Su experiencia de biólogo sobre la biodiversidad de ecosistemas, el buceo y conocimiento de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras han llevado a destacar al capitalino, quien al hablar de su infancia retrocede las agujas de cronos y se remonta a sus amigos, familia y juegos en la colonia Kennedy.
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¿Cómo fue su niñez y el calor familiar en la colonia Kennedy?
Mi vida de niño fue bastante divertida, tenía muchos amigos que vivían cerca. Jugábamos baloncesto, béisbol y fue una infancia muy alegre. Mis padres eran amorosos y pacientes; soy dichoso de tener los padres que tengo, muy compresivos y siempre trabajando muy duro para poder proveer para la casa.
Como niños en los 80 y 90, ¿tenían forma de pasar el tiempo con los amigos, aparte de los deportes?
De niños teníamos mucha inventiva, siempre estábamos inventando cosas y creo que eso nos caracterizó, hacíamos nuestros propios juguetes. Nos encantaban los robots y los G. I. Joe y tal vez no los podíamos tener como juguetes, entonces nosotros los fabricábamos de cajas de fósforos, de madera, de alambre y otros materiales que teníamos a mano.
¿Qué tal en las aulas de clases?, ¿las matemáticas eran su fuerte?
En los estudios nunca fui de excelencia, sino promedio. Estudié en la Escuela Católica Emiliani, en el Instituto Técnico Honduras y en la UNAH. Con las matemáticas no tuve problemas porque tuve una buena base en la escuela y en el colegio, que es técnico, las matemáticas son la base y por eso salí bastante preparado en ese sentido.
Y de joven, ¿cómo fue su vida, enamorado o deportista?
En mi juventud tuve bastantes novias e inquietudes, ja, ja, ja... Pero siempre estuve inclinado por los deportes, en especial al baloncesto. En la universidad me incliné por la natación. El deporte fue inculcado por mi padre, porque él junto a mi hermano siempre nos llevaba los sábados y domingos a un campo que se llamaba la Aseguradora Hondureña, donde se jugaba béisbol, a ver los partidos.
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¿Algún gusto por el arte?
En la adolescencia me incliné por la música, esto es porque mi hermano empezó a tocar la guitarra y por eso inicié a tocar guitarra en grupos juveniles en la iglesia. Igualmente, desde pequeño siempre me gustó dibujar y pintar, e incluso estuve en Bellas Artes. Siempre he sido bueno para dibujar, pintar y he pintado cuadros.
¿Por qué ser biólogo cuando pudo ser ingeniero, doctor o abogado?
Me matriculé en Ingeniería Eléctrica, pero estando en una clase me di cuenta que personalmente no me veía trabajando como ingeniero y me incliné por la Biología, porque mis papás siempre nos sacaban a caminar al bosque, especialmente al Parque Nacional La Tigra. Eso influenció mucho mi orientación por la Biología, y la otra es que mi hermano estudió también esta carrera.
¿Qué experiencias recuerda de las caminatas familiares en el bosque?
Una anécdota muy interesante es cuando cruzamos La Tigra desde Jutiapa hasta San Juancito y nos estuvimos dos días y dormimos en el parque con mi papá; yo estaba en sexto grado y fuimos con todos mis hermanos. Siempre nos llevaba a Valle de Ángeles a caminar por los bosques y a acampar.
Ya siendo estudiante de Biología, ¿qué le fue atrayendo de esa carrera?
Mi primer interés por la carrera fue en la parte de los peces, en la parte marina, incluso, estando como en segundo año de la carrera fui a sacar mi curso de buceo, el Open Water, y después estuve tres meses como voluntario en Roatán en una organización que se llamaba Crow Key, que hacía investigaciones con los arrecifes. Fue ahí que despertó mi interés por esa parte, aunque la mayoría de mis trabajos han estado relacionados con áreas protegidas y vida silvestre terrestres.
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¿Qué actividades le gustaron más, en el campo o en las montañas?
Bueno, lo mejor fue cuando salíamos a colectar plantas con los compañeros en una clase que se llama Taxonomía Vegetal, teníamos que buscar cien plantas en verano y en invierno para colectarlas e identificarlas.
Mencionó el buceo, ¿cómo fue esa faceta?
Cuando estaba estudiando la carrera fue cuando saqué mis primeros cursos del Open Water en Utila y el Enbas en Roatán. Ya cuando trabajé con MAR Fond logré sacar los otros dos cursos: el Rescue y posteriormente el Day Master, que es un buceo un poco más especializado.
Interesante, en nuestro país pocos saben del buceo nacional. ¿Fue difícil hacerlo?
El Day Master fue mi reto más grande y exhaustivo de mi capacidad física, porque el examen consistía en estar sumergidos en el agua con otra persona a cinco metros de la superficie, hincados en la arena y cambiándonos el equipo. El problema es que el instructor está viendo que hagamos todo correctamente y nos quitaba la máscara, el regulador para respirar y nos está inflando el VCD para crear estrés. Eran tres oportunidades y casi me ahogo en la segunda.
Nos había mencionado que le gustaba la música. ¿Qué estilo le apasiona y por qué?
Mi música favorita es el rock, principalmente el heavy metal y el death metal. Entre mis bandas preferidas están Black Sabbath y Cannibal Corpse. Comencé a escuchar rock por la moda del momento, ya que estaba de moda Guns and Roses, Poison y todos esos grupos de los 80 y 90.
¿Con quiénes compartía este género musical?
Crecí escuchando esa música y cuando estaba en el colegio me encontré con más compañeros que tenían esa afinidad y pues intercambiábamos casetes en aquel entonces. Los grabábamos y los escuchábamos, y así nació ese gusto por escuchar este tipo de música.
¿Por qué sigue siendo metalero en la actualidad?
Lo que me gusta de esta música es cómo suena el solo de las guitarras eléctricas, realmente no me importa tanto la letra, si no cómo suena en sí la música y lo que genera. Y eso lo que produce en mí son ganas, me activa y me concentra cuando estoy escribiendo documentos en el trabajo porque me siento a gusto escuchándola.
Y sobre el deporte, ¿sigue practicando alguna disciplina en sus tiempos libres?
Siempre sigo practicando el baloncesto, pero ya no en un equipo como de joven, si no que lo juego de vez en cuando en el tiempo que voy a las canchas de Valle de Ángeles, que es donde vivo con mi familia.
Habló de muchas facetas de su vida, ¿pero qué se siente ser el director del Zoológico Rosy Walther?
Es una experiencia nueva, porque como biólogo siempre he trabajado en la conservación, pero con las especies ex situ en áreas protegidas tanto marinas como costeras. Pero con especies ex situ que están en un zoológico confinadas nunca había tenido esa experiencia, es totalmente diferente y es un reto y una escuela el trabajar aquí.
¿Pero tiene su animal favorito dentro del recinto capitalino?
El jaguar es mi animal favorito, realmente Mincho es emblemático y, a pesar de que es un animal imponente, por lo que representa un felino, realmente cuando me acerco a él y le hablo se muestra tan cariñoso...
¿Y a su esposa cómo la conoció y cómo la flechó?
A mi esposa la conocí en San Estaban, Olancho, porque trabajé en el Instituto de Conservación Forestal (ICF), en la regional de Gualaco. En una visita a San Esteban, acompañando a un amigo a un banco en el que ella trabajaba, la vi, me gustó mucho, me acerqué a ella, comencé a interactuar y así poco a poco nos fuimos conociendo.
¿Cómo es con la familia en sus días libres?
Me encanta salir a caminar, ver la naturaleza con mi familia y siempre trato de enseñarle a mis dos hijos el amor por la naturaleza y el respeto a ella, como yo lo aprendí.