TEGUCIGALPA, HONDURAS.-La sociedad hondureña, golpeada por el clima de muerte e inseguridad, está padeciendo ya desgarradoras historias envueltas en el oscuro manto de los suicidios que en las últimas semanas parece haberse concentrado en niños y adolescentes.
Este tipo de situaciones mantiene alarmado al país que durante el año ha reportado un repunte de casos y que oscilan en los 356, según cifras de la Policía Nacional.
Cifras publicadas por el Centro de Estudios para la Democracia (Cespad) y atribuidas al Observatorio de la Violencia indican que en 2016 se registraron 303 casos de suicidios, en 2017 un total de 396, mientras que en 2018 un total de 350.
El Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) establece en sus cifras que en los últimos diez años se han suicidado 2,750 personas, lo que equivale a un total de 27 suicidios por mes.
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Inocencia
La psiquiatra con orientación infantil, Jessica Barahona, explica que “en los niños no hay un conocimiento de en qué consiste la muerte, en el sentido de que ellos consideran que la muerte es una situación que puede ser reversible”.
Desde el punto de vista de la experta, “debe haber mayor responsabilidad a través de los medios de comunicación, al transmitir los suicidios... porque esto si no es tratado de forma muy prudente, puede generar que sea un efecto de imitación”.
“En mi experiencia, cuando entrevisto a estos niños (con tendencia suicida), les pregunto por qué razón, si es que han visto algún ejemplo de sus familiares; ellos me dicen: no, lo leí... lo vi en la televisión”, arguye Barahona.
Factores
La psicóloga Mireya Hernández es del criterio que “hay muchos factores, el famoso bullying (burlas), la adicción a los videojuegos, la desintegración familiar y la violencia domestica”, son algunos de los factores que originan un ambiente de suicidio.
Además, enfatiza en que “los cambios en la actualidad es la comunicación; ya los padres no se ocupan de sus hijos por trabajar y les compran cosas materiales para compensar esa ausencia”.
Ambas expertas coinciden en que si el menor se desarrolla en un núcleo familiar fuerte, las posibilidades de que un menor se vea orillado a tomar una decisión de estas son mínimas.
Indagar de forma permanente quiénes son las amistades de sus hijos y qué están haciendo en esos círculos de amistad sugiere Barahona, que asegura que los niños llegan a tener una noción de lo que es la muerte a partir de los 12 años, a pesar de esto, en el país se han presentado casos en niños menores de 12 años.
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