TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Relaciones sin objetivo, sentimientos ligeros, vínculos frágiles, comunicación superficial... etcétera. Tal parece que muchas de las relaciones modernas no compatibilizan con el compromiso.
El perfil de este tipo de relaciones está bajo el techo de lo que se conoce como “amor líquido”, englobado dentro de un concepto más amplio que el sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman cataloga como “modernidad líquida”.
El pensamiento de Bauman tiene seguidores y detractores, pero calza dentro de lo que se vive en muchas relaciones.
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Ahora veamos, ¿cuáles son las características del amor líquido?
En su libro, “Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos” (2003), Bauman retrata un modelo de relación interpersonal caracterizado por la “falta de solidez, calidez y por una tendencia a ser cada vez más fugaces y superficiales” tanto dentro del amor romántico como del resto de intercambios emocionales.
Hay, en este tipo de relaciones, un miedo a sentirse “atados” a los demás, y una vez el sentimiento avanza, la persona retrocede porque siente que el compromiso puede aumentar o consolidarse más allá de lo que está dispuesta a asumir.
Son relaciones sin definición: tenemos trato de novios, pero no somos novios, por ejemplo.
Y esto es una contradicción, porque por un lado puede haber el deseo de estrechar vínculos, pero por otro también el deseo de no estrecharlos demasiado para que llegado el momento sea fácil soltar rápidamente, sin esfuerzo y sin sufrimiento.
