TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En medio de la modernidad y el progreso que caracterizan a la capital, se esconden realidades vergonzosas que pasan desapercibidas.
Mientras los grandes edificios y las industrias imponentes definen el horizonte de la ciudad, numerosas colonias capitalinas permanecen alejadas de este desarrollo, enfrentándose a una de las mayores carencias como es la falta de acceso al agua potable.
A pesar de los avances que se presumen en varias zonas de plusvalía del Distrito Central (DC), en la actualidad existen comunidades que no están conectadas a la red de distribución de la Unidad Municipal de Agua Potable y Saneamiento (UMAPS).
Estas colonias, situadas en los márgenes de la ciudad, viven en condiciones precarias, siendo testigos silenciosos de la desigualdad en la distribución del vital líquido.
Lo cierto es que lo que está a la vista no se puede esconder; la problemática de la distribución de agua no solo afecta la calidad de vida de los habitantes de estas colonias, sino también pone en evidencia una de las grandes fallas estructurales de la capital.
Mientras que en algunas áreas el agua fluye sin interrupciones, en estos sectores las familias deben recurrir a métodos alternativos para obtener este recurso vital.
Los residentes de estas colonias han expresado su frustración y desesperación ante la falta de soluciones concretas. “Vivimos como si estuviéramos en otro mundo, en tiempos de política acá vienen y prometen muchas cosas, cuando ganan ni se asoman”, expresó doña Lidia Castillo, residente de la colonia Nueva Jerusalén.
Un lujo necesario
En muchas colonias que se encuentran en vías de desarrollo, el vital líquido es un lujo, pero necesario. Diario EL HERALDO emprendió la aventura de recorrer colonias como Las Cascadas, Montes de los Olivos, la Nueva Jerusalén, entre otros sectores con el fin de conocer de cerca las carencias de muchos capitalinos provocadas por la escasez de agua.
En la búsqueda el equipo de este rotativo conoció la historia de don Juan Esteban Barahona, quien lamentó que el servicio de agua potable es más caro que el de la energía eléctrica. “Ni en luz gasto tanto, como gasto en agua”, expresó.
El residente de la colonia Nueva Jerusalén confesó que debe comprar el agua cada ocho días y hacer todo lo posible para economizarla. “Yo vivo con mi esposa y mi hijo, cada ocho días compro siete barriles de agua; cada uno me cuesta 40 lempiras”, manifestó.
Es decir que en promedio, don Juan invierte en el vital líquido 1,120 lempiras mensuales. “Si no la economizara yo gastara más, pero a veces ni siquiera me ajusta para estar comprando”, recalcó.
El ciudadano enfatizó en el esfuerzo que hace para poder reutilizar el agua. “Con mi esposa lo que hacemos es que cuando hay que lavar trastes, esa misma agua la usamos para el inodoro”, compartió don Juan al revelar uno de los métodos que su familia usa para enfrentar la crisis del agua.
Lo que no se puede negar es que esta situación se ha convertido en un negocio lucrativo para muchos. Durante el recorrido por esta colonia, el equipo de EL HERALDO contabilizó al menos cinco cisternas de agua que se dedican a la venta del vital líquido.
“En invierno seguimos comprando el agua al mismo precio, ellos no le bajan”, informó Barahona. Mientras recordaba las temporadas de lluvias, las que representan un alivio en su economía.
Para los habitantes de estas colonias que sufren de la escasez de agua, las lluvias son un bálsamo ante las precarias condiciones, en vista de que gracias a ellas se logra mitigar gran parte de la inversión del agua potable. “Cuando llueve llenamos los barriles de esa agua”, manifestó Barahona.
Colonias afectadas
En el Distrito Central existen alrededor de 200 colonias que no están conectadas a la red de distribución de la UMAPS, según el presidente de las juntas de agua del DC, Manuel Amador.
“Nunca ha habido capacidad de parte de la UMAPS debido al gran déficit de agua que tenemos que ronda los 100 millones de metros cúbicos”, expresó Amador.
Colonias como la Ramón Amaya Amador, Mary Flake de Flores, Villa Nueva y Los Pinos continuarán siendo un recordatorio constante de que el progreso no ha llegado para todos en la capital.