TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Aunque la reduflación es una práctica válida en el comercio, puede volverse ilegal sin que un consumidor lo perciba, incurriendo en una acción fraudulenta.
Desde inicios de esta semana, EL HERALDO ha informado sobre esa práctica consistente en la disminución del tamaño o cantidad de un producto para mantener su costo, la que se ha sofisticado y hasta sistematizado tanto en el ámbito nacional como internacional.
Además, no existe una regulación específica de la estrategia, que data de hace varias décadas pero que se torna más común en épocas de mayor alza generalizada de los precios de los bienes y servicios.
El analista Helmis Cárdenas, quien preside el Colegio Hondureño de Economistas (CHE), mencionó a EL HERALDO que “teóricamente no hay control de precios, tenemos una liberalización del mercado desde el modelo que empezamos en 1990, sin embargo, en la práctica hay muchos productos que están sometidos a vigilancia que se debe de mantener”.
Entonces, ¿en qué momento se torna indebida esta tendencia comercial tildada de engañosa y poco transparente?
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Los casos
“La reduflación no es una figura ilegal por sí misma, pero sí puede ser ilegal en el caso de que sigan manteniendo los valores anteriores al cambio, haciendo pensar que un producto tiene el peso original y en la práctica lo han cambiado, por lo que aparte de un engaño es una estafa”, confirmó el presidente y director de la organización de protección al consumidor Artículo 19, Darwin Ponce a este rotativo.
Alertó que “se han afectado varios productos no solamente en cuanto a la reduflación, sino también a la baja en la calidad; ahora no se encuentra un jamón que no lleve soya, que no es un producto natural de los embutidos”.
Hay denuncias de la venta de supuesto quesillo que hasta el 75% de su peso es harina de trigo, implicando perjuicios para los compradores, señaló Ponce. Sostuvo que “la gente está tratando de comprar para poder ajustar, hace malas selecciones de compra y esto está afectando la salud”.
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Por otro lado, en el país debe de haber un estándar metrológico en pesos al igual que medidas para evitar confusiones, sugirió el defensor del consumidor.
Planteó que “lo primero que tenemos que hacer es un trabajo amplio en cuanto a la estandarización en temas metrológicos y obligar a las empresas a estandarizar la presentación de pesos y medidas para que la gente se acostumbre y no quede engañada”.
“Lo que se tiene que mantener es un control, estar revisando que lo que se declare en la etiqueta corresponda con la cantidad, tamaño o el peso del producto, por lo que el trabajo es enorme porque hay miles de artículos que están en el mercado que han sido afectados por la reduflación”, enfatizó el representante de Artículo 19.
De uno mismo y de elecciones en la que prevalezcan más los criterios de costo-beneficio y cantidad con calidad dependerá no seguir siendo sorprendidos por la también conocida como la inflación invisible.
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