TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Dedicar una vida en favor de resguardar a otros no es la norma, pero sí da constancia de que hay quienes construyen legados al hacerlo. Ana Cruz, directora de Asociación Calidad de Vida, acumula 26 años al pie de una lucha que no es solamente suya, pero de la que se ha sentido parte siempre.
La más reciente galardonada con el Premio Quetglas 2022, otorgado por la Fundación Obras Sociales Vicentinas (Osovi), conversa con EL HERALDO sobre los motivos que la llevaron a liderar este proyecto, mientras recuerda los inicios de su causa y evidencia las carencias a las que hacen frente. “Las mujeres no tienen la culpa de vivir en situaciones de violencia”, ha dicho con certeza.
Más allá de la emotividad del momento, ¿qué representa para usted este premio tras 26 años de labor?
Para nosotras, y para mí en especial, representa el reconocimiento de una labor silenciosa. Porque la violencia contra las mujeres se trabaja en silencio, no hay respuesta estatal hacia ello y sobre todo está invisibilizada. Las mujeres que piden ayuda no lo hacen públicamente, y nosotras tenemos que mantenernos en el anonimato al igual que ellas, por seguridad. Entonces, haber recibido este premio es eso, visibilizar que existe esta problemática en Honduras y que no hay voluntad política para trabajarla.
Durante la ceremonia usted expresó que seguirá dando su vida en favor de las mujeres, ¿cuál es el trasfondo de este enunciado?
Básicamente, lo que hemos hecho en estos 26 años ha sido exponer nuestra vida por la vida de las mujeres. Es bien difícil, riesgoso. No sabemos contra quiénes nos enfrentamos, quiénes son estos agresores. Muchas veces son personas de mucho poder, gente que no piensa en consecuencias ni en cómo pueden lastimar a otros. Nosotras hemos tenido que huir. Y lo he dicho, yo he sacado a mis hijos del país para protegerlos. Pero nací para esto, para servir a las mujeres, para que puedan vivir libres de violencia, y así lo seguiré haciendo, exponiendo mi propia vida si es necesario.
¿Qué tipo de servicios ofrecen a las mujeres que se abocan a su asociación? ¿En qué se centran?
Nosotras brindamos atención multidisciplinaria, lo que significa que damos atención psicológica, legal, social y pedagógica. También promovemos que las mujeres puedan aprender un oficio y así logren cortar ese ciclo de violencia/dependencia. Pueden pedirnos ayuda todas aquellas que se encuentren en una situación de violencia, teniendo en cuenta que no solo se trata de golpes, sino que el problema empieza mucho antes y puede terminar en un femicidio. Entonces, antes de que suceda cualquier otra cosa, nosotras brindamos el apoyo necesario para tomar una decisión, porque todo nuestro personal está preparado para que la mujer pueda, número uno, denunciar, una vez que se prepare.
Hábleme de los inicios de Asociación Calidad de Vida.
La asociación nace como el sueño de tres mujeres, dos hondureñas y una norteamericana, quienes coinciden en que había demasiados vacíos en cuanto a la atención de la violencia contra las mujeres. Y fue así como, hace 26 años (junto a Leyda Flores y Viodelda Ho Shing), decidimos fundar esta organización. Empezamos como una casa refugio. En ese entonces no sabíamos cómo seguir, porque es bien difícil arrancar de cero, con un pensamiento tan grande, pero nos fuimos aliando. Lo hicimos con la primera dama de ese entonces, doña Bessy Watson, a quien le gustó la idea; ella nos dio un local. Luego nos coordinamos con sor María Rosa, y ella nos amuebló. Hemos ido creciendo y todo lo que la organización hace sigue siendo en pro de las mujeres. Las otras dos fundadoras ahora viven en Estados Unidos, pero participan activamente a la distancia.
Entonces, ¿cómo describe la evolución de esa primera idea en relación con su situación actual?
Hoy en día tenemos un programa grandísimo de prevención en las comunidades, en donde organizamos a las mujeres en redes, para que ellas den esos primeros auxilios legales allá en donde no existen los operadores de justicia, donde cuando una mujer entra en crisis no hay quién la atienda. Hacemos campañas con las niñas y los niños. Estamos en siete departamentos de Honduras haciendo trabajo de prevención.
También tenemos la parte de protección, con la que brindamos atención por medio de tres vías: a nivel telefónico 24/7, atención psicológica y legal de manera presencial y alojamiento a través de las casas refugio. Por último, ejercemos incidencia para el cambio de leyes, como la que tanto nos ha costado, que es la Ley de Casas Refugio; ya vamos a cumplir cinco años de estar pidiendo que la aprueben. Y es que salvar la vida de las mujeres es responsabilidad del Estado, y este no se quiere comprometer.
Los femicidios en la región son otra problemática marcada, ¿qué mecanismos de alerta se están ignorando?
A veces nos parece absurdo que cuando piden fondos de 200 millones para fútbol inmediatamente los aprueban. Solo la semana pasada hubo 18 femicidios. Esto sucede porque al Estado no le interesa la vida de las mujeres, y nosotras seguimos poniendo este tema sobre el tapete. Nos preocupa enormemente cuando se desatiende esta problemática. Estamos hablando de 8,500 denuncias al mes, en promedio, de violencia contra las mujeres; son índices enormes. Penas en el Nuevo Código Penal que más bien son penosas. Han reducido las penas de maltrato, violación, incesto, trata, mientras que otros delitos han desaparecido. No sabemos qué es lo que está pasando.
¿De qué maneras podemos construir y reforzar redes de apoyo como sociedad activa?
Yo creo que cada una, en nuestras propias comunidades, podemos ser parte de una red. Tenemos que trabajar en practicar la sororidad entre nosotras, debe haber grandes campañas de prevención en donde se eduque a la población sobre que las mujeres no tienen la culpa de estar viviendo en situaciones de violencia, ya que desde que nacemos es lo que a muchas se nos ha enseñado; que tenemos que aguantar, que debemos tener a un hombre al lado que nos proteja, que nos dé de comer, y eso no es así. Tenemos que trabajar en ir desaprendiendo todo lo que nos enseñaron como “normal”. Los niños crecen pensando que pueden maltratar y las niñas van creyendo que deben quedarse calladas. Todo eso lo debemos ir corrigiendo.
Finalmente, ¿qué mensaje envía a las mujeres violentadas que por una u otra razón no han buscado ayuda?
Primero quiero que sepan que nuestros servicios son gratuitos y atendemos sin horarios. Nunca cerramos ni tenemos vacaciones. Siempre hay personas disponibles para escuchar. En Asociación Calidad de Vida podemos apoyarles una vez que decidan salir de ese ciclo de violencia. Ponemos nuestros servicios a la orden de las mujeres, y de sus hijos e hijas. Solo así, con una pequeña decisión que tomen, de venir a la organización, ellas pueden lograr algo maravilloso. Que puedan gozar de una vida libre de violencia es lo que nosotras soñamos, es nuestra meta. Estamos con los brazos abiertos para recibirlas.
Presencia
Asociación Calidad de Vida tiene presencia en los departamentos de Francisco Morazán, El Paraíso, Valle, Choluteca, Lempira, Intibucá y Ocotepeque, además de una alianza en Atlántida con Visitación Padilla.
A nivel nacional disponen de diez casas refugio: cinco municipales y cinco que son manejadas por ONG. Solo en Francisco Morazán hay tres.
Calidad de Vida cuenta con la línea telefónica directa 2221-6606 funcionando las 24 horas del día. También pude llamar a los teléfonos 8941-2610 y 8941-2552 para asesoría psicológica y 8941-2667 para temas legales.
Donativos
Con la entrega del Premio Quetglas se otorgó además un cheque de 4,000 dólares que la directora asegura ya tiene un destino fijado. “Con este dinero hemos pensado mejorar las habitaciones para las mujeres, comprar ropa de cama, y arreglar baños y ventanas, para que ellas, sus hijos e hijas sean atendidos con dignidad, y que su tiempo de estadía sea en las mejores condiciones”, compartió.
Por otra parte, la asociación ofrece varias modalidades de apoyo. “Pueden contribuir donando ropa, calzado, cobijas (en buen estado, por supuesto), alimentos, material de higiene personal para mujeres, insumos para niños y niñas. Pero también pueden donar su tiempo; si son profesionales universitarias aquí necesitamos apoyo en todas las áreas”, apuntó Cruz.