Son seres vivos presos que no han cometido delito alguno.
Su colorido plumaje, amigable carácter o bien la elegancia de su apariencia los han convertido en el blanco de los facinerosos que a costa de su vida se agencian de elevadas cantidades de dinero.
Se trata de la fauna silvestre, que en la actualidad permanece en jaulas como adorno de miles de viviendas de la capital, luego de haber sido traficadas.
Se estima que cada mes ingresan a la capital unas 4,000 aves, como pericos, loros, pájaros exóticos, entre otros.
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De esta cifra, sobreviven el 50 %, es decir unos 2,000, los que generan unos 700,000 lempiras, pues son comercializados en 350 lempiras como mínimo.
Las ventas se realizan de manera ambulante, en los mercados y hasta por medio de redes sociales.
Es por esta razón que el tráfico ilegal de la vida silvestre ha convertido a la ciudad en la zona donde existe una mayor cantidad de fauna nativa en cautiverio y de manera ilegal, según Iris Acosta, técnico del área de Vida Silvestre, del Instituto de Conservación Forestal (ICF).
Otras ciudades se suman a la lista, como San Pedro Sula y La Ceiba.
“Los animales que más son víctimas de este delito son los pericos, loros, guaras, algunos felinos y reptiles”, manifestó Acosta.
A pesar de que la tenencia de animales silvestres es un acto ilegal, el ICF es el encargado de registrar a la fauna que ya se encuentra en cautiverio a nivel nacional.
“Hasta la fecha, solo tenemos registradas unas mil especies, sin embargo, sabemos que hay muchas más”, aseguró la entrevistada.
Del total de animales que se encuentran con permiso de tenencia en el país, el 80% se localiza en el Distrito Central, y en su mayoría son loros y guaras.
No obstante, se estima que la cantidad real de animales que se encuentran en cautiverio sea unas diez veces mayor a la cifra reportada en la institución estatal.
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“Las personas no vienen porque no tienen la forma de documentar cómo o dónde adquirieron el animal”, explicó Acosta.
Además, para poder obtener el permiso deben pagar 400 lempiras por cada animal y solo se puede autorizar un máximo de cinco animales por dueño.
Denuncias
Para denunciar, se debe acudir al ICF; de forma posterior se hace una evaluación de la condición del animal.
En caso de encontrar una especie en peligro, se reporta a la Fiscalía del Ambiente, y estos a su vez citan a los propietarios y luego se decomisa al animal.
Las especies rescatadas son trasladadas a centros como El Picacho o El Ocotal.
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Las regiones donde los expertos han identificado que los animales son capturados para luego ser comercializados en las grandes urbes son La Mosquitia, el Lago de Yojoa, Islas de la Bahía y la zona sur del país.
“Este tipo de comercio ilegal se ha convertido en el tercer tipo de tráfico más lucrativo, después de las drogas y las armas a nivel mundial, y en casos como el de Honduras, hasta somos una zona que alimenta y provee a países como Estados Unidos”, sentenció la entrevistada.
Ventas en la ciudad
Por su parte, Silvia Alfaro, presidenta de La Casa de Noé, un centro refugio de animales maltratados, dijo que las principales zonas donde ingresan los animales es por el sur de la capital y en la carretera hacia Olancho.
“Muchos son amarrados, encostalados y hasta los embriagan para dormirlos”, condenó la defensora de los animales.
En el mercado San Isidro se puede observar la venta ilegal de estos animales.
En la entrada del establecimiento comercial hace unos días se ofrecían a precios módicos unos 10 pericos verdes que, según informó el comerciante, habían sido traídos desde La Mosquitia.
Cada una de las aves era ofrecida a 350 lempiras.
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A pocos metros, otra jaula repleta de estas mismas aves, pero valoradas a 450 cada una, sea hembra o macho, al igual esperaban algún cliente.
“Le aseguro que hablan, me las trae un muchacho del sur, y acaban de emplumar, se me venden rápido porque a la gente le gustan mucho”, manifestó una de las vendedoras.
Dentro de la plaza de ventas el ambiente es menos esperanzador, ya que garrobos, conejos silvestres, entre otras especies, esperan al mejor postor.