TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Alejandro Paz se aproxima a la jaula y el rey se emociona, un par de sonidos del biólogo y Simba se agita; como un gato gigante intenta frotarse con el científico, su amigo, con el que generó una conexión casi surrealista.
El encuentro cercano no es con los visitantes, es exclusivo con él, su único amigo; cualquier desconocido que no acate las reglas e irrespete el espacio del león, tendrá graves consecuencias.
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Quizás el apellido Paz relaje al felino, no obstante, el experto reitera que aunque existe un vínculo y le “habla chiquito” —para recibir como respuesta rugidos— siempre le guarda respeto a Simba, el rey del Rosy Walther. El felino, de más de diez años, está bien cuidado y en óptimas condiciones.
Recibe cada día, a excepción del martes y viernes, entre 20 a 22 libras de carne de res y pollo de primera calidad.
Paz detalló que los leones rugen en horarios crepusculares, recibe repelente dos veces por semana para alejar los tórsalos y al igual que los otros felinos el enriquecimiento ambiental nunca le falta.
Géminis
Otros felinos que cautivan los visitantes son Negrón, la pantera y Micho, el jaguar. Aunque Heydi Carballo, bióloga encargada de ambos, lo explica, los visitantes también lo pueden comprobar, ellos son como “el día y la noche” y no por sus colores.
Carballo explica que Micho está “súperimprontado”; aunque presenció la muerte de su madre antes de ser robado, dejó atrás el pasado y no teme de los humanos y disfruta ser observado. Negrón es otra historia, es tímido y al salir de la oscuridad que ofrece su recinto, por su andar parece mal humorado.
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El impronta avanza despacio en el jaguar melánico. Por su cautiverio, ambos jaguares hacen dieta dos días, entre ambos consumen 13 libras de carne, siete de ellas son para la pantera.
Mientras se avanza por el zoológico, dos hermanos —Bizcocho y Kiri— descansan, juegan y observan desde las alturas, pero estos pumas con color no son los únicos en el recinto, también pueden encontrarse tigrillos y gatos de monte.
El llamado de los expertos que dan vida al recinto se mantiene y es reiterativo, los visitantes no tienen que tocar las mallas, no molestar a los animales y no salir de los senderos para aproximarse demasiado a los felinos.
Asimismo, es prohibido dar comida a los animales, ya que hay un personal técnico profesional que se encarga de dar alimento de calidad a los mismos.