LA CEIBA, HONDURAS.- En ese cuerpo blanco como la mantequilla bien cabe una bomba atómica. Carla Dip habla casi con la misma energía con la que grita un gol de su gran amor, Vida, y una vez que enseña su “certificado de soltería” sentencia a los que merodean su casa en El Naranjal: “Soy bien encabronada y muchos me tienen miedo... ja, ja”.
- ¿O sea que anda alguien detrás de los huesos de Carla Dip?
- Sí, hay un par de amigos. Uno está relacionado con el deporte y otro con la política. Pero usted no se preocupe, que no le voy a decir los nombres... ja, ja.
No llega a los 50 años, pero como en el pasaporte, los sellos en su piel delatan que ha sido una mujer jugada: es delantera desde la cuna; administradora industrial y de negocios; fue presidenta del “Rojo” de 2008 a 2014; candidata a alcalde de La Ceiba, coordinadora del movimiento liberal que impulsó a su hermano Bader a ser el diputado más votado de Atlántida, gerente de Tevisat, la compañía de cable más importante de la región, y amante de su terrier negra JLo. “Cuando quiere llegar un ‘novio’ a la casa la tengo que amarrar porque es bien celosa... ja, ja”.
Y si nos vamos de regreso a su infancia, Carla, ¿usted jugaba más con muñecas o con pelotas de fútbol?
¡No!, a mí solo el fútbol. Mi mamá siempre recuerda el berrinche que le hice cuando me quiso inscribir en ballet... ja, ja, ja. Desde que aprendí a caminar le empecé a pegar a la pelota.
¡Uf!, iba en serio la cosa.
Sí. Incluso recuerdo que de cipota me iba a Tegucigalpa a pasar vacaciones donde mi abuela Nora Dela y ahí solo había varones, entonces yo jugaba potra con ellos. Como en esos tiempos no había equipos de fútbol femenino, pues en la escuela, en el colegio y hasta en la U yo jugaba en medio de varones.
¿Y todavía se pone los tacos y los cortos?
En fútbol 11 ya no porque las libras y las rodillas ya no me ayudan y hace como unos tres años todavía jugaba futbolito con amigos varones, pero imagínese que para pagar la canchita ponía 50 lempiras y cuando terminaba la potra pagaba 2,000 lempiras en el ortopeda... entonces mejor dejé las canchas en 2015.
¿En qué posición jugaba?
Delantera. Entre el 99 y el 2000 fui parte de la Selección Nacional de fútbol femenino que entrenaba Miguel Escalante todos los viernes en Siguatepeque.
Llegaba por la tarde, practicábamos todo el sábado y jugábamos los domingos. Pero luego tuve problemas con mi “esposito” porque dijo que le estaba dejando toda la carga de la casa y por eso no pude ir a un torneo en Guatemala en el que se coronaron campeonas.
¿A su esposo lo conoció gracias al fútbol?
Él jugaba, pero era más para el volibol. No, a Jorge lo conocí en 1990 cuando estudiábamos en Unitec y nos casamos en el 96. Puedo decir con propiedad que me casé con el hombre que amaba y que es un excelente hombre y un gran padre, pero luego tuvimos nuestras diferencias y aunque todavía estamos casados en papeles, tenemos cinco años de estar separados... pero nos llevamos bien y estoy feliz de que sea feliz en su nueva vida.
¿Era de muchos novios?
Me perseguían muchos cipotes, pero un día mi papá me dijo que novio era el que se iba a casar conmigo, entonces puedo decir que tuve muchos amigos...
¿“Amigovios”?
¡Bueno!, usted piense lo que quiera... ja, ja, ja. No, en verdad muchos quisieron andar conmigo, pero yo solo quería que fuéramos amigos. Sí, fui enamorada, pero nunca me gustó que me limitaran, siempre fui de carácter fuerte y mis padres me enseñaron a ser independiente, a no fingir que estaba bien con algo o con alguien si no era así.
¿O sea que nadie la detenía para ir a las discos?
¡Fui a todas!... ja, ja, ja. Apple Tree, Trocal, Nazarus, Tropical, Mi Ranchito, Búhos. Hasta el sol de hoy siempre me ha gustado salir, soy amante de la alegría, de pasarla bien y echarme los drinks, aunque aclaro que soy más de trago que de cerveza.
¿Y qué música baila?
Desde la universidad mi grupo favorito es Depeche Mode y aunque tengo la edad que tengo, soy moderna y me gusta la música electrónica. He mirado en vivo a Tiesto, Paul van Dyk y Armin van Buuren, a quien lo vi en mi Disney World que se llama Ibiza... y ya les dije a mis amigos que mi celebración de 50 años el otro año la voy a hacer allá: el que quiera que ahorre y se apunte, y el que no pues se la perderá.
¿A Ibiza va con el novio?
¡No!, solterita. A la meca de la fiesta no hay que ir amarrado.
¿Pero se piensa volver a casar o quiere seguir así?
Pues así me va muy bien... ja, ja, ja. No sé, no es una de mis metas porque el amor no es una meta, es algo que nace, es una química y lo he comprobado; hasta hoy no he sentido ese deseo de volverme a casar con ningún muchacho... digo muchacho porque prefiero a los jóvenes, ¡eh!
¿Pero Carla Dip tiene un amor platónico?
No tanto así como platónico, no creo en eso... pero el que me gusta es Ben Affleck, es al tipo de hombre que invitaría a una cena romántica a Cayos Cochinos, ahí a la orilla de la playa para hacerlo más espectacular. La mesa, las candelitas, el vinito, él...
¿Qué plato le cocinaría?
¿Cocinar? ¡No, muchacho!, teniendo a Ben Affleck ahí qué voy a estar perdiendo el tiempo en la cocina... ja, ja, ja. Creo que pediría un mar y tierra, con ese plato siento que quedaría satisfecho.
Un balonazo al viento...
Carla destapa una cerveza tan helada que suda hielo. ¡Cluc!
Hace falta un par de horas para que el atardecer pinte un lienzo de Van Gogh en la novia de Honduras y la bisnieta de don Abraham, aquel contador de origen libanés de Pancho Villa que se refugió en Islas de la Bahía para luego esculpir el imperio Dip en La Ceiba, tiene ganas de revivir su historia ligada al fútbol, su gran pasión.
¿Cómo se hizo hincha de los “Cocoteros”?
Fue gracias a un técnico en electrónica de origen iraní que trabajaba con mi papá en su primer negocio, Electrónica Dip; se hizo seguidor del Vida y un día me llevó al estadio, al viejo Nilmo Edwards de madera. Me acuerdo cuando el Vida fue campeón en 1981, nos subimos como mil a un pick-up de a saber quién... ja, ja, ja... y empezamos a hacer relajo ahí en una calle del barrio La Isla.
Y pensar que en 2008 llegaría a ser la mera mera de su equipo, ¿no es así?
Es que todo lo que he hecho en mi vida es porque me ha movido una pasión. Con orgullo puedo decir que hice la venta más extraordinaria en el fútbol hondureño: la de Jerry Bengtson a Motagua en el año 2010. Primero cedimos el 50 por ciento y al año siguiente el otro 50 por ciento, lo que representó más de seis millones de lempiras netos para el Vida.
¿Qué fue lo más difícil que le pasó siendo presidenta del Vida?
En 2012 cuando ya no teníamos de dónde sacar dinero y me vi obligada a hablar con el Grupo de Amigos del Vida, a cuyo nombre están todos los bienes del club, para que cediera una manzana como garantía para sacar un préstamo grande con una financiera de la que luego nos dimos cuenta que no trabaja muy legalmente que se diga. Puse mi firma y detrás de mi firma están mis bienes y las empresas de la familia.
“No debiste arriesgar de esa forma”, me decía mi papá. Al sol de hoy seguimos peleando ese caso y en lo personal no soy sujeta de crédito, no me dan tarjetas de crédito ni préstamos.
Solo le faltaba entrar a la política, ¿cómo lo hace?
Soy liberal y en 2011 me buscaron a raíz de mi proyección en el fútbol. Mauricio Villeda me invitó a su movimiento, convenció a mi familia y un 16 de febrero de 2012 me presenté como precandidata a la Alcaldía; me costó mucho, el ambiente político es difícil y al principio no sentí el feeling que siento ahora.
No gané las elecciones, pero entré como regidora en el mandato de Carlos Aguilar, prácticamente con la municipalidad en quiebra. Luego trabaj?? con mi hermano Bader, ya que me gusta más estar como coordinadora que como imagen.
¿Qué ha aprendido de estos años en este campo?
Que la política es una herramienta para ayudar a los más necesitados, pero también para hacer grandes fraudes.