TEGUCIGALPA, HONDURAS.- En Honduras se nos está muriendo la generación de oro, aquellos hombres y mujeres que con sus sabios consejos arroparon nuestros sueños y esperanzas.
Los hemos catalogado como adultos mayores o ancianos, pero más que una edad, son las personas más vulnerables al momento de infectarse de covid-19.
Por eso, la Secretaría de Salud los incluyó entre la población prioritaria dentro del plan de vacunación e, incluso, afirmó que serían inmunizados entre abril y junio de 2021.
Hubo más esperanza cuando se prometió la llegada de los primeros lotes de vacunas anticovid entre finales de febrero y principios de marzo. Los grupos vulnerables, como los mayores de 60 años, recibirían antes sus dosis.
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Sin embargo, en esos meses solo se vieron fallecidos y ninguna vacuna para este grupo, que desde el 1 de abril al 10 de mayo registró más de 687 fallecidos por covid-19.
¿Qué sería de muchos adultos mayores y ancianos si hubiesen recibido la vacuna a partir de abril, tal como lo prometió el gobierno hondureño? ¿Seguirían vivos? ¿Se hubiese reducido la mortalidad en este grupo en los últimos meses?
Según estudios científicos y epidemiólogos consultados por EL HERALDO, la respuesta es sí, pero todo depende de la “combinación de la vacuna y las medidas de bioseguridad”, aseguró el científico hondureño Marco Tulio Medina.
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Los perdimos
Lo primero es entender que cualquiera de las tres vacunas aplicadas en Honduras (AstraZeneca, Moderna y Sputnik V) requieren de tres semanas para alcanzar la inmunidad. Las tres requieren dos dosis.
Según estudios, la vacuna de Moderna tiene una inmunidad del 94%, AstraZeneca 70% y Sputnik V 91.6%.
“Si se logra ese objetivo de tiempo y además de reforzamiento, las probabilidades de tener un covid severo en ese grupo de edad se reduce significativamente, eso es lo que se ha observado en los estudios fase tres publicados en revistas”, detalló el galeno.
Medina explicó que la vacuna anticovid no detiene el contagio, pero sí reduce la mortalidad, incluyendo a los más vulnerables.
El ejemplo más claro es Israel, que con más de la mitad de la población vacunada logró reducir la mortalidad en un 98.9%. Lo mismo ocurrió en Estados Unidos que redujo las muertes en un 80%, sobre todo entre las personas de la tercera edad. La situación de cada país es completamente diferente en cuanto a la reducción de las muertes, todo está relacionado con las medidas de bioseguridad aplicadas.
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Cifras en Honduras
En el caso de Honduras —partiendo de un escenario hipotético— la reducción de un 80% u 90% en las muertes de adultos mayores y ancianos dependería de las vacunas aplicadas. Entre más vacunados hay, más rápido se alcanza la inmunidad colectiva y se reducen las muertes.
Si desde abril de 2021 la Secretaría de Salud hubiese iniciado con la vacunación de los 798,410 mayores de 60 años que viven en el país —según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE)—, la cifra de muertes del 1 de abril al 10 de mayo de 2021 hubiese pasado de 687 a 137.
Es decir que, en un mes y 10 días en promedio hubiese muerto entre tres y cuatro adultos mayores o ancianos cada día.
Los análisis realizados por la Unidad de Datos de EL HERALDO Plus señalan que, en ese periodo de tiempo, las personas 60 a 69 años fueron las que más fallecieron, con 312 casos. El registro muestra que de cada 10 fallecidos dos estaban en ese rango de edad.
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Si realizamos el mismo procedimiento matemático que con los datos de todos los fallecidos, observamos que las muertes por covid-19 entre personas de 60 a 69 años hubiese caído de 312 a 62, si aplicamos una reducción de mortalidad del 80%, tal como ocurrió en Estados Unidos.
En cambio, en el grupo de nacidos entre 1951 y 1942 (de 70 a 79 años), habrían fallecido 43 personas y no los 215 que registró hasta el 10 de mayo el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager).
En el caso de los mayores de 80 años, el cuarto grupo con más victimas mortales, habría pasado de 160 fallecidos a 32.
Como les mencionamos anteriormente, se trata de una situación hipotética basada en la inmunización de al menos el 50% de adultos mayores o ancianos. Las cifras que estamos dando no necesariamente reflejan el número de muertes que Honduras habría alcanzado si esta población estuviera vacunada, pero nos da una idea de cómo la inmunización contribuye a bajar la mortalidad en grupos vulnerables.
“La efectividad de la vacuna tiene un porcentaje, quiere decir que las personas que están fuera de ese rango tienen riesgo y no solo riesgo de desarrollar la enfermedad leve, sino que también la grave. Ahora que es menor la cantidad, sí es menor, pero eso no quiere decir que aún con las dos vacunas la persona que se infecte no vaya a morir”, explicó la epidemióloga Luisa María Pineda.
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La experta afirmó que la vacuna reduce la mortalidad, pero al igual que lo expuesto por Marco Tulio Medina, aseguró que todo depende de las medidas aplicadas en cada nación.
“La vacuna es solo una parte para evitar la mortalidad. Se deben seguir con las medidas de bioseguridad”, afirmó.
En países como Israel y Estados Unidos comenzaron a reducir el uso de mascarilla en espacios abiertos, es decir, en parques, playas o en la calle. En Estados Unidos la situación varía de acuerdo con los estados, sobre todo porque hay un movimiento antivacuna bastante fuerte.
En el caso de Honduras, ayer se comenzó con la vacunación de unos 123,000 mayores de 75 años.
Las medidas se limitan al uso de mascarilla, gel y alcohol, ya que en muchos lugares no se vigila el distanciamiento social o las reuniones de menos de 30 personas.
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De acuerdo con el científico hondureño Marco Tulio Medina, la efectividad de las vacunas en los adultos mayores también está relacionada con la farmacéutica detrás de su desarrollo.
“Los datos científicos muestran que si la persona arriba de 60 años, particularmente le puedo mencionar de lo que pasa con Sputnik y Moderna… hay datos muy sólidos de que las defensas para personas arriba de 60 años andan arriba del 90%”, aseguró el experto.
El también académico detalló que si en el país se cumple la aplicación de la doble dosis —con AstraZeneca y Moderna—, el beneficiado tiene la posibilidad de no fallecer y no tener covid-19 severo.
En tanto, Honduras permanece al pendiente de la variante de la India, pues se detectó hace poco en Panamá.
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