TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El drama, la angustia y el dolor se apodera de los familiares de las privadas de libertad que fallecieron en la matanza de la Penitenciaría Nacional Femenina de Adaptación Social (PNFAS). A más de 24 horas del trágico hecho, esperan impacientes los cuerpos de sus parientes afuera de las instalaciones de Medicina Forense en Tegucigalpa, capital de Honduras.
Algunos revelaron que sus parientes estaban a puntos de salir de la prisión, pero la tragedia que cobró 46 vidas -según la última actualización de las autoridades- impidió que se reinsertaran a la sociedad.
Otro grupo de parientes contaron que estaban en el “limbo” porque no saben datos concretos sobre sus hijas, hermanas o conocidas. Solo desean saber si están vivas o muertas, por lo que están monitoreando constantemente las listas que a paso lento está revelando Medicina Forense.
Mientras los minutos transcurren, las autoridades forenses entregan uno a uno los féretros a los familiares devastados. Los cuerpos son abordados por un vehiculo fúnebre que los movilizará hasta su lugar de origen.
La postura de los familiares es clara: esperan celeridad en el proceso de identificación para acabar con la angustia y zozobra que los atormenta.
Llanto incontrolable de familiares
Los parientes viven momentos difíciles afuera de la morgue capitalina, muchos no durmieron y los pocos que lo hicieron, durante breves minutos, tuvieron que enfrentarse a condiciones incómodas.
Hoy, a 24 horas de la tragedia, se levantaron con la esperanza de que la muerte de su pariente fuera sólo una pesadilla, pero al abrir los ojos un golpe de realidad los sacudía: estaban en la morgue y el baldazo de la realidad fue aún más doloroso.
Una vez confirmado que sus parientes estaban en los listados de fallecido, el dolor invadió nuevamente el lugar que amaneció con un silencio sepulcral.
”Claudia era mi mejor amiga”
No solo familiares llegaron hasta la morgue, también amigas de privadas de libertad que demostraron que la amistad sobrepasa barreras. En este caso fue doña Berta, quien se autodenominó “la mejor amiga” de Claudia Patricia Baquedano.
“Éramos vecinas, yo me sabía llevar bien con ella. Viera anoche como lloré con mi niña”, expresó doña Berta entre sollozos y sin poder aceptar la trágica notica.
Según relata doña Berta, Claudia tenía una niña con la cual salía a vender ropa y no andaba en “nada malo”
“Yo la aconsejaba y le decía que tuviera cuidado siempre que salía a vender. Usted cuídese”, dijo.
Su fiel amiga se encuentra a la espera de reclamar y acompañar a los familiares de Claudia en estos momentos difíciles.
Niños que llegan a la morgue reciben atención psicológica
Con el objetivo de abordar los daños postraumáticos derivados de la tragedia, actualmente se brinda atención psicológica a varios niños a cargo de miembros de la Cruz Roja. Han instalado carpas especialmente dedicadas a esta labor.
Los pequeños mostraron alegría e inocencia al recibir un libro de dibujo, y su única preocupación era colorear los dibujos de la mejor manera posible.
A pesar que el ambiente era doloroso, los menores son olvidaron por un momento de la tragedia que dejó a 46 fallecidas.
Uno a uno van retirando los cuerpos
A medida que pasaba el tiempo, los cuerpos de las mujeres eran entregados uno a uno a sus familiares.
Los vehículos fúnebres llegaban a la morgue capitalina para esperar el traslado de más cuerpos.
Las autoridades de Medicina Forense identificaron plenamente a un total de 23 reclusas fallecidas por arma blanca o fuego, mientras que otros 23 continúan en proceso, pues se realizarán por el riguroso método científico de odontología o ADN.