TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Vivimos tiempos atípicos. Esta crisis, que parece perpetua, nos ha llevado a un estado de ánimo colectivo centrado principalmente en la ansiedad y el estrés, que a su vez afectan todos los aspectos de la vida, incluida la sexualidad.
Estas patologías psicológicas podrían estar afectando el deseo sexual de las personas y, en su defecto, han dado lugar a trastornos como la disfunción sexual femenina.
Basándose en el Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM-5), Antonio Escobar, psicoterapeuta de pareja, señala que “el trastorno del interés/excitación sexual femenino se manifiesta principalmente por una disminución significativa del deseo sexual, los pensamientos sexuales, el interés por iniciar actividades sexuales, excitación o placer sexual, excitación por estimulantes internos o externos y una falta de sensaciones genitales y no genitales durante el sexo”.
Y más allá de lo hormonal, anatómico, por medicamentos, tratamientos o enfermedades médicas, las causas pueden ser psicológicas: baja autoestima, estrés, ansiedad, depresión, problemas en la relación, pobre imagen corporal o traumas.
“Desde el enfoque psicológico es importante abordar la causa del problema, ya sea a nivel individual o de pareja. En cualquier caso, esto debe ser platicado y discutido con la pareja para que él sepa qué está pasando y pueda ser más comprensivo al respecto. El apoyo de la pareja es crucial para el desarrollo de la problemática”, apunta.
El tratamiento no médico para la disfunción sexual femenina incluye varias estrategias, por ejemplo, la comunicación abierta.
Incluso si no está acostumbrado a hablar sobre lo que le gusta o no, aprender a hacerlo y brindar retroalimentación no amenazante propicia un mejor vínculo. Además, es clave promover un estilo de vida más saludable.