El 58% de vehículos que circulan en Honduras superan los 10 años de antigüedad, un equivalente a 596,465 automotores, según datos del Registro Vehicular del Instituto de la Propiedad (IP). El resultado: un mayor riesgo de accidentes, altos niveles de emisiones contaminantes y, sobre todo, elevados desembolsos de reparación si no se lleva un correcto mantenimiento preventivo.
Darwin Henríquez, jefe de taller Allas, señala que el desgaste de la banda de tiempo prevalece entre las más comunes. “Este es uno de esos componentes vitales en un auto, protagonista de una de las averías por despiste más comunes y que puede suponer las operaciones más caras en taller si presenta rotura”, explica.
En concreto, su mal estado puede dar lugar a una pérdida de prestaciones, causando graves averías internas al motor, cuyos costos de reparación podrían superar los 20 mil lempiras.
Se considera que en el período de diez años se debe haber realizado tres cambios de conjunto de llantas como mínimo. |
Henríquez apunta que a la hora del cambio periódico se debe sustituir el resto de elementos periféricos como los tensores, retenes de árboles de levas y del cigüeñal, así como la bomba de agua si se acciona por la correa, evitando defectos a posteriori.
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En conducción se recomienda hacerla trabajar lo mínimo posible, cuidar las presiones de inflado de los neumáticos y, si es posible, no mantener el penal de freno pisado mientras gira la dirección y al maniobrar no forzar. En cuanto al sistema de frenos normalmente se ven afectadas las pastillas, disco y el líquido de freno (fluido hidráulico).
“Mientras que los elementos frenantes se cambian cuando están desgastados (o bien al superar los 20 mil kilómetros), el fluido hidráulico se sustituye cada 30,000 o 40,000 kilómetros o cada dos años”, añade.
En la misma línea están los sistemas de seguridad, como los anclajes de los cinturones y los tubos de escape, que son propensos a presentar ciertas fisuras con el tiempo.
La corrosión es otro problema que les juega en contra a autos de más de 10 años. El polvo, excremento de pájaros, la salinidad del agua o la arena de mar al estar en contacto permanente con partes metálicas o pintura provocan corrosión y con el paso del tiempo debilitan la estructura de la carrocería.
La clave está en lavar el vehículo con frecuencia y con los materiales adecuados sin alterar la vida útil de la pintura.
