Tegucigalpa, Honduras
Entre el ocaso del mediodía y el inicio del atardecer aparecía esa imponente figura que hacía retumbar toda la colonia Kennedy y en donde decenas de niños deliraban pronunciando a todo pulmón un solo nombre: “¡Ronaldinho, Ronaldinho, Ronaldinho!”...
él devolvía la gentileza saludando a la generalidad y repartía algunos abrazos a pocos privilegiados. Su particular boina, una camisa blanca sin mangas, un short negro, lentes oscuros y sandalias casuales retrataban a ese futbolista nacido en el barrio y que se constituyó en el mejor del mundo. “Muy buenas tardes a todos, es un placer y honor de estar aquí ante ustedes y les doy muchísimas gracias de compartir conmigo”, se presentaba Dinho ante el estruendo en el local.
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Dejó su firma en la cancha
Allí, en la Escuela John F. Kennedy, estaba el genio para inaugurar la cancha de fútbol del centro educativo mediante la campaña de pintado de Marca País. Primero agarraba una brocha para hacerla de pintor y luego, con su peculiar sonrisa, dejaba plasmada su firma para la historia... Dinho tuvo el gesto de ir a sentarse con un grupo de niñas que lo aclamaban y que coreaban su nombre.
“Es uno de los mejores del mundo, ya que se bailó a muchos en la cancha y es por eso que siempre lo admiré”, decía el pequeño Christian Zelaya justo antes de que Dinho se desplazara a la Villa Olímpica para disfrutar del fútbol con varios equipos infantiles.
Fútbol con los niños
El reloj acariciaba las 4:00 de la tarde, R10 bajaba de una camioneta custodiado por múltiples escoltas y los presentes en el Estadio Simón Azcona enloquecían al ver tan cerca a la leyenda.
Los que estaban en las gradas dejaban la garganta y los que le esperaban sobre la pista se quedaban con una cara de “no me lo puedo creer”.
Dinho, que había suplido las sandalias por unos tenis negros, caminaba hacia el campo, en donde varios equipos infantiles le esperaban para jugar durante unos 20 minutos. Primero saludó uno a uno a los pequeños y después se sitúo en el terreno de juego para ver jugar a los niños y acariciar la redonda de vez en cuando. El primer gol del pequeño Juan Gómez provocó los aplausos de Dinho y el reconocimiento para el goleador: “Buena, buena, buena... vamos, vamos”.
+Ronaldinho plasmó su firma en una escuela de la colonia Kennedy de la capital de Honduras
Aplaudió y corrigió...
Un segundo gol le hizo agitar las palmas nuevamente y, cuando el anunciante del evento informaba que el juego iba 1-0, él mostraba dos dedos y afirmaba: “Van 2-0, son dos goles”...
Luego, mostró su calidad dando algunos toques de balón, mientras otros infantes aprovechaban para saludarlo. “Le dije que para mí es un ídolo. Me contestó que para él era un placer venir acá”, contó Gabriel Elvir, en tanto que Juan José Gómez confesó con cierta timidez: “Me dio felicidad saludarlo y sentí emoción anotar un gol ante Ronaldinho”. Tras un tiempo de fútbol, era turno para tomarse fotos con cada uno de los equipos. Cada paso era vigilado por un mar de seguridad y en medio de un gran alboroto levantó la mano para subirse al automóvil y despedirse de la Villa Olímpica. Después se fue al hotel, se relajó, se dio tiempo para ver el clásico Real Madrid-Barcelona y se alista para la gran cita de hoy en el Estadio Nacional...