Repercusiones físicas y mentales de hacer del estrés un modo de vida

Tegucigalpa, Honduras.- Patrones culturales, sobrecargas de trabajo, desequilibrios en el entorno personal, estigmas sobre la salud mental y falta de apoyo emocional, entre otros posibles motivos, condicionan al estrés como parte del estilo de vida actual.

La normalización de esta condición como un elemento omnipresente en la vida cotidiana puede derivar en el riesgo de ignorar su verdadero impacto en la salud física y mental en el corto y largo plazo. Dos expertas lo explican.

“Es un problema creciente debido a que muchas personas experimentan niveles altos de estrés, lo que puede llevar a una disminución del rendimiento personal y el compromiso laboral”, introduce la doctora Isabel Ramos, quien afirma que el origen va desde la creencia de que mantenerse estresado es signo de dedicación y éxito, hasta el miedo a la pérdida de empleo y la falta de espacios para el autocuidado.

La experta apunta que los síntomas físicos del estrés pueden manifestarse como dolores y molestias generalizadas, dolor torácico acompañado de palpitaciones, fatiga extrema, trastornos del sueño, cefaleas, mareos y temblores. También pueden presentarse hipertensión arterial, tensión muscular o bruxismo, problemas gastrointestinales, disfunción sexual y un sistema inmunológico comprometido.

A nivel psicológico, el estrés puede inducir ansiedad, irritabilidad, depresión, ataques de pánico y sentimientos de tristeza. “Lo anterior suele manifestarse por medio de pesadillas nocturnas, hábitos alimenticios insanos, poca o nula interacción social, sentimientos de culpa, infravaloración de malestares físicos y demás cambios negativos en la conducta que dificulten el desarrollo de proyectos de vida”, expande la psicóloga Diana Lozano.

La especialista agrega que “las personas tienden a brindar respuestas desde su frustración, a pensar que el día tiene muy pocas horas, y a buscar el consumo de adictivos que generan dependencia en el largo plazo”.

La presencia prolongada del estrés en el estilo de vida puede aumentar el riesgo de desarrollar diversas enfermedades.

La doctora Ramos especifica que, en cuanto al sistema inmunológico, debilitaría la respuesta del cuerpo a infecciones, haciendo que las personas sean más susceptibles a padecimientos autoinmunes.

Y cuando se trata de estrés crónico también se involucran el sistema digestivo, cardiovascular, endocrino, respiratorio, nervioso e incluso musculoesquelético, sin olvidar que las consecuencias psicológicas son igualmente preocupantes porque impactan negativamente en el bienestar mental y emocional.

En consecuencia, la doctora resalta que es fundamental implementar estrategias efectivas de gestión del estrés para mitigar estos riesgos y promover una mejor calidad de vida. “El estrés es parte inevitable de la vida, pero es fundamental aprender a manejarlo para evitar que se vuelva abrumador”, advierte Ramos.

Primero, mejorar el bienestar físico es clave. La actividad física regular equilibra el sistema nervioso y elimina las hormonas del estrés, mientras que una dieta equilibrada y nutritiva fortalece la capacidad de afrontamiento.

Limitar el consumo de alcohol, cafeína y nicotina puede prevenir la agravación de esta condición.

Además, dedicar tiempo a pasatiempos placenteros y practicar técnicas de relajación como la meditación y la respiración profunda ayuda a alcanzar un estado de calma.

En complemento, se recomienda dormir entre siete y nueve horas cada noche.

Si siente que el estrés es abrumador o que está atrapado en pensamientos negativos, es importante buscar ayuda profesional. Consultar a un terapeuta puede brindarle nuevas herramientas y perspectivas para afrontarlo de manera más efectiva, priorizando su salud física y mental.

Entre las recomendaciones a nivel psicológico, Lozano apunta que el establecimiento de límites sanos, las rutinas de autocuidado, el fomento de la empatía consigo mismo, la responsabilidad afectiva, la valoración de un entorno seguro, la aceptación de sus propias capacidades y la fijación de metas graduales son depredadores del estrés.