Sus ojos brillantes y húmedos denotan el inmenso orgullo que invade su corazón al referirse al menor de sus siete hijos, a quien le agradece por cumplirle una de sus mayores ilusiones: verlo de azul, militando en el equipo de sus amores.
Allí, sentada en su casa, reflexiva y con una voz pasiva, doña Estela Discua no puede evitar las emociones al escuchar el nombre de Carlos Israel Discua, el actual goleador del Azul. “él siempre quiso ser futbolista y yo dejé que hiciera lo que le gustaba, y, ahora que está en mi Motagua, yo me siento muy feliz y orgullosa de él, es un hijo especial”, dice la progenitadora del Chino, que suma seis tantos en este torneo con las águilas.
Y es que en forma sigilosa, pero efectiva, ese volante de ojos rasgados, como su madre, se ha convertido en el as bajo la manga del Ciclón, sobre todo al momento de bautizar las redes enemigas.
Le dedica sus goles...
En cada una de las celebraciones con el Mimado, el Chino Discua siempre deja de manifiesto la dedicatoria para la persona que le dio la vida, a quien más que traerla tatuada en su brazo, la lleva clavada en su corazón.
“Yo no voy al estadio, pero los partidos de él no me los pierdo en la tele; aquí me vengo a sentar y cuando hace un gol solo levanto mi mano, le mando un beso, y digo ‘gracias, hijo, gracias, Dios, por bendecírmelo”, relata la señora, quien acompaña sus palabras con un gesto que evidencia el orgullo que tiene por su vástago.
Ese hijo que, luego de celebrar haciendo un corazón con sus manos, está listo para tomar el teléfono y hacerle una llamada a la persona que lo trajo a este mundo, a quien resume su sentimiento en una frase corta, pero profunda: “Mamá, te quiero mucho”.
En ese momento, que nos comenta la madre, interviene Xiomara, la hermana del Chino, para agregar que “él ya cumplió su sueño de jugar en Motagua (el equipo de sus amores), ya lo llamaron a la Selección, y solo le queda salir al exterior, y primero Dios pronto lo va a lograr”.
Pero al escuchar las palabras de su hija, doña Estela se quiebra un poco y, entre los sollozos que dicen más que mil palabras... lleva sus manos al rostro, seca sus lágrimas y recibe el aliento de Xiomara, que le expresa: “usted sabe que si sale y se separa de nosotros es por el bien de él y de todos”.
Sí... el imaginarse distante de su hijo la atormenta y le provoca el llanto a doña Estela. Sabe que aunque reciba todos los días una llamada, ya no estará cerca para apreciarle.
“Para mí es muy duro que me lo lleven largo, porque siempre lo he tenido cerca”, cuenta la madre y finaliza diciendo que cuando no llega a verla, le regaña y le dice: “Estás faltista, hijo...”.