TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Aquellas enormes montañas de basura, el pestilente olor generado por la descomposición de desechos y la bomba de tiempo que representaba el botadero municipal se van desvaneciendo en la salida a Olancho.
Las autoridades locales emprendieron desde el 2020 el ambicioso y necesario cierre técnico del botadero municipal, que comprende la clausura de las celdas 1 y 2, las de mayor capacidad y uso, hasta el drenaje de lixiviados, una especie de líquido que se produce por la basura y es tóxico.
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Este proceso se realiza cuando ya se agota el espacio de las celdas para depositar basura, y en el caso del botadero del Distrito Central que data de 1978 y con más de cuatro millones de toneladas de basura en su historial, era urgente ejecutarlo.
A pesar de los atrasos que generó el confinamiento obligado por la pandemia de covid-19, los trabajos en el relleno han avanzado a buen ritmo y ya el proyecto presenta un 65 por ciento, aseguró la Alcaldía.
EL HERALDO recorrió el botadero municipal y confirmó que de aquella cruda imagen de cerros de promontorios que alcanzaban hasta 130 metros de altura, ahora se observan terrenos estabilizados, como si fueran montañas de arena y algunos han comenzado a cubrirse con un tipo de césped tipo estrella, el cual evita la erosión y permite la estabilidad en los taludes.
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El proyecto está a cargo de la empresa Pinel Hidrosuelos y bajo la supervisión de la empresa CINSA.
Dentro de los planes se encuentra la habilitación de la celda número 2 para que en ella se pueda depositar desechos sólidos mientras se cuenta con la celda 3, que sería un nuevo relleno sanitario.
Proyecto a futuro
El cierre de celdas es la primera etapa del proyecto y para su ejecución se han destinado más de 80 millones de lempiras provenientes de fondos locales.
Germán Pavón, titular de la Gerencia de Aseo Municipal, informó que a futuro se quiere habilitar en la celdas cerradas una especie de parque y centro didáctico para que los estudiantes y capitalinos conozcan sobre el proceso de recolección y disposición de los desechos sólidos en un relleno sanitario moderno, sin montañas de desechos ni malos olores.
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