Sagrado verde césped, celoso vigilante dominical de cada costumbre, de cada hábito, por muy raro que parezca; esta vez nos metimos al corazón del fútbol, a su alma gitana, y extirpamos aquellos atajos milagrosos que futbolistas y entrenadores prefieren para salir con la victoria: las famosas cábalas...
No todos ganan si usan un amuleto pero, eso sí, todos forman parte del folclore de la redonda. “No sé si era cábala o no, pero en todos los equipos donde jugué siempre usaba la camiseta número cinco”, suelta Harold Yépez, aquel defensa colombiano que pasó por UNAH, Broncos, Federal, Real Comayagua, entre otros. En la UNAH de 1997 se recuerda el paso del argentino Claudio del Barco, quien no podía salir al campo sin una cola de conejo atada a la media.
Dice la leyenda que la besaba antes de iniciar el juego y encarnaba la creencia de buena suerte que traen los conejos.
Algunos lo aceptan y otros prefieren pasar la hoja. Héctor Vargas usaba camisa azul y pantalón beige en la mayoría de partidos del Hispano de Comayagua, aunque asegura -en broma y en serio- que lo hacía “porque no había plata para comprar ropa”; mientras, Edgardo Damián Simovic sí asume dignamente que era de los cabaleros “pero antes de conocer a Cristo”.
En la misma época de Simovic y Danilo Tosello, en Tigrillos de la Primera A de México, el delantero uruguayo recuerda la intrigante superstición del golero del cuadro, también uruguayo.
“Llamaba la atención porque antes de cada partido ordenaba de una forma muy peculiar los tacos, las medias adentro, los cordones prolijamente enlistados y, antes de ponérselos, los besaba. Y vaya que le dio suerte porque salimos campeones”, recuerda Simovic la historia peculiar de Leonardo Romay.
Suma y sigue...
Ingresar al campo dando tres brinquitos en una sola pierna, persignarse después de tocar el campo, usar la misma ropa del domingo pasado o, incluso, rezar con rosario en mano en el mediocampo mientras un compañero se apresta a definir el título mediante la tanda de penales, son solo algunos de los supersticiosos cálculos que hacen parte del fútbol.
Y como la mayoría de entrenadores han sido jugadores, en Honduras es común ver técnicos al estilo Diego Vazquez, el novato comandante del barco motagüense que ha salido con la misma ropa en las primeras tres fechas del Clausura. Motagua no ha perdido. Cuentan que a la Barbie también le gustaba usar la misma sudadera ganadora el siguiente fin de semana... ¡Pero sin lavarla!