Los rastros que los victimarios dejaron en sus cuerpos reflejan el odio y la saña con que fueron atacados. Algunos informes forenses revelan que fueron acuchillados, desfigurados y golpeados cruelmente.
Todos los cuerpos, que fueron envueltos en sábanas o dentro de costales plásticos, estaban tirados en solares baldíos y vías públicas a la intemperie.
Lo que más preocupa a las organizaciones defensoras de derechos humanos y sociedad civil es que más del 90 por ciento de los crímenes se encuentran en la impunidad.
Ola de crímenes
El 2 de septiembre hallaron a dos personas muertas, una encostalada y la otra ensabanada. Un cuerpo fue hallado entre la maleza en una de las calles de la colonia Cerro Grande; el segundo cuerpo fue tirado a la orilla de la calle principal de la aldea Guasculile.
Un día después en la colonia Centroamérica de la capital de Honduras fue encontrado el cadáver de un hombre, envuelto en una sábana. En este caso, testigos oculares narraron que el cuerpo sin vida fue tirado desde un vehículo en marcha que rápidamente se dio a la fuga. El cadáver presentaba golpes en el rostro y señales de ahorcamiento.
Ese mismo día fue identificada Sarah Yessenia Castillo Argueta, una joven de 15 años de edad que fue hallada en una bolsa plástica en la colonia El Carrizal de Comayagüela.
Este miércoles 5 de septiembre dos cadáveres ensabanados fueron encontrados en la capital: uno en la colonia 1 de Diciembre y otro en la colonia Cerro Grande, zona 2.De las víctimas se sabe que son estudiantes de secundaria, hijas, madres. De los victimarios se sabe poco o nada.
Los hondureños exigen que las autoridades actúen y no permitan que los delincuentes sigan cobijándose en la impunidad.