SAN JUANCITO, HONDURAS.- Entre hermosas montañas de manto verde, un cielo azul cubierto de una suave neblina y cuencas con abundante agua se ubica el antiguo pueblo de la Villa de San Juancito, que invita a sus visitantes a embriagarse con su belleza escénica.
Pintorescas casas de estructura clásica norteamericana, gastronomía, arte y lugares de hospedaje han revivido esta comunidad. Después de ser un punto clave de la industria minera a finales del siglo XIX y principios del XX, fue abandonada por más de 20 años, en los que se ocultó su rico patrimonio histórico y cultural.
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Y es que al caminar por las calles de esta comunidad se aprecia la esencia intacta de la antigua colonia norteamericana, donde las viejas edificaciones de madera conforman un paisaje que atrae a turistas extranjeros y nacionales.
Según el presidente del patronato de San Juancito, Félix Rivera, los visitantes llegan a este poblado y a la aldea Nueva Rosario por la historia, la diversidad ecológica y otras actividades culturales que realizan.
“Los lugares frecuentados en turismo son la aldea Nuevo Rosario, ya que está el antiguo consulado norteamericano, el hospital y los vestigios de las antiguas casas de la colonia norteamericana. Además, están en la zona núcleo del Parque Nacional La Tigra”,
explicó Rivera.
De igual forma, las viejas estructuras que aún están de pie y que son estandarte de este pueblo son las ruinas de la planta hidroeléctrica, la vieja casa de hospedaje de maestras y las oficinas del telégrafo (que están dibujadas en la pintura del reverso del billete de 500 lempiras), la primera planta embotelladora de refrescos y otros sitios que pertenecieron a la Rosario Mining Company.
De acuerdo con el Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), estas antiguas edificaciones están inventariadas como patrimonio cultural e histórico, por lo que trabajan en su preservación.
Diversión, arte y gastronomía
Gracias al esfuerzo del patronato y sus habitantes, San Juancito ahora ha desarrollado un potencial turístico en gastronomía, artesanía y diversión. “El restaurante y bar El Crisol es el más emblemático en el pueblo, por sus bebidas y platos típicos de comida hondureña. Además, cuenta con una maravillosa galería de fotografías históricas de San Juancito en su época minera”, contó la tesorera del patronato, Mirna Hernández.
Por otra parte, a la par de este restaurante está la Escuela-Taller de San Juancito, donde los pobladores elaboran manualidades con material reciclado.
Carteras, agendas, vajillas, adornos florales y artesanales, mochilas, llaveros, botellas, camisas, recuerdos alusivos al lugar y otros enseres son los que producen los lugareños para los visitantes.
El arte gráfico y la creatividad son reflejados en cada pared y esquina de la joya histórica, donde antiguos objetos de la colonia minera son usados como adornos y algunas paredes están cubiertas de coloridas pinturas.
Para el hospedaje de los turistas, el pueblo cuenta con tres hostales y varias casas que alquilan los lugareños, muchas de ellas son apartadas a través de Internet.
“San Juancito cuenta con tres hostales que son el Eco Albergue, en la aldea Nueva Rosario, que es manejado por Amitigra; en el centro del pueblo está el hostal Centro, que es manejado por un doctor que reside en Valle de Ángeles, y tenemos el hostal la Casa Escondida, tres lugares especialmente para los visitantes”, detalló el presidente del patronato.
Debido a estas actividades la aldea de la Villa de San Juancito ha reportado un repunte de turistas y ganancias anualmente. “Estadísticamente y como volvimos a incentivar el turismo en esta zona, calculamos que al año llegan unos 50 mil visitantes, que nos dejan unos 500 mil lempiras. Esto nos incentiva a seguir trabajando en nuestra comunidad”, manifestó Rivera.
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Una historia minera
Según el historiador y docente de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Edgar Soriano, el poblado de San Juancito fue fundado en 1880 por la Rosario Mining Company, debido a la explotación minera, producto de la Reforma Liberal del presidente Marco Aurelio Soto con el gobierno de Estados Unidos.
“Al ser un pueblo fundado para la minería, con el tiempo se fue convirtiendo en un espacio económico muy importante, a tal grado que se construyó el primer cine en 1899, la primera planta eléctrica, el consulado y otras obras”, detalló el docente. Después que la compañía norteamericana explotara la mina, se retiró en 1954 y dejó al pueblo aislado, hasta que sus habitantes empezaron a trabajar para volverlo polo turístico.