“Aprendí este idioma en la vida cotidiana y he aprendido palabras hondureñas como ‘cheque’, ‘maje’ y ‘chamba’”, confiesa el alemán de 24 años, que se declara enamorado de esta nación y enamorado de una hondureña. Carol Macotto le robó el corazón en suelo teutón, se casó con esta catracha en enero de 2020 y hoy disfruta de su hogar en la frescura de Valle de Ángeles. “Me gusta el clima tropical de aquí”, revela en Plaza El Edén, mientras el café llega para calentar una entretenida plática...
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¿Cómo es que un alemán tan joven vive acá?
Mire, mucha gente extranjera conoce Honduras y termina enamorada de este país. Ese es mi caso. Honduras es un lugar muy especial.
Es alemán, pero nace en Inglaterra, ¿por qué?
Mis padres trabajaban y estudiaban allí. De Londres, Inglaterra, solo tengo buenos recuerdos. A mis cinco años nos mudamos a Bremerhaven, Alemania, que es una ciudad portuaria y tiene el malecón más largo del mundo. Me recuerdo caminando por la playa, en un medio ambiente de costa, con vegetación, una flora y fauna muy del mar.
Antes de conocer a su esposa, ¿sabía de Honduras?
Yo en geografía tenía 100 en la escuela, me sabía todas las capitales de memoria y sabía dónde quedaba Honduras. A mis 5 o 6 años tenía un mapa del mundo en mi escritorio y mi mente me figuraba viajes.
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Claro que no. Sabía que Honduras había estado en el Mundial de 2010 con la selección de fútbol. Me acuerdo haber visto la bandera azul y blanco.
¿Y cómo es que se enamora de una hondureña?
Mi esposa estaba en Alemania aprendiendo alemán y sacando unas clases preparatorias de Medicina. Por cierto, ella está en sexto año de la carrera en la UNAH. Nos conocimos en Berlín porque yo le dije: Te puedo enseñar un poco más la ciudad. Todo empezó siendo yo su guía turístico ja, ja, ja. Ella vivía cerca de Frankfurt y la fui a visitar. Yo hablaba muy poco español, nos comunicábamos en inglés y alemán, más que todo en inglés, fue lo justo.
¿Qué vio en ella que no miró en una alemana?
A la gente europea de la gente latinoamericana le gusta que son personas divertidas. La latina es una cultura divertida, abierta, amigable. Alemania es un poco más serio como país. Eso me gustó, aunque yo soy más mediterráneo que alemán. Como de 16 años fui de vacaciones a Italia como maestro voluntario y, además, conocí muchos países.
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¿Se casaron en Honduras o en Alemania?
En Alemania. Queríamos hacer dos fiestas, pero llegó la pandemia. Queremos hacer la segunda fiesta en Honduras, pero lo tenemos planeado para el futuro, no sé, en 10 años ja, ja, ja. La fiesta fue un intercambio cultural fuerte. Fue menos estresante de lo que pensé. Unos hablando en inglés, otros hablando solo con las manos... Teníamos música latina en un restaurante alemán, con un vino español. Ahorita en diciembre tenemos pensado ir a mi país.
¿Qué es lo que más le ha costado en Honduras?
Yo ando bastante cómodo en Honduras, me siento como un pez en el agua. Claro que hay un choque, empezando con cosas tristes como la pobreza de aquí, porque es otro nivel a la de Europa. El tráfico es un poco más caótico.
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A propósito de tráfico, ¿le ha tocado pelear?
No, he visto peleas en el tráfico, pero no salí del carro para contribuir. Si uno va manejando aquí y alguien hace una chanchada, hay que dejarlo, que vaya con Dios. En Alemania está más ordenado el tráfico y la gente maneja más rápido porque hay mejores calles y carros. Es el único país en el mundo que tiene calles sin límite de velocidad.
¿Alguna vivencia particular en el país?
Fuimos a Yoro a ver una planta procesadora de azúcar de caña. Tomamos una calle de tierra en montaña y se nos apagó el carro. Estuvimos esperando como tres horas en el sol y luego vinieron a llevar jalado nuestro carro. Nos fuimos en un autobús amarillo y allí había música salsa, personas con gallinas y la gente como diciendo: “¿Qué hace este chele aquí?”, ja, ja, ja, ja. La gente hondureña es muy espontánea.
¿Esa es una de las diferencias con los alemanes?
Sí, creo que el hondureño es muy espontáneo. Eso me sorprende, a nosotros los alemanes nos gusta mucho planear, programarnos. Acá hay gente que compra su boleto una hora antes de salir. A un nivel moderado, es bueno ser espontáneo.
DE INTERÉS: Arturo Pérez-Reverte: “Es estupidez” juzgar la historia con los ojos del presente ¿En qué idioma se habla y qué comida se come en la casa Werner-Macotto?
Se habla una mezcla de tres idiomas: inglés, alemán y español. Lo hacemos en forma natural. Respecto a la comida, es bien variada, comemos pasta, pizza, sushi... vamos de Japón hasta Honduras. A mí me gustan las baleadas y la carne asada. Si voy a San Lorenzo y como mariscos... ¡riquísimos!, o sopa marinera en Tela. La comida hondureña es buena y diversificada.
¿Se siente enamorado de Honduras?
Me encanta Honduras. Es una cultura que tiene bastante energía, es muy dinámica, no es aburrida. Honduras tiene una geografía bella, tiene mar caribeño, mar Pacífico, montañas, senderismo, cascadas, puntos que son casi como desierto, jungla. Es una diversidad de alto nivel para un país no tan grande.
¿Cuáles son las pasiones de Janek?
Viajar y aprender idiomas me gusta mucho. Me encanta leer, leo muchísimo. Me gusta ver una buena película. Cuando me dicen que vayamos al cine, yo primero le digo que hay que ver qué hay en el cine. Me gustan las películas de calidad. Con mis amigos abrimos una botella de vino y platicamos de política, historia y sociología. La gente puede decir que somos aburridos, pero son temas que nos emocionan.
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