Dentro de todas las películas que este año lucha por el premio de la Academia, Spotlight de Thomas McCarthy, es quizá la producción mas polémica de la temporada.
De 49 años, McCarthy comenzó su carrera en 1992, en numerosas películas y series de televisión, además de dirigir y escribir guiones de películas.
Su filmografía como director son: Up (guión) en 2009, The Station Agent (director y guión) 2003 y Win Win (director y guinista) en 2011, hasta llegar a Spotligh, el film que revive la credibilidad del periodismo y remueve una vez más los péndulos de la Iglesia católica. En ese sentido, reproducimos algunas preguntas hechas al director por parte del periodista Nano Salvá de El Periódico de Catalunya.
Usted creció en Boston y en un entorno católico. Debe de sentir una conexión muy estrecha con esta historia.
En efecto. Ya no soy practicante, pero la religión permanece en mi código genético. Mis padres son muy católicos y durante las vacaciones los sigo acompañando a misa.
Teniendo eso en cuenta, ¿sintió presiones a la hora de hacer la película?
Sí, incluso amigos míos me dijeron: '¿Por qué quieres remover la porquería? ¿No crees que es cosa del pasado?'. No lo es. Las víctimas siguen curando sus heridas, y la mayoría ni siquiera se han atrevido a denunciar. Los abusos siguen sucediendo no solo en Estados Unidos sino en todas partes del mundo, en Irlanda, en España, en Latinoamérica. Y las víctimas, ojo, no son solo quienes sufren abusos, sino todo el mundo católico.
La película no responsabiliza solo a la institución. En realidad, parece señalar a toda la ciudad de Boston.
En efecto, la pregunta que cabe hacerse es: ¿cómo es posible que algo así suceda por sistema sin que la gente lo sepa? Y la respuesta es: no es posible. La gente simplemente mira para otro lado. Es lo mismo que se dice cuando se habla del nazismo, y de hecho es aplicable a cualquier caso de corrupción política, económica o institucional. Eso da a 'Spotlight' una relevancia extraordinaria.
¿Cómo ve el futuro de la Iglesia?
El nuevo Papa parece un hombre decente, y hay razones para la esperanza, pero las buenas intenciones no bastan. No creo que la Iglesia haya hecho lo suficiente para proteger a los niños todavía. Aún no hay transparencia en su seno. Y el problema no se soluciona de la noche a la mañana, porque lleva sucediendo desde hace siglos. Y porque no es cuestión de unas pocas manzanas podridas y por eso no basta con apartarlas.