TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Una salida a comer fuera de casa, visitar el restaurante de moda para subir una foto en tus historias y pedir ese producto que tu influencer favorito te invitó a probar parecen actos inofensivos para tu economía y autoestima, de hecho, podrían interpretarse como acciones de amor propio al querer consentirte, pero detrás se esconde una práctica altamente nociva.
Este tipo de gastos que están fuera de tu planificación mensual o quincenal y que no representan por sí mismos una necesidad imprescindible, son conocidos en términos económicos como “gastos hormiga ”, pues al igual que estos pequeños animales, uno de ellos parece inofensivo, pero al sumarse, pueden generar dolorosas picadura, en este caso, a tu economía personal y familiar.
La economista Cinthya Arteaga explicó a EL HERALDO que en suma, estos gastos, al ser frecuentes, son capaces de llevar a las personas a una grave crisis financiera, pues incluso hay quienes recurren a las deudas para intentar cubrir las necesidades reales que dejaron expuestas al destinar ese dinero a cosas innecesarias o hasta incurren en deudas para continuar gastando en cosas prescindible.
“Estos gastos vienen derivados de la no planificación, de no controlar los impulsos, pero también están determinados por la disponibilidad que tengamos de dinero en ese momento, de pensar en corto plazo y de atenerse a la garantía de que más adelante podremos resolver las necesidades que surjan en el camino”, enfatizó la profesional.
En Sociología, este problema no está muy alejado de la analogía hecha por los economistas, pues mientras en materia económica se le conoce como “gastos hormiga”, algunos sociólogos describen este comportamiento como “terrones de azúcar”, pues cada compra es vista como un pequeño trozo de dulce que genera satisfacción en el consumidor.
Cubriendo una necesidad interior
Es por eso que para el sociólogo Julio Raudales las compras compulsivas no se limitan a una decisión individual, sino que obedecen a un problema social mucho más grande en donde el cliente indirectamente es influenciado a comportarse como un “zombie consumista”.
“El problema es que el consumidor está sometido a un bombardeo de la mercadotecnia y que se ha construido en ese entorno de la globalización. Se trata de un ser humano probable al consumo, que intenta identificarse por la marca, es decir, sentir que existe a través de una compra, aunque sea insignificante. Tenemos una sociedad hedonista, actuamos en torno al placer, estamos actuando bajo la lógica del deseo”, explicó Raudales.
“Desde ir a tomarse un café a la calle aunque en la casa pueda consumirlo ya la larga terminar impactando en el presupuesto, solo porque pretendes lucirlo para que te haga sentir parte de actitudes, son que se enseñan desde la familia, pero también hay una presión fuerte desde otras áreas como las iglesias o las redes sociales, siendo los jóvenes los más propensos”, aseveró el también docente universitario al destacar que el ser humano intenta cada día vivir para ser valorado por los demás y para demostrar capacidad adquisitiva y poder.
Consecuencias de comprar compulsivamente
Más allá de la consecuencia visible de tener en tu hogar objetos y productos para los cuales no ves un uso urgente pero que compraste en un momento de impulso o de darte cuenta que la satisfacción de consumir una bebida fuera de casa duró lo mismo que el líquido en el vaso, hay muchos otros efectos que se deben considerar antes de decidir gastar en una nueva compra.
Uno de los más peligrosos es para quienes utilizan tarjetas de crédito al momento de comprar, pues si no se hace un uso inteligente de este insumo se pone en riesgo su historial crediticio y se incurre en deudas innecesarias si se rebasa su límite.
Otro efecto de los gastos hormiga es que te impide administrar efectivamente otras áreas de tu vida, pues según Arteaga, desde la economía personal se gestan los objetivos personales y familiares a corto, mediano y largo plazo. Y Raudales agrega que: “Cuando se satura la economía puede generar crisis en la familia, que a su vez conlleva a la desintegración”.
¿Cómo evitar caer en los gastos hormiga?
Una vez consciente del problema, hay varias cosas que puedes hacer para evitar ser víctima de este enemigo silencioso y comenzar a hacer cambios reales en pequeñas acciones del día a día.
En primer lugar, pregúntate si ese producto que quieres consumir o usar ya lo tienes en tu casa, si es estrictamente necesario o si lo puedes sustituir por algo similar que ya tengas o que sea más barato.
Elabora listas de lo que requieres antes de salir a hacer tus compras y apégate a ella, de ese modo evitarás caer en ofertas tentadoras.
Utiliza los recursos que tienes en Internet para conocer más acerca de la responsabilidad financiera, informándote con mentores que generan contenido sobre el tema y que están capacitados para hacerlo.
Comienza a implementar cambios en tu entorno, motivando a tus familiares a no derrochar y en cambio, destinar ese dinero a otras actividades más enriquecedoras.
Finalmente, recuerda que no se trata de exagerar a la hora de limitarte, sino de evitar derrochar, pues como recomienda Julio Raudales, “hay que fortalecer la individualidad para evitar ser víctima de la presión social”.