TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Era el inicio de la década de los años 70 y una vez acentuada la oscuridad en la capital, el joven Mario Rolando Suazo salía a escondidas de la casa para estremecer el dial durante toda la noche. ¿Por necesidad? No, por amor. Qué importaba que su padre, de oficio abogado, le diera todo... él solo obedecía su interior.
“Tenía 14 años y me escapaba de donde mi tía Mercedes para ir a locutar a Radio Moderna de 10:00 de la noche a 5:00 de la mañana. Nadie de mi familia se daba cuenta. Me pagaban como 79 pesos al mes ja, ja, ja”, recuerda con la particular gravedad de su voz.
Esa misma que abanderó la generación dorada de locutores catrachos en el siglo pasado y que hoy sigue muy viva en Canal 36. “La radio me ayudó ja, ja, ja, tuve amoríos, pero uno se crea mala fama. Mi esposa me dice: ‘Ya me contaron que fuiste mujeriego’. No sé porqué la radio y la televisión llama poderosamente la atención a las mujeres”, cuenta entre risas, mientras el capuchino invitado a Tictac se enfría al ritmo en que la charla entra en calor.
¿Y cómo no entrar en calor con las anécdotas de la voz oficial de la Lotería Nacional de Honduras? “La gente en la calle me dice: ‘Deme el número’, ja, ja, ja”... Alta temperatura del mediodía y café de por medio para carburar una historia de vida...
Don Mario Rolando Suazo, un gusto. ¿Capitalino?
Con mucho orgullo de Comayagüela, y tuve una infancia muy distinta a la de ahora. Me acuerdo que jugaba trompos, tejo, la cuerda y esconde el anillo. En la noche, para que no saliéramos, nos ponían 'Cuentos y leyendas de Honduras' y mi papá apagaba la luz. Nos íbamos a la falda de mi mamá con mucho miedo.
Se le mira pinta de que era travieso...
Ja, ja, ja... Una de las principales travesuras era cuando íbamos al cerro El Berrinche a volar barriletes y poníamos una gillette en la punta de la cola. Era brutal. Todo aquel que se acercaba, lo cortaba y ese barrilete se iba... se quedaban llorando los cipotes.
¿Y ya de adolescente fue un joven rebelde?
Pues no tanto. Eso sí, trabajaba a escondidas de mi papá y mi “amá”. Mi padre me decía: “No tenés necesidad de trabajar”, pero a mí ya me encantaba la radio. Mi padres estaban en Yoro y yo me escapaba en la noche de donde mi tía para ir a trabajar toda la noche a la radio y las 7:15 de la mañana pasaba el bus para llevarme al Colegio San Francisco, así que iba a estudiar desvelado. Por último, mi papá me dijo: “Me doy por vencido, entonces trabajá”.
¿Cómo le fue en los amores? ¿Pegaba con la voz?
Ja, ja, ja. Mire, antes las mujeres guardaban más la distancia, aunque siempre habían enamoradas. Ahora que tengo el programa “Nostalgias del 36”, allí me llaman las viejas y me dicen: “¿Te acordás?”. Es un programa con videos que empecé a coleccionar a mis 14 años. Tuve carro a los 16 años, era un lanchón Impala que se lo compré a Tomás Vindel, me costó 1,500 lempiras.
¿Siente que le ha ido bien en el amor?
Sí, pasa de todo. Generalmente hoy en los matrimonios la parte económica es la que afecta, la economía es una enemiga extraordinaria de la felicidad en las parejas, porque muchos creen que cuando uno está en este tipo de trabajos es millonario... no, si vivimos igual que Mundo y Reymundo, tapando un hoyo y abriendo el otro y viendo las posibilidades de cómo estiramos los lempiritas.
Hablando de su pasión por los medios, ¿desde siempre traía esa vena?
Sí. Me acuerdo que los domingos un vecino ponía un altoparlante para anunciar sus productos y yo iba a locutar con ocho años. Siempre me gustó estar en los actos de la escuela y en el colegio era animador. Empecé a estudiar Derecho y al ver que a mí me gustaban más los medios, mi papá me dijo: “Andate a Monterrey (México); allí vas a ser licenciado en Comunicación en tres años y al mismo tiempo estudiá locución para que no seás ningún pendejo ja, ja, ja”. Y así hice.
¿Qué experiencias en el periodismo lo marcaron?
Ah, tantas cosas... Una fue la venida de Juan Pablo II, me marcó; cuando conocí a aquel hombre que admiraba tanto fue como que estaba viendo al mismo Dios. Darle la mano al Papa y que me diera la bendición fue extraordinario. Otro hecho fue cuando los Cinchoneros secuestraron un avión de TAN-SAHSA; estábamos fuera del aeropuerto, un capitán me prestó unos lentes infrarrojos y cuando miro la ventanilla del avión, un guerrillero se quita la máscara, pero se la volvió a poner cuando el capitán tomó los lentes. Ese rostro me quedó impregnado y una vez caminando en la colonia El Hogar me lo encontré. Le juro que me quedé helado y paralizado. Me dijo: “Compa, adiós”.
¿Pero cuándo fue la vez en que sintió más temor?
Eso fue durante el golpe de Estado (2009), cuando nos cerraron el canal. Sentí temor porque una vez me siguieron para matarme y un amigo me salvó. Salí de Mall Las Cascadas, yo iba a traer a mi esposa, me iban siguiendo y yo ni cuenta me di. Mi amigo, que fue militar, se puso en el medio de mi carro y de los que me iban siguiendo. Nosotros los del canal tenemos que andar con seguridad, pero nunca me ha gustado eso porque no le debo nada a nadie.
En esos días álgidos, ¿qué le decían sus hijos?
Nada, yo con mi esposa hemos acostumbrado a no llevarles los problemas, ellos no se dan cuenta de nada. No saben de esas situaciones, de problemas económicos, si no se pueden comprar frijoles ese día, ellos comen y punto, yo veo cómo hago. Siempre hemos sido así.
Con lo del golpe tenían un gran rating en el canal y luego cayeron. ¿Qué pasó?
Yo se lo dije a Esdras Amado López una vez, que hay grupos en este país, especialmente políticos, que son desagradecidos. Yo me convencí que los grupos políticos no agradecen. Cuando tocás sus intereses, te dejan vendido. Si uno se mete a política y tiene un medio, se para con todo o se da vuelta con todo el medio.
¿Qué le dice a esa gente que piensa que como medio se vendieron al oficialismo?
No, más bien hoy hay mucha gente de esa que nos está diciendo: “Ustedes tenían la razón, mire la oposición cómo está vendida al lado de Juan Orlando Hernández”. Me ha dicho mucha gente que “Mel” se ha convertido en seguidor de Juan Orlando Hernández, por más que le vuele candela. La política no es para cualquier trompudo, es para gente inteligente.
Siguiendo con lo de la política, se lanzó como diputado. ¿Sigue ese sueño?
No sé. Esdras Amado López anda muy bien con su Nueva Ruta, está siendo bien aceptado. Yo estoy esperando a ver qué dice, si yo estoy en Canal 36, yo tengo que ser fiel a Esdras Amado López. En el momento que me indique, voy a apoyarlo.
Tiene 33 años siendo la voz de la Lotería Nacional. ¿La gente le pregunta el número?
Claro, ¿cómo no? La gente en la calle me dice: “Deme el número”. Me mandaban cartas al Patronato Nacional de la Infancia (Pani) y allí me decían: “Deme el número”. Yo le decía a la gente: “Si yo supiera ese número, estuviera viviendo en Miami ja, ja, ja”. La gente me identifica por eso y todavía me gritan en la calle: “écheme el número”.
Aparte del periodismo, ¿tiene otras pasiones?
Otra de mis pasiones es la música y la lectura, soy un lector constante. Si encuentro un menú, lo leo de pies a cabeza. En cuanto a música, me gustan desde los grandes maestros hasta las rancheras. Me gustan los cantantes de antes y no los de ahora que no cantan ni “J”, esos de reguetón no cantan nada. Con quien más me identifiqué y con quien somos buenos amigos es con Lucho Muñoz de Los Galos. Él estuvo viviendo en Honduras.
Hablando de voces agradables, ¿habían mejores locutores antes que ahora?
Claro, porque nos hacían prueba. Ahora cualquiera es locutor, en esas emisoras que ponen reguetón uno escucha unas barrabasadas, como hace unos días que escuché que decían: “Saludo a todas las féminas”. La locución ha venido a menos.
Con 64 años, ¿hay alguna expectativa pendiente para Mario Rolando Suazo?
Tener mi propia radio y allí vamos caminando con eso, de repente sale en internet, allí vamos a empezar. Hoy en la radio se han perdido las buenas voces.