LIMA, PERÚ.- Un hospital de Lima ofrece un insólito viaje por masas encefálicas para acercarse al órgano más complejo del cuerpo humano. Se trata de la “cerebroteca” peruana, única en la región, donde se exhiben sesos de pacientes fallecidos por lesiones cerebrales o enfermedades del sistema nervioso.
Son 290 cerebros de un total de 2,912 recolectados que están allí a disposición de curiosos e investigadores.
El Museo de Neuropatología se ubica en el Hospital Santo Toribio de Mogrovejo, fundado hace 316 años y uno de los más antiguos de América Latina, al que se le conoció como “refugio de incurables” pues los enfermos iban ahí a morir. Hoy su museo da pistas para sanar.
Al cruzar el umbral de ingreso, un cartel invita a los visitantes a interactuar: “Toque un cráneo verdadero”. Es un reto fantástico.
“Aquí hacemos las autopsias, yo misma las hago”, señala con serenidad a la AFP la neuropatóloga Diana Rivas, al lado de una mesa de acero quirúrgico donde evalúa cada seso en función del grado de interés científico que pueda despertar para los fines pedagógicos del museo, que ella dirige.
En sus manos protegidas por guantes, Rivas sostiene un cerebro humano. Lo acaba de extraer de un frasco de formol. Su tamaño se asemeja al de una pelota de fútbol desinflada. Su consistencia es la de una goma de borrar, agrega.
Manipular el cerebro exige toda una liturgia, una lección de anatomía. Ahí están, cual nuez gigante, los dos hemisferios cerebrales unidos por un estrecho puente.
El museo posee una sala de neuroanatomía, otra de malformaciones congénitas y una de patologías del sistema nervioso donde se almacenan cerebros afectados por infecciones, tumores y problemas de vasos sanguíneos vinculados a enfermedades como la de las “vacas locas”, el zika y el Alzhéimer, entre una legión de males.
El museo recibe anualmente unas 20,000 visitas, la mayoría de escolares, y tiene casi 3,000 casos documentados desde la década de 1940.