Solo recibió 30 mil lempiras, cifra que no llega ni a la mitad del costo real de su automotor.
“¿Y la necesidad, pué?” se preguntó el sujeto al tiempo que se le dibujó una actuada sonrisa en su rostro ante la interrogante de por qué acudió a una casa de empeño.
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Pese al riesgo de obtener una pérdida, estos negocios son más visitados de lo que aparentan. Al menos se registran unos cien locales de este tipo distribuidos entre Tegucigalpa y Comayagüela,
“En la pandemia, no es que nos fue al cien, pero no fuimos tan severamente afectados, gracias a Dios tenemos visitas diarias y seguimos operando los mismos que hace años”, dijo tras solicitar que se omitiera su nombre.
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¿Necesidad?
Gladys Matamoros laboró por más de un año en Empeños La Moneda, ubicado en el centro de la capital, y según sus apreciaciones, la mayoría de los clientes acudían a esos lugares por necesidad.“Aunque nunca olvido a una señora que llegaba a empeñar de todo, pero es que era jugadora de casino”, agregó.
Para el economista Claudio Salgado, “cuando el capitalino va a una casa de empeño, significa que ya ha agotado todas las opciones, es decir que no es bancable, y no puede acudir a instituciones financieras, es entonces donde comienza a vender sus activos”.
Sobre los intereses, el experto sostuvo que al sacar un promedio mensual, la cifra no parece alarmante, sin embargo, el cálculo anual por concepto de interés supera el que se pueden generar por las tarjetas de crédito, aseguró.
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Omar Ulloa, encargado de Empeños El Olimpo, ubicado en la esquina opuesta al antiguo cine Centenario de Comayagüela, aseguró que “nuestra idea nunca es que el cliente pierda el artículo, contrario a ello, queremos ayudar”, al tiempo que indicó que esos negocios manejan una tasa de interés del 15% mensual. En el recorrido realizado por EL HERALDO, algunos propietarios de negocios de este tipo afirmaron que recibieron más clientela con motivo de la Semana Morazánica, algunos para irse de vacaciones y otros en el retorno.
Sin embargo, aducen que la clientela en estas casas de empeño ya son “fijos”, por lo que con la reapertura de la economía, ahora sus clientes llevan artículos más suntuosos. Es decir que si antes llevaban un celular, ahora acuden con una computadora portátil, con el fin de obtener más efectivo.
En algunos negocios se pide la factura de artículos como celulares, para evitar que se empeñen productos robados.
Por su parte, Felipe Maldonado, experto en psicología, consideró que recurrir a los empeños puede ser un hábito común entre cierta población pero no necesariamente de personas de escasos recursos económicos.
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