TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Demostramos al mundo entero que los sueños de los niños sí se cumplen, ¡gracias Honduras, gracias Honduras!”.
Estas fueron las eufóricas palabras de Shin Fujiyama, luego de cruzar la meta y conocer que superó los fondos a recaudar.
La frase también tocó el corazón de las decenas de personas que acompañaron este reto de 250 kilómetros para reparar el Centro Experimental de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).
Shin Fujiyama, con lágrimas recorriendo su rostro, demostró que “Shin, se puede” cumplir el sueño de los niños que anhelan una mejor educación y condiciones para recibir sus clases.
“Son miles de personas que se han unido a este reto loco, porque en Honduras somos locos por los niños”, dijo el hombre que, por amor a esos pequeños y a su educación, partió de Chamelecón hace 13 días y que ayer concluyó la carrera en la escuela que pronto comenzará a restaurar y mejorar.
Camino a la meta
Con la moral en alto, luego de haber demostrado en sus múltiples visitas a la Policía Nacional su compromiso, Shin Fujiyama salió a las 6:30 AM del puente que da la bienvenida a Tegucigalpa.
Sin embargo, Fujiyama no salió solo, porque los corazones solidarios de cientos de capitalinos le brindaron su aliento y apoyo durante los 40 kilómetros restantes para completar la meta de los 250.
Los primeros en reconocer con festejos la hazaña de Fujiyama fueron los alumnos de José Ángel Ulloa, quienes con gritos clamaban “¡Shin (sí), se puede!”, alentando al influencer que reconstruirá la escuela de la UNAH.
Al salir del plantel educativo, otros ciudadanos, en motos, carros y algunos acompañados por sus mascotas, se unieron para darle más ánimo de seguir corriendo.
En la altura de la Arturo Quezada, los estudiantes del colegio Superación San Francisco se unieron a Shin y aprovecharon para abrazarlo y agradecerle su enorme labor.
Retomando el anillo periférico, los pelotones de la Policía Nacional le rindieron homenaje y lo acompañaron durante todo su recorrido, incluso, hasta su propia sede, en la Secretaría de Seguridad.
En esta institución, a Fujiyama le hicieron un donativo de 200 mil lempiras y, además, fue condecorado por su enorme esfuerzo al movilizarse, a pie, desde San Pedro Sula hasta la capital hondureña.
Una vez aplaudido en la casa de la Policía, Shin retomó su camino, entre Loarque y la Víctor F. Ardón, lugares donde muchas empresas aprovecharon para hacer donativos que sumaron para cumplir la meta de 2.7 millones de lempiras.
En este mismo espacio, las personas dejaron de lado sus actividades cotidianas para salir a la orilla del periférico con el propósito de conocer en persona al japonés con un enorme corazón catracho.
Unas de las cosas que impresionó a Fujiyama fue ver tanto amor y color que cubrió la ruta para llegar a la UNAH, porque la gente que estuvo en la calle le dio palabras de aliento.
Algunas de las frases de ánimo que los ciudadanos gritaron al ver a Fujiyama eran: “Shin, te amo”, “Sos un orgullo para todos los hondureños”, “Shin, sos héroe nacional”, “Por favor, Shin, no te rindas, seguí corriendo por los niños”.
En medio de ese fervor, los padres de Fujiyama también lo alentaron, y cuando el japonés sentía desfallecer, ellos se bajaron del carro y lo tomaron de los brazos para seguir corriendo por los niños de la UNAH.
Pero no solo la familia de Shin se lanzó a alentarlo; una niña de tres años llamada Valentina, tomada de la mano del influencer, corrió con él para darle nuevas fuerzas.
Mientras el recorrido se desviaba del periférico hacia la Kennedy, Odir Fernández, rector de la UNAH, se unió junto a un grupo de universitarios para acompañar a Fujiyama hasta el Polideportivo de la máxima casa de estudios.
Momentos duros y felicidad
Más adelante, en el bulevar Centroamérica, los estudiantes del Milla Selva, INTAE y el Blanca Adriana Ponce, entre otros, se unieron con mucha algarabía al reto de los 250 kilómetros por la educación. Sin embargo, no todo es alegría, porque en la cercanía de la rotonda de Tres Caminos, el héroe honduro-japonés tuvo su primera recaída, casi desmayándose por el cansancio y las altas temperaturas.
Una vez recuperado, Fujiyama siguió su camino con paso firme hacia el bulevar Juan Pablo II, donde lo recibió uno de sus patrocinadores, pero el defensor de la educación volvió a recaer, y esta vez fue peor que la primera.
Aquí, el influencer asiático estuvo más de una hora sin recuperar el aliento, pero su determinación por ayudar a los niños de la Experimental le recargó su energía para continuar con su gran trayecto.
Y en una sola carrera, con un trote veloz, Shin llegó hasta la Basílica de Suyapa, lugar donde hicieron una oración por él y bendijeron al equipo y personas que lo acompañaron.
Saliendo de la Basílica se vino el momento que se esperó por casi dos semanas, Shin llegando a la meta para cumplir los sueños de 238 niños y niñas.
Las autoridades del centro educativo prepararon un evento de premiación y reconocimiento para Shin Fujiyama por su enorme determinación y por culminar, sin rendirse, los 250 kilómetros. Ahora es momento de ponerse manos a la obra y en unos meses entregar una nueva infraestructura a los infantes.