COMAYAGÜELA, HONDURAS.- En el momento que se aprestaba a ingresar a su vivienda, en la colonia Villa Unión, al norte de Comayagüela, un dirigente del Partido Nacional de Honduras fue acribillado a disparos.
El crimen se registró alrededor de las 9:30 de la noche del jueves, cuando el político fue interceptado, al parecer, por varios sujetos que esperaban su llegada en la proximidades de su casa, en la calle principal de la colonia capitalina.
La víctima respondía en vida al nombre de Óscar Obdulio Licona Beltrand, de 52 años de edad, originario del municipio de Orica, departamento de Francisco Morazán.
La víctima cayó fulminada producto de la fuerte descarga de disparos. Vecinos y familiares salieron a los pocos minutos del tiroteo para cerciorarse qué era lo que había ocurrido, llevándose la infausta sorpresa.
Los sicarios huyeron rápidamente del lugar en total impunidad y sin que nadie pudiera alertar sobre el hecho criminal.
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No había ni un militar
La zona en donde se dio el homicidio está permanentemente resguardada por un contingente militar, sin embargo, la noche del jueves, las calles de la colonia Villa Unión lucían desoladas. Óscar Licona laboraba como subgerente del departamento de Auditoría Interna en la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC).
De igual manera, era un reconocido dirigente de barrios y colonias de la capital del designado presidencial y aspirante Ricardo Álvarez, quien condenó el crimen y pidió castigo para los culpables.
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Denuncia en red social
EL HERALDO conoció que Licona Beltrand hizo pública mediante su cuenta de una red social una amenaza de la que habría sido objeto, a finales del año anterior. En el mes de diciembre el dirigente nacionalista publicó que si algo le pasaba era por culpa de las personas que detallaba en la publicación, extremo que ahora está siendo investigado por los entes de investigación del Estado.
El cuerpo de Óscar Licona fue retirado de la morgue del Ministerio Público la madrugada del viernes y hoy será su sepelio en un cementerio de la capital.
Compañeros de labores manifestaron que el infortunado era un hombre amable y de buen trato hacia los demás.
