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José Carlos Balaguer: 'Me gustan mucho los pastelitos de perro'

A sus 40 años de edad -recién cumplidos el 4 de noviembre-, el español José Carlos Balaguer Paredes se destaca al frente del CCET
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24.11.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Se olvidó por un momento de Marx y Weber... ¡Ah! De sus libros también; pero como cualquier buen lector, de lo más espontáneo salió: “¿Os habéis enterado de lo que pasó con Rodríguez Orellana (el excapitán de las FF AA capturado en Tegucigalpa)?

España, la tierra que lo vio nacer, está presente a cada instante en su consciente; allá están sus padres y demás parientes, a quienes tuvo que dejar un día para recorrer el mundo y enriquecer sus conocimientos de cultura, los que un día comenzaron en las icónicas calles de Orihuela, un pueblecito de la provincia de Alicante, en la Comunidad Valenciana de España.

Es José Carlos Balaguer Paredes, el actual director del Centro Cultural de España en Tegucigalpa ( CCET), quien con su peculiar forma de hablar nos habla de su periplo por el mundo y su vida en Honduras. Son 14 años ya viviendo en Latinoamérica, recuerda.

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Antes de llegar a Honduras a dirigir el CCET, José Carlos Balaguer estuvo en Marruecos, México, Argelia y Argentina. Foto: Johny Magallanes/El Heraldo

Antes de llegar a Honduras a dirigir el CCET, José Carlos Balaguer estuvo en Marruecos, México, Argelia y Argentina. Foto: Johny Magallanes/El Heraldo


¿En qué momento de su vida se envolvió en el mundo de la cultura y de las artes?

Yo creo que tuve mucha suerte porque en aquel pequeño pueblo donde no había muchas alternativas culturales, mi familia hizo un pretrato de darnos ese acceso a la cultura.

Desde los 12 o 13 años con los amigos montamos una banda de punk, hacíamos conciertos y empezamos a hacer fanzines en pequeñas revistas en papel donde escribíamos.



¿Cuándo decide dejar su casa definitivamente?

Yo me fui muy joven de mi casa: a los 17 años me fui a estudiar Sociología a la Universidad de Alicante y luego me dieron una beca para especializarme en Políticas Públicas en la Universidad de Granada. Igual tengo un máster en Cooperación al Desarrollo.

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Sociólogo de profesión, aboga por más espacios públicos para la recreación de los muchachos. Foto: Johny Magallanes/El Heraldo

Sociólogo de profesión, aboga por más espacios públicos para la recreación de los muchachos. Foto: Johny Magallanes/El Heraldo


¿A qué país del mundo fue enviado para cumplir su primera misión cultural?

Lo primero que hice fue ir a trabajar a Marruecos, en donde estuve viviendo un año en medio de un choque cultural importante. Es un país musulmán, islámico, con otra idiosincrasia... pero también es un país turístico, un lugar maravilloso en donde la gente te trata muy bien. Parece mentira, pero cuanto menos tienes, la gente más te abre las puertas. De ahí pasé a Argelia.

¿Qué significa para usted el 77 Centro Cultural Autogestivo en Ciudad de México (77CCA)?

Fue un proyecto personal en el que estuve nueve años. El 77 es un centro que está creado por y para personas privadas de libertad que cometieron delitos graves y que empiezan un proceso cultural dentro de la cárcel como parte de su reinserción social.

La cárcel de Santa Martha Acatitla tiene una característica y es que las penas de reclusión son muy largas. Ahí solo hay homicidas, secuestradores y crimen organizado. Es la primera cárcel de la que se escapó el “Chapo” Guzmán.

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¿Coincidió con el “Chapo” Guzmán?

No. He coincidido con otros operadores del Cartel del Golfo (narcotraficantes), que igual son presos graves.



¿Cómo nace el 77CCA?

De pronto, un día uno de esos presos que teníamos dentro de la compañía de teatro penitenciario salió, ya que había cumplido su condena. “Bueno, ya cumplí mi condena, aquí estoy, ahora qué hacemos”. Entonces montamos el 77, donde ellos van a trabajar una vez cumplen sus condenas y se convierten ya no solo en actores de teatro, sino en gestores culturales.



Muchos de los reclusos con los que trató son asesinos, ¿alguna vez sintió miedo al estar cerca de ellos?

Sí, claro. Te puedo contar una anécdota, pero no la saques. (Fue sobre el Cartel del Golfo, pero por razones de seguridad no la hacemos pública).

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José Carlos enseñó a los internos de la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla que la cultura es una herramienta de prevención de la violencia, ¿pero qué le enseñaron ellos a José Carlos?

Dentro de la cárcel me encontré más solidaridad, más cariño, más amor, probablemente, de lo que podamos encontrarnos en la calle. Nosotros trabajamos con ellos y para ellos; lo que te encuentras es un sentimiento de compañerismo, de solidaridad, mucho más fuerte que el que puedas tener con tus vecinos, que a lo mejor ni te miran la cara todos los días.



¿En qué parte del mundo estaba antes de venir a Honduras?

Pasé de Argelia a Argentina, en donde estuve dos años. De ahí fui a México y de nuevo regresé a Argentina otra vez y de allá finalmente para acá.



¿Qué pensó cuando le dijeron que venía para acá?

Yo encantado. Era el único país de Centroamérica que no conocía, pero tengo una vinculación familiar: la esposa del mejor amigo de mi papá es hondureña, es de Tegucigalpa.

Además, conozco a Aguas Ocaña (una española que fuera esposa del expresidente Ricardo Maduro) porque ella era la canciller de la Embajada de España en Argentina y es una enamorada de este país, sus cinco hijos son hondureños. Cuando me dijeron que me iba a Honduras me hizo una fiesta de despedida.

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Llama a la sociedad a darle alternativas a la juventud para que no se involucren en violencia. Foto: Johny Magallanes/El Heraldo

Llama a la sociedad a darle alternativas a la juventud para que no se involucren en violencia. Foto: Johny Magallanes/El Heraldo


Venía a un país hasta ese momento desconocido para usted, ¿cómo fue su llegada a Honduras?

Fue más fuerte la impresión cuando llegué en el avión a San Pedro Sula (20 de septiembre del 2020) y desde el aire vi esas enormes plantaciones espectaculares; luego me subí en un coche y llegué hasta Tegucigalpa viendo cómo el paisaje se convertía en una selva tropical, con bosques de pino. Iba viendo la biodiversidad del país y te quedabas loco de lo bonito que era. No sabía que Honduras era tan bonita.



¿Cambió su imagen al venir al país, dado que fuera de nuestras fronteras nos conocen más por hechos negativos y violencia?

Sí. Aunque sigue habiendo un tema en este país que es el del respeto a los Derechos Humanos; hubo un golpe de Estado y últimamente se dio el caso de Bertha Cáceres. Es muy complejo ser mujer en este país.



¿Qué le ha sorprendido del país: su cultura, sus costumbres o nuestros lugares?

Me ha sorprendido descubrir un país plurilingüe, estamos hablando de siete comunidades indígenas, el pueblo garífuna, el pueblo negro de habla inglesa. Eso es brutal.

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¿Cómo conoció a su esposa?

La conocí en México haciendo un proyecto conjuntamente. Ella era la directora de un centro cultural que se llama Casa de los Refugiados y trabajó en el tema de Derechos Humanos.



¿Cómo se lleva con las redes sociales?

No me llevó muy bien. Las utilizo sobre todo para temas del CCET. Me gusta Twitter porque creo que te informas y pues tengo mi usuario, pero después Facebook e Instagram, que son redes que están basadas en lo visual, en las fotos, pues no me atraen tanto.



¿Vino o cerveza?

Mezcal. Si puedo elegir, el mezcal. Al mezcal no se le da un trago, se le dan besos.

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¿A los cuántos años leyó su primer libro y cuantos ha leído hasta ahora?

Que yo recuerde el primer libro fue “El pirata Garrapata”. Por ejemplo, leí a Lovecraft con 14 o 15 años y yo alucinaba.

No sé cuántos libros he leído en mi vida, pero justo ahora tengo 100 kilos de libros en México que no me pude traer. El que tiene un libro siempre tiene un amigo, para reírte, para tener una historia.



¿Cuál es la comida hondureña que más le gusta?

Me gustan mucho los pastelitos de perro, ¿están buenos, no? Esa cebollita encurtida es simplemente deliciosa. Y luego me gusta mucho la comida del occidente en donde hay una mayor diversidad de platillos, de pronto los choros (una especie de hongo que se come mucho en Intibucá). Lo que no he probado todavía es un chupe hondureño.

En la presentación de un libro en el 77 Centro Cultural Autogestivo, en la Ciudad de México. Foto: Cortesía

En la presentación de un libro en el 77 Centro Cultural Autogestivo, en la Ciudad de México. Foto: Cortesía/El Heraldo
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