TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “El escritor Matías Funes (padre) afirmaba que cuando trabajó en la marina mercante, anduvo de puerto en puerto. Al retornar a Honduras andaba de puerta en puerta ofreciendo los libros a potenciales lectores”, recordó el reconocido historiador hondureño Mario Argueta, para dar a entender las diversas dificultades que enfrentan los escritores en el país.
Y es que el camino de un autor que decida publicar sus textos o libros cada día se vuelve más estrecho, pues los costos de producción en las editoriales son elevados debido al encarecimiento de los materiales.
A esto se suma la dificultad que enfrentan ante una sociedad que no está muy dada al ámbito de la lectura. Para Argueta, tanto los costos de papel, tinta, materiales y mano de obra suben cada vez más, quedando como opción publicar únicamente en formato digital.
En relación a este tema, la escritora Mayra Navarro refirió que hay una serie de desafíos del autor al tratar de publicar su trabajo, principalmente cuando intentan hacerlo por primera vez: rechazo editorial, competencia en el mercado, un público adecuado, entre otros.
Editoriales
Para el gestor cultural Salvador Madrid, el libro como objeto en Honduras sigue siendo bastante básico porque se carece de la materia prima necesaria, “normalmente se sigue produciendo con cartoncillo y papel bond de baja calidad, y si uno quiere hacer libros de mayor calidad el costo es altísimo”, consideró.
Madrid indicó que el precio de producción de una obra depende de la calidad de los materiales, la extensión del libro y el diseño: “No es lo mismo diseñar un libro pasta dura con un papel editorial crema que hacerlo con papel bond”.
Para que una obra tome forma requiere de varios procesos, en primer lugar, está la selección de un autor, luego la revisión del material, lo que implica editar completamente el texto.
“Esto tiene un costo que va a depender de la extensión del libro”, indicó. Sin embargo, estimó que un libro de una extensión de 70 a 80 páginas lleva un costo aproximado de 40 a 50 mil lempiras.
Por su parte, el crítico de arte y autor de varios libros, Carlos Lanza, consideró que en el país “no hay una política editorial de códigos o protocolos de publicación.
A mí me parece que cada editorial debería tener como obligación un comité que estudie lo que se publica y que determine si es publicable o no”.Además, reflexionó que en Honduras “absolutamente nadie que sea un escritor serio puede pensar que se va a enriquecer publicando libros.
Uno publica libros para dejar una huella en la historia y la ciencia en Honduras”, aseveró.
La gerente de Mercadeo del Grupo Editorial MG, Diana Moya, refirió que aunque el rubro de la empresa es la producción de textos educativos, “los costos se incrementan año con año, nunca hay una baja”, aseveró.
Editoriales como MG, que ya tienen 34 años de función en el mercado, logran establecerse con herramientas tecnológicas que sirven de apoyo.
