TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Factores biológicos, psicológicos y sociales condicionan a algunas personas por encima de otras a enfrentarse a episodios de depresión. No obstante, lamentablemente hay quienes siguen creyendo que se trata de un tema de actitud y fuerza de voluntad.
Esta idea errónea suele sustentarse en mitos o desconocimiento sobre el tema. A menudo, quienes no comprenden la depresión como un trastorno de la salud mental, la confunden con tristeza momentánea o altibajos normales de la vida. Casi como decir, “están tristes porque quieren” o “ya se les pasará”.
Sin embargo, la depresión es una condición médica que altera el funcionamiento del cerebro, afectando el estado de ánimo, el pensamiento, el comportamiento y el bienestar físico. No es algo que se pueda “superar” solo con un cambio en la visión de la vida.
La psicóloga Diana Nicole Lozano apunta que “se trata de un trastorno mental que afecta negativamente la forma en que una persona vive su día a día, ya que todo su nivel cognitivo, afectivo, somático, interpersonal y conductual se ve involucrado”.
Según la experta, esta condición se caracteriza por una profunda sensación de tristeza, pérdida de interés en actividades que antes eran placenteras, y una disminución de la energía.
“Llegan al punto de disociarse, forzarse a mostrar su mejor imagen, y a fingir estabilidad y felicidad inexistentes. A menudo, quienes la padecen también experimentan problemas con el sueño, el apetito y la concentración”, detalla.
En ese sentido, desmitificar la percepción en torno a las enfermedades mentales, incluida la depresión, es preciso y permite ofrecer mayor oportunidad de que las personas afectadas busquen la ayuda idónea.
Incluso, el estigma también puede llevar a familiares y amigos a no ofrecer el apoyo necesario, creyendo que la persona simplemente no está “poniendo de su parte”, actitudes que solo empeoran la situación y dificultan la recuperación.
Además de que la falta de empatía los lleva a minimizar el hecho de que alguien deprimido tiene problemas para cumplir con sus responsabilidades diarias o interactuar de manera “normal”, lo que acaba por dañar relaciones.
¿Por qué nos deprimimos?
Situaciones de duelo como la pérdida de un ser querido, frustraciones en los proyectos de vida o las aspiraciones laborales, fracasos académicos, transitar por un trastorno neurológico o de personalidad y cualquier estresor que obligue a las personas a salir de su zona de confort son escenarios condicionantes.
“Aunado a ello, la disminución de los niveles de neurotransmisores como la serotonina, la dopamina y la noradrenalina juega un papel crucial en la regulación del estado de ánimo. En la depresión, puede haber un desequilibrio o disminución de estos químicos, lo que afecta la capacidad del cerebro para regular las emociones y generar sensaciones de bienestar”, subraya la experta.
El cerebro no funciona igual
La experta explica que la plasticidad neuronal, es decir, la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse, puede estar disminuida en la depresión.
“Esto impide que el ser humano genere respuestas oportunas e inmediatas, desde sus necesidades básicas como comer, dormir y hasta eficientizar su ida al baño, dando paso a no autorrealizarse e incluso considerar el suicidio”.