La muerte no conoce de esperas. Tan incierta -y dolorosa- como que un día te tiene frente al ataúd de la abuela paterna de la familia y al siguiente pasa su mortal hoz sobre ti y tu hijo de 10 años.
Wendy Lizeth Andino (36) recién llegaba del entierro de la abuelita de su vástago, Anthony González, en Juticalpa, Olancho, oriente del país. La lluvia se hacía presente tal y como lo habían avisado los pronósticos: copiosa y feroz.
Madre e hijo se sumaron la noche del viernes a la lista de víctimas por lluvias en la capital de Honduras.
La progenitora hizo el viaje con sus otros cuatros hijos, pero al regreso dos de ellos se fueron a dormir en la casa de su papá, puesto que estaban separados. Ambos vivían en la colonia Oscar A. Flores, pero en diferentes sectores.
'Ella estaba separada del papá de los niños... trabajaba en la colonia por ellos', relató uno de los vecinos durante el doloroso momento del rescate.
Se crea en el destino o no, irse con su padre en el sector El Coco fue una decisión que a la larga mantiene hoy con vida a otras dos almas.
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Las vecinas se alivian entre el luto: 'Se quedaron los otros niños con el papá. Se salvaron los otros niños. Ella los hubiera tenido, todos se van'.
En tanto, Anthony quiso dormir protegido por el calor de su madre en un pequeño edificio de apartamentos, mientras el agua hacía un escandaloso ruido en el techo.
Otra de las hijas también pudo sumarse al listado de víctimas. Decidió dormir en el mismo inmueble, pero con sus abuelos maternos, a unos metros de la muerte.
La lluvia, como muchas veces en la Tegucigalpa de los contrastes, era bravía e incesante. Wendy y Anthony estaban en la cama y quizá no reparaban del peligro a sus espaldas.
A las 10:15 de la noche, un estruendo avisó a los vecinos de una tragedia. El muro del edifico colapsó sobre madre e hijo.
'No se esperaban esto, fueron a enterrar a la abuela, ella murió, y venían de Olancho', relató una de las familiares de Wendy.
Uno de los vecinos recuerda oír los gritos desgarradores de una mujer suplicando auxilio. Un llanto que se ahogaba entre los golpes del agua sobre los techos.
Eran las 10:30 de la noche y la alerta pasó de la cuadra a la estación de bomberos. 19 minutos más tarde los medios de comunicación reportaban el soterramiento.
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Un vecino recuerda las horas de angustia durante la búsqueda y los pedidos de auxilio desde el centro de los escombros, pero lo que menos olvida es el silencio... ese silencio que aniquilaba las esperanzas de encontrar con vida a Wendy y Anthony.
El rescate se logró hasta la mañana de este sábado y deja unas imágenes tan fuertes para reflexionar toda una noche: madre e hijo juntos en su lecho de muerte, tan parecido a cuando el pequeño vio la luz del mundo.
'Anoche que estaba en mi cama, en mi casa, me habló una de mis hijas... pero lastimosamente no pude venir', mencionó una señora que se identificó como madre adoptiva de Wendy.
Y en estos momentos es donde afloran los sentimientos de culpa y dolor. Los 'hubiera' para solucionar ese bancarrota, pero que nunca existirán.
'Yo exactamente no vi todo eso anoche, si hubiera estado presente, cualquier cosa hacemos por salvarla a ella', manifestó afligido un familiar.
Los restos de las víctimas serán sepultadas en el cementerio Tierra Santa en la colonia La Era de Tegucigalpa.
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