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René Pauck, una vida dedicada al cine documental

Este sábado 19 EL HERALDO entregará el Premio a la Trayectoria al documentalista que con su obra ha marcado la historia del cine en Honduras

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16.10.2019

Tegucigalpa, Honduras
Una estadía que sería de un año, terminó siendo de 47.
René Pauck, el niño francés que a los 8 años sentía una gran fascinación por el cine, el joven que tuvo que ir a la guerra de Argelia y el hombre que era peluquero en Canadá, llegó a Honduras como voluntario de Cáritas con la idea de estar un año, pero terminó haciendo de Honduras su hogar.

Aquí vino a hacer televisión, “no vine con todo el conocimiento para darlo, sino que venía con una pasión que aquí pude desarrollar. Empezó todo en 1973 y después seguí”, cuenta Pauck.

Pauck llegó a Honduras como voluntario de Cáritas, su misión era hacer televisión.



Todo surgió en su niñez, cuando miraba con gran curiosidad las proyecciones de diapositivas que el maestro hacía en la escuela, luego se iba a su casa y con tubos de papel, pedazos de película, una caja y una lámpara, proyectaba en la pared. A sus 15 años conoció a un señor que tenía una cámara y que trabajaba filmando, trabajó con él un tiempo y cuando tenía 16 años pudo comprar su primera cámara, que atesora en su oficina en la Cinemateca Universitaria Enrique Ponce Garay de la UNAH, donde ahora se desarrolla otra parte de su historia.

La llegada
Corría el año 1973, era febrero, y René Pauck llegaba a Honduras solo tres meses después de haber conversado con una clienta de la peluquería en la que trabajaba en Quebec (Canadá), que ya estaba cansado de hacer lo que hacía, que quería un cambio, que le gustaría conocer otro país, ser voluntario. Y así su clienta, que tenía un hijo trabajando en Honduras, consiguió que Pauck fuera considerado por Cáritas para venir al país, su trabajo: hacer televisión.

Que se iba a quedar 47 años nadie se lo dijo, este país lo atrapó, le dio la oportunidad de aprender a hacer lo que le apasionaba, para 1982, nueve años después, ya estaba listo “Maíz, copal y candela”, el documental que marcó su vida y que significó un antes y un después en su recién iniciada trayectoria como documentalista.

“Cuando llegué a Honduras América Latina estaba en gran movimiento, hablábamos de la América India, entonces había un interés que me nació a partir de esa visión, y me di cuenta de que en Honduras había un pueblo originario, y del que más se hablaba era del pueblo lenca, después el garífuna. Yo tenía una pasión por el documental y aunque no tenía una formación como documentalista, yo quería documentar la vida de los pueblos originarios”, cuenta Pauck.

Y así inició este documental, hizo los contactos, juntó a un equipo que al igual que él no tenía la preparación pero sí la visión de lo que querían. Acuerparon el proyecto el antropólogo Jorge Travieso, el reconocido lingüista Atanasio Herranz, Mario López y Napoleón Martínez. “Éramos un equipo enamorado de nuestro trabajo, yo recuerdo que a nosotros se nos subía la alegría cuando íbamos a trabajar con la gente que nos recibió”.

Después de este trabajo estuvo un tiempo corto trabajando en publicidad, posteriormente siguió como camarógrafo y se fue como corresponsal a los frentes de El Salvador y Nicaragua, “otra de las experiencias fuertes de mi vida, es la segunda parte de mi vida que me ha marcado y que ha hecho de mí un documentalista de verdad”, recuerda.

Si dejamos de hablar del documentalista para hablar del hombre, René Pauck es un hombre adaptable, vivió un año en Argelia, como militar, y amó Argelia, vivió en Canadá y amó Canadá, ahora vive en Honduras y ama Honduras, aunque reconoce que “soy francés hasta las uñas”.

“Yo sé vivir en el país donde vivo, yo me acerco, tomo sus costumbres, ese pueblo es mi nuevo pueblo. He amado Honduras porque es un país magnífico, de norte a sur, es un país de una diversidad increíble, esa diversidad que a veces el mismo hondureño toma como una carencia, yo lo veo como una fuerza; el mestizaje y los pueblos originarios hacen de Honduras un país riquísimo en gente y recursos naturales, y es una de las cosas por las que me pregunto por qué estamos al nivel en el que estamos, es un país que se merece más de lo que tiene”, señala.

A lo largo de su trayectoria ha dirigido muchos documentales, su principal enfoque ha sido la vida de los pueblos originarios de Honduras.

Y es esa riqueza que menciona la que le da vida a su trabajo. Después de “Maíz, copal y candela” hizo “Hasta que el teatro nos hizo ver”, un documental que registra el proceso de la obra Louvabagu, dirigida por Rafael Murillo Selva, con elenco garífuna, “creo que este es el mejor documental que he hecho en toda mi vida”, reconoce.


También se suman otros trabajos como “El tata Lempira”, que es también sobre los lencas; después hizo una serie documental con los pech, incluso ahora tiene un documental sobre ellos, en el que trata el tema del territorio. En 1996 dirigió “Alto riesgo”, que es ficción. “Entonces mi trabajo es como documentalista, no puedo decir que soy un cineasta con una gran obra, pero soy un cineasta documentalista con un montón de documentales”, dice.

Ahora, desde la Cinemateca de la UNAH, Pauck vive otro gran episodio de su vida profesional: el rescate y preservación de la memoria fílmica de Honduras y Centroamérica. “Hemos creado una red que nos va a permitir fortalecer los lazos cinematográficos tanto de ficción como documental de los cineastas de Centroamérica, y es un factor importante, porque el salvar lo que tenemos es asegurar las perennidad de esa memoria... A eso le voy a dedicar todo lo que me queda de tiempo, además de que tengo un proyectito de película y documentales”.

Y es por todo ese trabajo realizado en Honduras, por fomentar la preservación y divulgación de la memoria fílmica y desarrollar un importante trabajo como documentalista, que este año EL HERALDO reconocerá a René Pauck con el Premio a la Trayectoria en el VIII Festival Internacional de Cortometrajes.