Detrás del nombre de Octavio Paz está la poesía transgresora, la conceptualización de la libertad, el prototipo irrefutable de la intelectualidad y una figura voraz que dejó huella en la escena cultural.
Un retrato que Allan Núñez y Carlos Lanza, críticos de arte y docentes de literatura, comparten y honran a 20 años del fallecimiento del Premio Nobel de Literatura (1990).
Ambas figuras, desde el Paraninfo Ramón Oquelí de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), abordaron su visión e interpretación de la obra y legado del mexicano, considerado uno de los autores imprescindibles e insoslayables de la segunda mitad del siglo XX en el mundo hispanohablante.
Lanza, a partir de su texto “Una experiencia personal con la muerte de Octavio Paz”, escrito tras el deceso del autor mexicano en 1998, asegura que “pocos hombres como Octavio Paz han verbalizado el mundo con tanta pasión y elegancia, pocos como él han fusionado en sus ensayos y su poesía los verbos creación y reflexión. Él reveló en la palabra la idea y la poesía, en sus ensayos intentó dilucidar la naturaleza y la función de la poesía en las sociedades... Fue en la poesía que encontró la fuerza de gravedad que mueve el mundo”.
Núñez, concuerda sin titubear en que su legado sigue permeando en la cultura actual. “Es una de las figuras más prolíficas y polifacéticas de la literatura hispánica. Su obra está marcada por una multiplicidad de intereses. Le interesó la antropología, un mundo colonial, la cultura hindú, literatura española, la historia, sus raíces. Es un autor esencial que desde ya debe ser considerado por todos nosotros como un clásico”, concluyó