La podredumbre al interior de la Policía Nacional de Honduras que estalló con la muerte de dos jóvenes universitarios parece una cadena sin fin.
Y es que los asesinos de Carlos David Pineda y Rafael Alejandro Vargas ya le habían quitado la vida a otros cuatro jóvenes, apenas 22 días antes del crimen que estremeció a la institución policial y al pueblo hondureño.
Así consta en el requerimiento que será presentado en las próximas horas ante el Juzgado de lo Penal de la capital de Honduras por la Fiscalía de Derechos Humanos.
De acuerdo al documento, el subinspector de Policía Carlos Geovanny Galeas Cruz y los agentes Wilfredo Figueroa Velásquez y Santos Arnulfo Padilla, habrían terminado con la vida de otros cuatro jóvenes, estudiantes y trabajadores, quienes se dirigían a una cancha de fútbol de la colonia Kennedy, al este de Tegucigalpa.
En el expediente se establece que el 29 de septiembre de 2011, los jóvenes Cristian Castillo Orellana, Álvaro Fernando Flores Lagos, Sergio Josué Flores Lagos y Ever Pavón Santos fueron interceptados por los policías y posteriormente ejecutados.
Sus cuerpos fueron encontrados un día después en el sector de Los Hornitos, en la carretera que conduce al sur de Honduras, cerca de donde fueron encontrados los cadáveres de los universitarios.
Aunque el requerimiento no especifica las causas de los homicidios, sí establece que existe evidencia clara que prueba la identificación de los agentes y el subcomisario en el hecho.
De los implicados, solo Santos Arnulfo Padilla se encuentra guardando prisión, ya que el 27 de octubre de 2012 se entregó a las autoridades por el asesinato de Pineda y Vargas, este último, hijo de la rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Julieta Castellanos.
Aún siguen prófugos de la justicia Carlos Galeas y Wilfredo Figueroa, para quienes la Fiscalía solicitará orden de captura.
