Como cada año desde hace más de una década, doña Marco García Isidro se instaló esta madrugada junto a decenas de vendedores en las gradas de la Catedral San Miguel Arcángel de la capital de Honduras.
A sus 76 años, espera que Dios le permita vender en el transcurso del día las palmas de olivo y cruces que elabora previo a la celebración del Domingo de Ramos.
Llegó anoche a Tegucigalpa, procedente de la aldea Los Amates de Alubarén, acompañado por una de sus hijas y su nuera.
Mientras sus manos arman los ramitos que serán usados en memoria del ingreso del Rey de Reyes a Jerusalén, recuerda que comenzó a elaborarlos hace más de 10 años, cuando quedó a cargo de sus seis hijos ante la ausencia de su esposo, quien permaneció recluido por más de 14 años en la Penitenciaría Nacional por homicidio.
'Tenía seis hijos que yo los estaba criando haciendo petatillos día y noche, tejiendo para criar a mis hijos', contó a EL HERALDO la mujer.
Comentó que el trabajo ha sido arduo desde entonces, pero que sus hijos y más de una decena de nietos la acompañan aunque ya formaron sus propias familias.
Antes de regresar mañana a Alubarén, doña Marco guarda la esperanza de que el gobierno de Honduras le tienda la mano en el ocaso de la vida.
Tanto las palmas de olivo como las cruces se venden a cinco lempiras en la plaza central Francisco Morazán.