Tegucigalpa, Honduras
Cerrar sus ojos es verla sonreír, jugar, bromear, hablar... es verla con vida, es tener la certeza de que ahí está y que permanecerá siendo su niña hasta que Dios los vuelva a juntar.
Elvin Colindres, padre de Génesis Colindres, la estudiante del Instituto Central Vicente Cáceres (ICVC) que fue asesinada a 100 metros de llegar a su colegio, sufre, llora, grita, respira profundo y busca una explicación que le ayude a entender el porqué está sepultando a la “niña de sus ojos”.
En cada palabra demuestra su amor por su bebé, que pese a tener ya 16 años sonreía y jugaba como una pequeña. “Lo dejo en manos de Dios y confío en la autoridad de Honduras que se va a encontrar a los responsables”, exclamó.
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Último adiós
Una caravana de vehículos resguardó el camino de Génesis Colindres hasta el cementerio Jardines de Paz Suyapa, su última morada.
En el lento trayecto, la familia y amigos de la menor, estudiante del noveno año del ICVC, comentaron los mejores recuerdos que compartieron con ella.
Fotografías y mensajes de esperanza se asomaron desde los vehículos que parecía que no querían llegar al destino final. Una vez en el cementerio comenzaron los cantos, esos que les desgarran el alma a los familiares que perdieron a un ser querido y que les ayudan a encontrar un pausa entre las lágrimas.
Junto al ataúd se vio a la madre de la jovencita, ella no se separó ni un instante de Génesis, entiende que ahí va una parte de su corazón que no volverá a ver jamás.
Los amigos cantan, lloran y gritan, “nunca te vamos a olvidar”, “te amamos Génesis, estás en mi corazón”. Su padre se abre espacio para cargar a su hija por última vez, así como cuando era una bebé, pues pese a que está adentro de un ataúd, para él es mostrarle cómo lo hizo por más de 16 años y cuánto la ama. Más palabras de amigos, vecinos, compañeros y familiares antes de desearle el descanso eterno.
A Génesis Colindres la recuerdan feliz, como una buena alumna y muchacha de casa, quien soñó siempre con ser una licenciada en administración de empresas.
Esos sueños los manifestó su padre, con quien la menor tenía una buena relación. Todo quedó en el aire la mañana del viernes 13 de abril cuando la vio salir de su casa en la colonia Flor del Campo sin imaginar que no la volvería a ver jamás.
Y es que despiadados asesinos interrumpieron el camino de la menor a 100 metros de llegar al Instituto Central Vicente Cáceres, quitándole la vida de varios impactos de bala.
Hasta ahora no hay pista de los asesinos ni promesas de los operadores de justicia. Del asesinato solo quedó la evidencia del vehículo donde se transportaban los asesinos. En ICVC hay otro pupitre vacío.
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