Tegucigalpa, Honduras
“Señor Jesús, oh redentor, ahora levanto la mirada y veo los zarpazos mortales y las heridas del terrorismo”.
Palabras que fueron expresadas por el daño que sufrió Jesús en el Vía Crucis.
María, madre de Jesús, al ver el daño que sufrió su hijo, rompió en llanto.
Todas estas acciones que fueron interpretadas por los actores hacían recordar a los presentes sobre el sufrimiento y el dolor que pasó el hijo de Dios y su familia.
En la reflexión se recordó a los pobladores de Siria que recientemente están pasando por una situación crítica debido a la guerra, que deja decenas de personas inocentes muertas por atentados terroristas, obligando a la huida y acciones equivocadas de miles de personas.
Sobre sus hombros, Juan José Pineda, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, llevaba una estola que fue obsequiada por un sacerdote de Siria, el cual junto al pueblo de esta zona del mundo está viviendo en carne propia las consecuencias del terrorismo.
“Los zarpazos mortales y las heridas del terrorismo, guerras, secuestros, torturas y asesinatos que suceden en Siria, nada extraño a nuestra ciudad de Tegucigalpa, a nuestra Arquidiócesis de Tegucigalpa y a Honduras”, expresó con lamento Pineda.
Efectos de una ola de violencia que están sufriendo todos los hondureños. Estos mismos daños que el hijo de Dios pasó en carne propia para liberar de todos los pecados al mundo entero.
“Vemos a hombres y mujeres sometidos a nuevas esclavitudes por un mundo globalizado, donde las máquinas lo hacen todo”, expresó Pineda.
Esto provoca que cada vez el trabajo de las personas sea menos solicitado, se trata de una economía salvaje sin alma humana.
“Los zarpazos mortales y las heridas del terrorismo, |
Mensaje que calaba en todo aquel que no se despega un aparato tecnológico y cuya necesidad para usarlo es constante.
En el olvido
La indiferencia es otro de los problemas que está causando que miles de hondureños sean olvidados, excluyéndolos de las actividades que estos puedan desarrollar con la fuerza de sus brazos y corazón. Otro de los problemas es el desempleo que arropa a miles de hondureños todos los días.
“Dios, amigo de la vida de hombres y mujeres que se ven olvidados en el silencio, que nubla el tesoro de las fuerzas de sus manos, brazos y que viven en miedo, ayúdalos”, pidió el obispo.
“Virgen María, madre de Dios, madre de Jesús y madre nuestra, ruega por nosotros los pecadores pues son miles en Honduras, miles en esta ciudad, los cuales viven con angustia, miedo y sin trabajo”, solicitó Pineda.
También pidió por todas aquellas personas que se les arrebató la iniciativa personal en este camino de la cruz.