TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Siete años han pasado; exactamente 2,555 días después de aquella terrible pérdida que marcó la vida de
Claudia Silva, madre de uno de los 360 reclusos que perdieron la vida a causa del incendio aquel 14 de febrero de 2012, cuando la
Granja Penal de Comayagua ardió en llamas, y aunque con el pasar del tiempo ha aprendido a sobrellevar el dolor, reprocha que no se haya culpado a los responsables.
Claudia es una mujer que habla con mucha seguridad y entereza, pero hoy esta madre de siete hijos aún se le quiebra la voz y se le aguan los ojos al recordar a su hijo Marcos Vinicio Silva, quien en aquel entonces tenía 22 años de edad.
'Fue algo cruel, doloroso, desgarrador y lo sigue siendo, nunca los echamos al olvido', comenzó diciendo Claudia al referirse no solo a Marcos sino a los otros 360 reos, más la mujer que estaba de visita y también perdió la vida en el incendio.
El 14 de febrero, día en el que el mundo entero celebra el amor y la amistad, es para la familia Silva una fecha de tristeza y frustración, esto último porque no se responsabilizó a nadie en el caso, que para Claudia fue un 'genocidio'.
'Los fallecidos, la tragedia, el genocidio, todo quedó en total impunidad. Los dejaron libres', reclama con fuerza en su voz tras referirse al proceso judicial que se le siguió al exdirector del centro penal, Wilmer Obdulio López Irías; el encargado de las llaves la noche del siniestro, José Víctor Mejía; así como a Rito Yánez Licona y Santos Soriano López, encargados de la seguridad y la guardia interna en aquella ocasión.
'La justicia quedó en deuda con los privados de libertad', sostiene al recordar que a ninguno se le halló culpabilidad.
Compensación
Como familias de las víctimas, madres, padres y esposas de los reos que murieron aquel 14 de febrero, decidieron conformar una asociación para exigir justicia y que el Estado se hiciera cargo de lo ocurrido.
'Desde el 19 de febrero conformamos un comité, luego pasó a ser una junta directiva y estábamos distribuidos en comités regionales y ahora somos una asociación, con personería jurídica', detalló.
'Cada 14 de febrero nos organizamos para llevar bolsitas con papel higiénico, pasta dental, cepillo y cositas pequeñas, mas que todo es algo simbólico, tener un gesto de solidaridad con los privados de libertad y una forma de honrar a nuestros fallecidos', dijo.
Tras varios años de lucha, Claudia reconoció que cada familiar recibió los 200 mil lempiras como compensación a lo ocurrido.
Además, en proceso está el proyecto de construcción de viviendas para las familias de los 361 fallecidos, según la cifra del Estado, pues de acuerdo con esta madre fueron 362 ya que uno nunca se reconoció. 'Se están construyendo de 20 en 20, donde el beneficiario tenga el terreno; comenzaron en noviembre', agregó.
Además: Juicio por muerte de 361 reos en incendio en cárcel
El fatídico 14 de febrero
El siniestro que comenzó a eso de las 10:55 en la bartolina 6 de la Granja Penal no dio tregua a los reclusos que estaban dentro de las celdas 6, 7, 8, 9 y 10, pues la mayoría falleció producto del fuego y algunos otros por asfixia al intentar escapar del fuego feroz.
Claudia cuenta que ella se enteró minutos después de reportarse el incendio, pero que jamás imaginó la magnitud de la tragedia.
Ella estaba preparando su casa para recibir visitas el 15 de febrero en una pequeña reunión que tendrían.
'Cuando la pareja de mi hijo me llama, yo comencé a buscar en las noticias, pero no decían nada, fue hasta a eso de las 11:30 de la noche que Radio Globo comenzó a transmitir la noticia y decían que las celdas 6, 7, 8, 9 y 10 estaban totalmente calcinadas, entonces, desde ese momento para mí comenzó la agonía porque yo en ese momento le dije a mi esposo 'mi hijo está muerto', no dudé de eso', narró Claudia Silva a EL HERALDO.
'Después esperé que dieran las 5:00 de la mañana para irme a Comayagua y cuando llegué allá comenzaron a dar los listados y ahí estaba, era el número 10 de la celda #6, en la cual empezó el incendio', continuó relatando.
Pero esa información solo agigantaba su dolor, pues lo que ella quería era poder verlo por última vez. 'Yo decía 'con solo que me dejen entrar y verle sus dedos de sus manos, de sus pies yo les sigo si es él''.
Luego de ello, con su corazón partido en mil pedazos, recibió sus restos tres días después. 'Me lo entregaron el 17 de febrero a las 2:00 de la madrugada y lo enterré a las 9:00 de la mañana'.
Y siete años después, lo único que le queda es mirar al cielo y abrazar con el alma el recuerdo de Marcos, a quien llama su 'ángel'.
Claudia es una mujer que habla con mucha seguridad y entereza, pero hoy esta madre de siete hijos aún se le quiebra la voz y se le aguan los ojos al recordar a su hijo Marcos Vinicio Silva, quien en aquel entonces tenía 22 años de edad.
'Fue algo cruel, doloroso, desgarrador y lo sigue siendo, nunca los echamos al olvido', comenzó diciendo Claudia al referirse no solo a Marcos sino a los otros 360 reos, más la mujer que estaba de visita y también perdió la vida en el incendio.
El 14 de febrero, día en el que el mundo entero celebra el amor y la amistad, es para la familia Silva una fecha de tristeza y frustración, esto último porque no se responsabilizó a nadie en el caso, que para Claudia fue un 'genocidio'.
'Los fallecidos, la tragedia, el genocidio, todo quedó en total impunidad. Los dejaron libres', reclama con fuerza en su voz tras referirse al proceso judicial que se le siguió al exdirector del centro penal, Wilmer Obdulio López Irías; el encargado de las llaves la noche del siniestro, José Víctor Mejía; así como a Rito Yánez Licona y Santos Soriano López, encargados de la seguridad y la guardia interna en aquella ocasión.
'La justicia quedó en deuda con los privados de libertad', sostiene al recordar que a ninguno se le halló culpabilidad.
Compensación
Como familias de las víctimas, madres, padres y esposas de los reos que murieron aquel 14 de febrero, decidieron conformar una asociación para exigir justicia y que el Estado se hiciera cargo de lo ocurrido.
'Desde el 19 de febrero conformamos un comité, luego pasó a ser una junta directiva y estábamos distribuidos en comités regionales y ahora somos una asociación, con personería jurídica', detalló.
'Cada 14 de febrero nos organizamos para llevar bolsitas con papel higiénico, pasta dental, cepillo y cositas pequeñas, mas que todo es algo simbólico, tener un gesto de solidaridad con los privados de libertad y una forma de honrar a nuestros fallecidos', dijo.
Tras varios años de lucha, Claudia reconoció que cada familiar recibió los 200 mil lempiras como compensación a lo ocurrido.
Además, en proceso está el proyecto de construcción de viviendas para las familias de los 361 fallecidos, según la cifra del Estado, pues de acuerdo con esta madre fueron 362 ya que uno nunca se reconoció. 'Se están construyendo de 20 en 20, donde el beneficiario tenga el terreno; comenzaron en noviembre', agregó.
Además: Juicio por muerte de 361 reos en incendio en cárcel
El fatídico 14 de febrero
El siniestro que comenzó a eso de las 10:55 en la bartolina 6 de la Granja Penal no dio tregua a los reclusos que estaban dentro de las celdas 6, 7, 8, 9 y 10, pues la mayoría falleció producto del fuego y algunos otros por asfixia al intentar escapar del fuego feroz.
Claudia cuenta que ella se enteró minutos después de reportarse el incendio, pero que jamás imaginó la magnitud de la tragedia.
Ella estaba preparando su casa para recibir visitas el 15 de febrero en una pequeña reunión que tendrían.
'Cuando la pareja de mi hijo me llama, yo comencé a buscar en las noticias, pero no decían nada, fue hasta a eso de las 11:30 de la noche que Radio Globo comenzó a transmitir la noticia y decían que las celdas 6, 7, 8, 9 y 10 estaban totalmente calcinadas, entonces, desde ese momento para mí comenzó la agonía porque yo en ese momento le dije a mi esposo 'mi hijo está muerto', no dudé de eso', narró Claudia Silva a EL HERALDO.
'Después esperé que dieran las 5:00 de la mañana para irme a Comayagua y cuando llegué allá comenzaron a dar los listados y ahí estaba, era el número 10 de la celda #6, en la cual empezó el incendio', continuó relatando.
Pero esa información solo agigantaba su dolor, pues lo que ella quería era poder verlo por última vez. 'Yo decía 'con solo que me dejen entrar y verle sus dedos de sus manos, de sus pies yo les sigo si es él''.
Luego de ello, con su corazón partido en mil pedazos, recibió sus restos tres días después. 'Me lo entregaron el 17 de febrero a las 2:00 de la madrugada y lo enterré a las 9:00 de la mañana'.
Y siete años después, lo único que le queda es mirar al cielo y abrazar con el alma el recuerdo de Marcos, a quien llama su 'ángel'.