TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Las serenatas, poemas y adornos florales no llegarán a todas las tumbas; en vísperas del Día de Difuntos, los cuerpos que son olvidados en el Centro de Medicina Legal y Ciencias Forenses jamás tendrán las muestras de afecto de los que en vida fueron sus familiares, amigos o conocidos.
Mientras la ciencia magistral congela el cuerpo y mente de los que yacen abandonados en el cuarto frío de la morgue capitalina, la esperanza de un mejor día es imposible para los que una vez fueron alguien.
Abandonados
Escudriñando los datos del centro algunos “afortunados” pudieron ser identificados, a otros su nombre se les reemplazó y son parte del papeleo, un código da fe de su ingreso.
Los conocidos o desconocidos tienen algo en común, moran a la espera de sus parientes para ser inhumados y completar el terrenal ritual que marca el final del ciclo de la vida: ser sepultado con dignidad.
Los empleados de la morgue capitalina explican que la ley da un plazo de entre siete a diez días de espera para retirar los cuerpos, sin embargo, en el lugar la estadía se prolonga hasta por tres meses.
Aún con la extensión, cientos son abandonados; el desconocimiento, la falta de recursos o simplemente la indiferencia genera entierros masivos cada año.
Para agilizar la entrega de los cadáveres, Medicina Forense hace de conocimiento público a través de los medios de comunicación las identidades de las personas; aunque realizan múltiples llamados, no todos los cuerpos son retirados y terminan abandonados.
En ese caso, según la ley, pueden ser enviados a la Facultad de Medicina para ser estudiados, sin embargo, los cuerpos son enterrados.
Cementerio humanitario
Antes del 2016, los cuerpos eran enterrados en una fosa común, sin embargo eso cambió.
Gracias al trabajo mancomunado entre la Cruz Roja Internacional, la Alcaldía Municipal y el Ministerio Público.
Por ellos el cementerio humanitario Jardines de Los Ángeles, edificado en el kilómetro 14 de la carretera que conduce hacia el departamento de Olancho, entró en vigencia.
En el lugar, 300 nichos sirven de morada durante dos años a los olvidados, estos posteriormente son trasladados a una fosa común.
Apilados uno sobre otro, son expulsados acompañados únicamente por los encargados de abrir el hueco en la tierra, mientras el patólogo y odontólogo forense certifican el entierro.
En la realidad, el camposanto en la periferia de Comayagüela se convierte en la última morada de cuerpos provenientes de Olancho, Choluteca, Valle, Comayagua y El Paraíso.
Reclamo del cuerpo
Para retirar un cuerpo de la morgue se necesita la identidad original del fallecido y la del familiar que lo reclama.
En caso de ser la esposa o compañera de hogar del occiso, deben presentar copia del acta de matrimonio o copias de la partida de nacimiento de los hijos que tuvieron en común.
Asimismo se necesitan dos testigos con su respectiva identidad, fotocopia más el féretro con una sábana.