TEGUCIGALPA, HONDURAS.- A cada tanto el fútbol nos regala historias maravillosas. En este caso, la de un humilde jornalero que entre piñas soñaba con tocar el cielo. Francisco “El Chelito” Martínez está viviendo el sueño y en ese hermoso viaje lo acompañamos todos.
Y es que el cielo para muchos representa lo inalcanzable. Pero otros, más cándidos, se imaginan llegando hasta el. Bien dice el dicho que los límites están en la mente.
Tal parece que para “El Chelito” las barreras no existen. Pasó de Liga Mayor a Primera División en un abrir y cerrar de ojos, y no contento con eso, se abrió hueco en el 11 titular del Marathón en un santiamén.
Además, su corazón ya sabe lo que es palpitar bajo la enorme letra H. Francisco coqueteó con la Selección de Honduras incluso antes de su ascenso meteórico. Y al parecer ese filtreo se está convirtiendo en un amor duradero.
El afable “piñero” está en la lista de 23 convocados que disputarán la Copa Oro 2023 con la Bicolor en los Estados Unidos.
Cada escalón alcanzando, cada obstáculo superado por Martínez nos llena de orgullo. Sus triunfos son los nuestros y sus derrotas las sentimos como propias.
Hace mucho tiempo no veía a un jugador que despertara ese grado de empatía generalizada. Quizá es porque está viviendo el sueño que algunos no pudimos volver realidad. Tal vez es por ser el reflejo de que el talento puede florecer en cualquier lugar.
O a lo mejor por ser el triunfo de uno de abajo, de los desfavorecidos, de los que no tienen “padrino” y solo los acompaña esa pequeña luz de un anhelo lejano.
La historia de Francisco Martínez nos acerca a nosotros mismos. Nos muestra que es posible tocar el cielo, aunque sea a través de su logros.
Es así como una parte de nosotros viaja con él y al mismo tiempo un fragmento suyo forma parte nuestra. Somos aficionados suyos y él nos representa.
Aquí el color de la camisa importa un carajo. Todos queremos que triunfe, porque así, nosotros también triunfamos.
Francisco Henrique Martínez Hernández nos hizo creer en lo imposible.
El Chelito somos todos.