TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Un balón de fútbol en sus pies. Una ecuación matemática en su cuaderno. Una estrella azul en su corazón; Gabriel Rubí es quizá uno de los funcionarios públicos más ocupados del país, sin embargo parece nunca perder esa sonrisa pícara que en El Progreso se hizo famosa como la sonrisa de “El Italiano”, actual hombre fuerte de la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), el eterno futbolero que estuvo a casi nada de ser un jugador profesional.
“Recuerdo un día que entro a la casa y mi mamá estaba tan enojada porque yo me iba a jugar sin pedir permiso que me tiró una maquinita para hacer tortillas; en el aire el aparato este se desarmó y una bisagra se me enterró en la espalda, me desmayé y ahí fue como el punto de quiebre: ya estaba en la universidad estudiando ingeniería industrial y decidí alejarme del fútbol semiprofesional”.
Bueno, Gabriel, yo a usted me lo imagino corriendo detrás de un balón de fútbol todos los días de su niñez. ¿Estoy en lo cierto?
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Exactamente así era. Cuando me gradué de kínder me dieron un reconocimiento por ser el mejor jugador del equipo de la Escuela Happy Days de San Pedro Sula. Ahí empezó todo. Soy zurdo natural y todos los zurdos que conozco son buenos jugadores... je, je, je.
¿Y seguro que luego siguió en la escuela, en el colegio y en la universidad?
Todos los días detrás de una pelota. A los 13 años sí ya empecé a tener problemas con mi mamá porque jugaba semiprofesionalmente hasta en cuatro equipos e incluso con 17 años fui parte de la Sub 20 que clasificó a Nigeria 99; descuidé mis estudios y no tenía más vida que el fútbol, me iba a escondidas hasta San Pedro Sula y ahí la cosa se fue complicando. Ya después mi mamá dejó de darme permisos y me decanté por la universidad.
¿Qué es lo más raro que le pasó en una cancha?
Una con Luis “El Bombero” Ramírez en la Sub 20. Llegué tarde y ya habían repartido los tacos, entonces cuando estoy en la banda esperando que saliera de cambio “El Bombero”, un tipo que calza 14, le digo que me preste sus zapatos. ¡Qué me iban a quedar si soy 10.5! Ahí anduve como payaso, fue de los peores partidos de mi vida... ja, ja, ja.
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Ja, ja, ja... muy buena esa. Pero así como tenía esa percepción suya de la pelota en su niñez, también se le mira la pinta que fue de muchas novias. ¿Cierto o falso?
¡No! Fíjese que el técnico del equipo de fútbol del colegio San José de El Progreso me bautizó como “El Italiano” desde que el primer día me tiró una pelota y la paré de zurda; me miró la pinta y así me puso y desde entonces en El Progreso nadie me conocía como Gabriel sino como “El Italiano” y ahí llegaban las chavas a ver jugar a “El Italiano”... ja, ja, ja... pero la verdad nunca fui de muchas novias.
¿Se acuerda de la primera chava que tuvo?
Sí. Fue en la escuela y justamente me acaba de invitar a su graduación de la universidad. Se llama Nancy Melissa Rivera Chavarría; luego tuve un par de chicas en el colegio y en la Universidad de San Pedro Sula (privada) tuve mi primera novia formal, la que llevaba a la casa: Deymi López Fúnez. Con ella ya tenemos 15 años de casados.
¿La conoció en la “U”?
No, la conocí en el colegio y nos caíamos mal... ja, ja, ja. Porque como yo era el presumidito, no me podía ni ver. Ya en la universidad coincidimos en una clase y como yo me la pasaba jugando, le pedía por favor que me hiciera las tareas. Un día le dije que me diera un pico y me dijo que no, entonces le pedí que fuera mi novia y me dijo que sí.
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Así piensa
¿El campo?
Un día mi papá me llevó a El Zamorano, quería que estudiara algo de agricultura, pero no me gustó. Es que lo mío han sido los números, las empresas, el comercio.
¿Es creído?
No, para nada. Mire mi ropa, no ando nada de marca.
¿Sueño frustrado?
No seguir en la Sub 20 que fue al Mundial de Nigeria, con David, el ‘Rambo’, Júnior.
¿De qué jugaba?
De alero izquierdo en un equipo profesional; de “10” en un equipo de medio pelo.
¿Adicto al café?
No, me tomo unas dos o tres tazas al día. Pero sí apoyo a mis hermanas, que son productoras de café.