GRACIAS, LEMPIRA.- He conversado con el escritor Giovanni Rodriguez, director de la Feria del Libro de San Pedro Sula (FLSPS), donde participarán 16 editoriales, 8 librerías, 58 autores y se desarrollarán 42 actividades entre talleres, presentaciones de libros, conversatorios, conferencias, lecturas, conciertos, exposiciones de pintura y fotografía. Este evento cultural es abierto y gratuito para todo público, sin duda una gran oportunidad para los autores y editoriales, pero también para que los lectores, las universidades y colegios se acerquen a la producción literaria hondureña.
¿Cómo imaginás simbólicamente a la FLSPS dentro de las dinámicas de la cultura hondureña?
Giovanni Rodríguez (G.R.) Como uno de los grandes eventos culturales que se realizan en el país cada año y como una oportunidad de demostrar que la cultura, y específicamente la literatura, tiene un papel fundamental en el desarrollo de nuestra sociedad.
¿Podés caracterizar a la FLSPS como espacio de inversión económica?
Más allá de ser una gran cita literaria, la feria está concebida como instancia de negocios alrededor del objeto libro. Durante esos tres días todos sus protagonistas: autores, editoriales, libreros y lectores, se insertan en una dinámica en la que, a la par de la promoción literaria, se forja y se desarrolla un “mercado del libro”; y eso era una necesidad fundamental para el desarrollo de la industria literaria en el país.
¿Qué debe esperar el público que llegue a la FLSPS a comprar o simplemente a participar en las actividades?
Igual que como sucedió el año pasado en la primera edición de la feria, el público se sorprenderá de ver reunida en el mismo lugar durante tres días consecutivos a mucha gente involucrada con esas dos actividades tan menospreciadas por un amplio sector de la sociedad: la escritura y la lectura. Esa circunstancia, de inmediato, propicia una gran fiesta literaria que nadie debería perderse, si de verdad es un amante de los libros.
Opiniones
¿Creés que aquellas distancias que en el pasado parecían insalvables entre autores, se han convertido en alianzas profesionales alrededor del libro?
Creo que en la medida en que vivíamos en Honduras en un ambiente de pobreza literaria, con poca gente escribiendo y publicando, sin planes desde las instituciones, pero también desde la individualidad de cada escritor para salir de esa pobreza, nos sumíamos en un ambiente bastante enrarecido en el que todos éramos esos famosos cangrejos intentando salir de la cubeta. Ahora se han entendido mejor las necesidades del país en materia literaria y esta nueva generación logra ver, más allá de las diferencias de criterios respecto a la calidad literaria, que tenemos la oportunidad de cambiar algunas cosas. Y la Asociación de Editoriales Hondureñas, que está en formación, así como las ferias y los encuentros literarios que esta asociación genera, constituyen la clave para el desarrollo del sector.
En los últimos años, paradójicamente en medio de una crisis económica, política, social y sanitaria, han surgido espacios culturales que derribaron el ideario de centro y periferia. Ya no es Tegucigalpa la que modula la caracterización cultural porque hay “muchos centros” de la cultura en Honduras ¿Cómo lees vos esta nueva realidad cultural?
La cultura está donde están sus protagonistas y su entusiasmo, no donde está la burocracia que supuestamente rectora la cultura, ni tampoco donde está el dinero para promoverla. Si algo nos hemos demostrado en estos años de crisis y de carencias, es que la cultura resurge y se desarrolla con la imaginación y con la creatividad.
¿Crees que la FLSPS como otros espacios culturales del país están vinculados a un ejercicio profesional de una nueva generación de relevo en la literatura hondureña?
Creo que se trata de algo más simple: un cambio en la mentalidad de quienes promovemos estos espacios. Si ahora, con la globalización, somos capaces de ver el mundo, lo lógico es que tratemos de reproducir y de adaptar aquí algo de lo que vemos afuera.
¿Hay un trabajo consciente de los editores por reinventar y actualizar la cultura editorial hondureña?
Creo que han coincidido dos cosas: las facilidades, en estos tiempos, para publicar libros en cantidades que no requieran una gran inversión de dinero y el desarrollo de un buen gusto por el libro como objeto, más allá del atractivo que tenga como obra de arte. Eso está contribuyendo a atraer lectores hacia la literatura hondureña, que siempre había sido vista como una literatura de escaso valor y editada con muy mal gusto.
¿Una feria del libro debe ser totalmente abierta o se debe reflexionar críticamente para sopesar la calidad literaria?
Al tratarse de una instancia de negocios alrededor del objeto libro, debe entendérsela como abierta, receptiva, capaz de albergar múltiples manifestaciones y perspectivas. Sin embargo, el peligro de la charlatanería acecha siempre y ahí es donde quienes la organizan deben tener bien afinados sus criterios y su buen gusto para saber gestionar las posibilidades sin ceder a esas formas del populismo que a veces lo echan todo a perder.
Contexto
¿Cuáles son las características del mercado del libro hondureño? ¿Cómo transformarlo?
En Honduras siempre se ha pensado que la única posibilidad de que un libro se venda es a través de la lectura obligada en los centros de enseñanza. Esa idea ha fomentado el conformismo entre quienes intervienen en la producción de los libros. A Honduras le faltaban los encuentros literarios y las ferias del libro, pero eso ya lo vamos solventando y es posible acercar a los autores con sus lectores más a menudo; ahora habrá que concentrarse en la creación de espacios para la difusión, en la formación académica, en la crítica literaria, en la profesionalización de los editores. Y esto último será lo más difícil de lograr, porque requiere de mucho tiempo y trabajo, pero, sobre todo, es necesario que reconozcamos todo eso como nuestras carencias, nuestro lastre, y no quedarnos, conformistas y mediocres, haciendo la fiesta tonta del que no es capaz de proyectarse en la resaca del día siguiente.
Actualmente hay unas treinta editoriales independientes produciendo libros en Honduras. ¿Cómo desarrollar este potencial económico?
El ambiente actual de la edición literaria en Honduras está propiciando una sana competencia entre las editoriales. Estoy seguro de que todas estas editoriales se ven de reojo al mismo tiempo que ven lo que hacen otras editoriales extranjeras. De esa constante vigilancia competitiva surgen nuevas ideas, nuevas formas de desarrollo. Pero lo principal es saber que si uno pretende ser constante en esto, hay que ver el asunto en “modo empresarial”. Para que el proyecto de editar y publicar libros en Honduras siga en marcha, ese proyecto debe alcanzar su punto de equilibrio y a partir de ahí hay que visualizar las formas de desarrollo y continuidad.
¿Las universidades cómo pueden entablar una relación con la FLSPS?
Las universidades cuentan con infraestructura y recursos suficientes, tanto humanos como materiales, para desarrollar o apoyar, mediante convenios, una feria del libro o cualquier tipo de actividades similares. Sólo es cuestión de voluntad política y ampliación de la mirada. Si alguna universidad quiere unirse a esta causa, con mucho gusto vamos a establecer esa relación.
San Pedro Sula es una ciudad de grandes empresarios ¿Crees en una potencial proximidad para bien de la FLSPS en un futuro cercano?
Si esa “proximidad” tiene que ver con la vieja idea de pedir, mejor dejemos las cosas como están. Mi idea es que la feria resulte, en un futuro cercano, lo suficientemente atractiva para que sean las empresas las que acudan a ella ofreciendo su patrocinio o preguntando qué posibilidades les brinda la feria para mostrarse, y no al contrario. Ninguna feria del libro en ninguna parte del mundo sobrevive con donaciones o patrocinios. Las ferias son capaces de generar sus propios recursos y de mostrarse atractivas para la sociedad; por eso son autosostenibles e independientes de cualquier sector, público o privado.
¿Qué políticas culturales desde el Estado son necesarias para forjar la industria del libro y su mercado?
Es necesario que se establezcan protocolos para el fomento de la lectura de literatura nacional en las escuelas y colegios. Las editoriales hondureñas podrían perfectamente ser proveedoras del Estado en este sentido. Es necesario también fortalecer la red de bibliotecas públicas, no sólo dotando de libros a estas bibliotecas sino también organizando en ellas clubes de lectura, eventos para incrementar las relaciones entre sus lectores y los autores, etcétera. Sería muy estimulante también para las editoriales poder acceder a programas de financiamiento que les permitan publicar algunos libros con tirajes más amplios y a precios más bajos. El Estado también podría gestionar, a través de la Secretaría de Cultura, la instalación en el país de una imprenta que satisfaga la demanda de todas estas editoriales hondureñas que actualmente, por razones de costos y de calidad en la impresión, optan por imprimir sus libros en Estados Unidos. Aquí, para el sector editorial, hay muchas cosas que podrían hacerse. Sólo se necesita voluntad política y un poco de imaginación.
¿Qué significa en tu desarrollo profesional y personal liderar la FLSPS y tu editorial mimalapalabra con tu familia? Eso también es ejemplar en un país tan complejo como Honduras.
Aquí parece que a nadie se le había ocurrido organizar una verdadera feria del libro; todo, hasta el año pasado, se reducía a poner tres carpas y unas cuantas mesas para que dos o tres pelones esperaran sentados a que alguien llegara a comprarles un libro. Eso, en todo caso, era una feria del libro tercermundista. Y yo soy de los que piensa que no se requiere de grandes recursos para hacer cosas buenas, sólo voluntad y creatividad. Por suerte, he encontrado en mi familia y en unos pocos amigos, el apoyo necesario para echar adelante este proyecto y también el de la editorial. Siempre me digo a mí mismo que si quiero ver algo bien hecho, debo ponerme yo mismo a hacerlo. Después, cuando lo hayan visto, los demás sabrán que sí es posible hacerlo. Y se contagiarán.