Eran las nueve de la mañana y el cielo de la ciudad aún se miraba gris.
Julieta Castellanos llegó al cementerio Jardín de Paz Suyapa con un arreglo floral en sus manos, con su corazón entristecido y con su mirada llena de nostalgia y dolor.
La madre que hace un año se enteraba de que su hijo había sido vilmente asesinado por manos policiales, ayer permanecía en la tumba de su vástago Rafael Alejandro Vargas Castellanos, quien perdió la vida junto a su inseparable amigo Carlos David Pineda al ser ultimados por elementos de la Policía Nacional.
Visiblemente consternada, Julieta Castellanos se bajó de su vehículo y caminó varios metros hasta llegar al sitio donde se encuentra enterrado su hijo menor.
Colocó el arreglo floral sobre la tumba, a la cual no le ha puesto una lápida que identifique que allí se encuentran enterrado Rafael Alejandro porque, según lo dijo a EL HERALDO, no está preparada para soportar ver el nombre de su hijo en una lápida.
La rectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) permaneció quince minutos en silencio en el campo santo.
Por momentos, su mirada estaba fija sobre la tumba de su hijo, el cual recuerda en cada momento de su vida.
Hubo un momento en que Julieta Castellanos lloró en silencio y se le rodaron sus lágrimas por el rostro.
No es para menos. Perdió a su hijo menor, con quien compartía la mayor parte de su tiempo y con quien se comunicaba con frecuencia a cualquier hora del día.
Sin embargo, desde ese fatídico 22 de octubre de 2011, cuando los uniformados lo asesinaron, la vida de Julieta Castellanos tomó un giro de 180 grados.
Debido al dolor que le embargaba, las actividades de la rectora no se desarrollaron con la normalidad de costumbre. Salió de su residencia directamente al cementerio para visitar la tumba de su hijo.
Las actividades que planificó desarrollar en el día fueron muy pocas. Debido al paro de labores por parte de los médicos del hospital Escuela, le tocó visitar por unos minutos el principal centro asistencial del país.
Luego regresó a su residencia, donde permaneció junto a sus familiares, que llegaron a acompañarla y tener un momento de meditación.
A las seis de la tarde participó en un oficio religioso para rogar por el eterno descanso del alma de su hijo Rafael Alejandro Vargas Castellanos.
Algunos amigos llegaron al cementerio a dejar arreglos florales, entre ellas Claudín Paz, quien desde pequeña fue amiga y vecina de Rafael Alejandro. “él fue un gran amigo y una gran persona. Estoy triste porque estaba superjoven y me acuerdo que dijo que había tenido los mejores días de su vida. Lo que más voy a recordar es que él siempre me apoyaba en todo y era de forma incondicional”.
“El siempre estuvo allí y siempre voy a recordar unas palabras que me dijo: vos sos bien luchadora y eso te lo admiro, así que seguí adelante”.
La embajadora de Estados Unidos, Lisa Kubiske, en su cuenta de la red social Twitter escribió: “Recordando el aniversario del asesinato de dos estudiantes universitarios que recalcaron la necesidad urgente para una reforma policial y judicial”.