TEGUCIGALPA, HONDURAS. Este próximo 24 de marzo se conmemora el Día Mundial de la lucha contra la Tuberculosis, momento para hacer reflexión sobre esta enfermedad que en 2022 fue la segunda causa de muerte en Honduras, según cifras de autoridades de Salud.
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La tuberculosis es una enfermedad causada por una bacteria denominada Mycobacterium tuberculosis, que afecta principalmente los pulmones, pero también otras partes del cuerpo como los riñones, los huesos de la columna vertebral, el sistema nervioso central y prácticamente cualquier otra parte del organismo.
La infección se transmite de persona a persona a través del aire. Se produce cuando un enfermo de tuberculosis pulmonar tose, estornuda, escupe, canta y habla. De esta manera, el enfermo expulsa pequeñas gotitas (llamadas gotitas de Flügge) con los bacilos tuberculosos al aire. Una persona que se encuentre cerca los puede inhalar y quedar infectada.
Esta afección se puede prevenir y también curar, pero de no tratarse puede ser mortal. Las personas que se enferman de tuberculosis tienen síntomas como tos, fiebre, sudores nocturnos y pérdida de peso. No pocas veces estos síntomas son persistentes pero tolerables y los enfermos pueden pasar mucho tiempo antes de procurar ayuda médica y, mientras tanto, seguir esparciendo los bacilos y con ellos la enfermedad.
La tuberculosis tiene cura, sobre todo si su detección es temprana y el tratamiento es adecuado. Es fundamental la aplicación de la vacuna BCG al nacer, como única dosis en la vida, para evitar la aparición de formas graves como meningitis por tuberculosis. No previene la enfermedad, sino solo las formas graves en los pacientes más vulnerables como los niños y recién nacidos.
Todo paciente tratado correctamente no contagia. Por ello es muy importante la consulta temprana y el diagnóstico precoz por el servicio de salud, así como el cumplimiento total del tratamiento, que dura como mínimo seis meses (según cada caso).
Hay personas que son más susceptibles a infectarse y otras que al tener contacto con el bacilo logran salir indemnes. Las más predispuestas son aquellos individuos cuyo sistema inmunológico está deteriorado (personas con HIV, desnutridos, fumadores, diabéticos) y también aquellos que trabajan o viven en lugares donde hay hacinamiento (viviendas precarias, cárceles, fábricas con espacio deficiente), todas variables que se agravan al empeorar las condiciones socioeconómicas.