TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Enterarse de que alguien se quitó la vida porque tras perder su empleo no encontró la manera de llevar el sustento a su familia o pagar el alquiler del cuarto en donde vivía es una de las realidades más crueles que ha dejado el nuevo coronavirus.
Hoy 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, coincidiendo -por primera vez- con una pandemia que va acumulando pérdidas de todo tipo, incluidas las humanas. Esta es la oportunidad perfecta para hablar de un tema que, sobre todo en circunstancias de crisis, podría representar una diferencia.
“La fuente más común de variables que llevan a las personas a cometer suicidio se encuentra en sus historias de vida. Aquellos que han tenido infancias o adolescencias muy duras, o que de pronto se ven obligados a pasar por eventos sumamente drásticos, son candidatos a generar esta clase de pensamientos”, apunta la psicóloga Patricia Mackay.
Y si sumado a ello, la nueva realidad le obliga a convivir con el temor al contagio, de llevar la peste a sus familiares, de que los recursos económicos desaparezcan, entre tanto más, ¿qué tan fácil puede ser para alguien seguir mostrándose positivo? Que su realidad no sea igual a la de los demás no significa que no haya quienes –equívocamente- sientan que se les agotan las salidas.
“El panorama es un conjunto de variables y factores que angustian, que entristecen. El encierro y el aislamiento nos dan sendas vapuleadas por la carencia afectiva, por la soledad. Los trastornos de personalidad en descompensación, de ansiedad y secundarios a trauma protagonizan fuertes y frecuentes episodios. Se piensan las peores sentencias y conclusiones”, describe la experta.
Porque sí, mientras para algunos el golpe económico es el que más se resiente, otros encuentran en el confinamiento la puerta abierta al desgaste mental y emocional. En cualquiera de ambas situaciones algo es totalmente seguro: “Nuestros pensamientos guían a los sentimientos que desencadenan nuestras conductas. Podemos caer en trampas cognitivas. Y una de las peores ideas que corretean en detrimento es apartarse de la vida, intentar o consumar un acto suicida”, explica Mackay.
Pensamientos engañosos
“Trampa fatal es pensar que si se mata, todos sus problemas desaparecerán, que todo terminará. Si se mata, la carga económica que sufrirá su familia será enorme. Si se mata sumirá en profunda tristeza a las personas que le quieren; les dará un duelo y sufrimiento inmerecidos. Si se mata no podrá ayudar en nada, ni en lo simple ni en lo complejo, porque no estará”, esclarece.
Una salida permanente para problemas situacionales o temporales no es una respuesta, y ya no habrá ni tiempo ni oportunidad de arrepentirse. “En tiempos de pandemia, vivir se convirtió en mucho más que en un hecho natural; es el máximo obsequio, un tesoro preciado. Cuide su vida, que da presente y futuro. Que no le parezca poca cosa vivir, porque con vida todo se puede, todo”, anima la especialista.
El covid-19 pasará, la historia ha demostrado que similares y peores eventos han sucedido, y aquí estamos. Pero lo que no pasará nunca es la pena de haber renunciado. Valore, piense en aquello que por encima de todo le otorga felicidad: sus hijos, sus padres, su pareja, sus amigos, su mascota. Considere los bellos momentos que podrá disfrutar una vez que las cosas mejoren, porque van a mejorar; salir a caminar sin miedo al virus, reunirse a tomar un café y conversar en su lugar favorito, volver a misa los domingos y arrodillarse para dar las gracias...
“No caiga en la trampa, alimente su esperanza, su fe. Cualquier conclusión que le invite a la muerte es tramposa. Solo hay un pensamiento que es respuesta correcta: la vida”, finaliza Mackay.
Aspectos a considerar, según la experta:
- Existen señales que permiten identificar pensamientos suicidas; como las quejas por desánimo, los encierros o aislamientos, los cambios de humor inusuales y el abandono de la imagen personal.
- Los psicólogos, psiquiatras y neurólogos conforman un equipo interdisciplinario que trabaja con las personas que padecen de depresión, que son quienes mayormente manifiestan intentos suicidas.
- Además, los amigos o familiares de confianza, los líderes religiosos y las personas positivas -en general- pueden ser excelentes aliados.
- Practicar algún deporte, hacer ejercicio, ducharse con agua fría, realizar tareas domésticas, mantener una dieta saludable, dormir las horas justas y escuchar música alegre son hábitos de autoayuda.
- También se debe evitar el abuso de bebidas con cafeína, energizantes y alcoholizadas, así como el consumo de drogas, porque impactan negativamente en el metabolismo.
- Pedir ayuda es clave, no es ser inferior ni débil, es amarse uno mismo y decir “en este momento no puedo solo, pero quiero seguir adelante'.
Vivir es un privilegio, y más en estos tiempos
El Día Mundial para la Prevención del Suicidio es una oportunidad de valorar el hecho de estar vivos. No se rinda
10.09.2020
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