?
Quizá solo decirle que soy muy sensible, muy débil de sentimientos y se me afloja muy rápido el corazón con las cosas sentimentales, por eso lloré al recordar lo de mi madre y mi abuelita.