TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El domingo 1 de septiembre tuve la oportunidad de presenciar cómo dos niñas, Lixy y Aryadni, del municipio de Lepaera, Lempira, presentaron ante los niños y niñas diputadas de la Cámara del Congreso Nacional Infantil de Honduras el proyecto de Bibliotecas Blue Lupin para demostrar su éxito en el fomento de la lectura y el arte a través de técnicas y estrategias de lectura basadas en el juego y
en la alegría.
La propuesta pretendía despertar el interés de las niñas y niños diputados, y apoyar a sus paisanos y paisanas de Lempira, que harían gestiones ante la cámara legislativa infantil para que aprobaran la moción de construir 298 bibliotecas en todos los municipios de Honduras, con la esperanza que en algún momento esta propuesta sea escuchada en el Congreso Nacional de República de Honduras y se haga realidad.
Otro objetivo de las niñas de Lempira era respaldar una moción que se propuso ante el Congreso Nacional de la República, en febrero de 2019, sobre la construcción de 298 Bibliotecas Blue Lupin en el país.
La moción reza que “entre los beneficios de estos espacios de recreación y generación de dinámicas culturales se encuentra la recuperación del tejido social, prevención de la violencia, fortalecimiento de la participación ciudadana, inclusión y nutrición de la cultura de paz.
La fundación de estas bibliotecas en todos los municipios del país dejaría un precedente educativo ejemplar, impulsando el amor a la lectura, el arte y la identidad nacional con el fin de alcanzar un rendimiento académico de calidad”.
La primera impresión de este espacio fue apreciar la energía y creencia con que dos niñas del área rural se expresaron, argumentando que “nosotras somos prueba de que las Bibliotecas Blue Lupin pueden cambiar nuestro destino y la educación del país.
Hemos leído más de trescientos libros, somos actrices de teatro y nuestro mundo cambió para siempre. Antes éramos muy tímidas y temerosas, hoy, con los libros y el arte nos sentimos seguras y podemos expresarnos y conversar con cualquier público y en cualquier lugar”.
En la sesión del Congreso Nacional Infantil del martes 3 de septiembre, las niñas y niños diputados de Lempira propusieron la construcción de 298 bibliotecas escolares en los municipios de Honduras. La reacción de la Cámara Legislativa Infantil fue maravillosa, pues se aprobó la moción por unanimidad.
“Realmente debería existir una de estas bibliotecas en cada centro educativo del país, pero comenzamos proponiendo hacer una en cada cabecera municipal, luego que se hagan en las aldeas y caseríos, hasta que Honduras se conozca como ‘El jardín de las bibliotecas’ y la vida cambie con la lectura” expresó una
niña diputada.
Es sorprendente lo que sucede cuando abrimos espacios de participación a la niñez, ya que de ese modo se conoce su realidad desde otra visión, mucho más fidedigna y sin los velos, tapujos o intereses de los adultos. Es tiempo de ir aprendiendo que el adulto centrismo es una tara de poder que tiene mil pliegues, y que a veces puede camuflarse no sólo en los discursos conservadores y tradicionales, sino en aquellos que parecen progresistas o de participación.
Es necesario que las niñas y niños ocupen sitios privilegiados en los espacios de poder y en las iniciativas que se vinculen a la infancia; sin duda alguna tendríamos otro rostro como nación. Es un derecho humano que los niños sean niños, pero que además de eso puedan expresar y decidir cómo desean su presente y
su futuro.
No es descabellada la propuesta de hacer 298 Bibliotecas Blue Lupin tomando como base el modelo de Lepaera, no implica ningún peligro, ni es un desliz utópico o mucho menos una locura. Es una idea transparente que se nutre de una inocencia que está despojada de ingenuidad y se ha revestido del pensamiento y la expresión infantil que no arrastra el pesimismo de los adultos y por eso puede inferir la responsabilidad de quienes lideran las instituciones del Estado.
Es urgente conocer esa otra patria de nuestro presente: la infancia. Sabiendo que es necesario educarnos de manera diferente porque en los actuales centros educativos, a pesar del heroísmo de muchos docentes, madres y padres, la niñez no posee recursos para formarse de acuerdo con los retos actuales, pues es poca la relevancia de lo que pueden aprender y son víctimas de la nulidad conceptual.
Las niñas y los niños son los seres que pagan el precio de nuestra mediocridad como ciudadanos y de un tiempo caído en desgracia por la bancarrota de la patria. Sí, es posible responder edificando el país con bibliotecas llenas de atractivos para fundar el hábito de la lectura desde una visión más amable, comunitaria y participativa con base en la memoria cultural local que permita la valoración de lo que somos y significamos dentro de una
visión universal.
Ejemplos como el de la alcaldía de Lepaera son una cátedra para el país, ya que, con pocos recursos, con el apoyo comunitario y de Plan International Honduras, se logró hacer la biblioteca municipal más hermosa de Honduras, y hoy, sin presión alguna, centenares de niñas y niños leen, además de recibir a personas de todas partes del mundo.
El presidente Juan Orlando Hernández debería acercarse a la biblioteca de Lepaera y a las bibliotecas escolares de Lempira. Ya son siete años de ser exitosas y de ser noticia mundial. Podría reunirse con niñas y niños lectores de más de setecientos libros, con magistrales actores y actrices de teatro o con pequeños escritores y cineastas. Seguro se va a maravillar y bien podría colaborar para cumplir ese sueño de las niñas y niños diputados que inspirados por los pequeños de Lempira proponen que Honduras sea “un jardín de bibliotecas”.